jueves, 26 de marzo de 2020

Suicidio y Eutanasia no son sinónimos.

Suicidio y Eutanasia no son sinónimos.
Edgard J. González.

Definición del suicidio; Producirse voluntariamente la muerte a sí mismo, generalmente dejando una carta explicativa, la mayoría de las veces no dan indicios previos y sorprenden a sus allegados con esa decisión. Maneras de suicidarse; Balazo a la cabeza, ahorcamiento, ingerir veneno, cortarse las venas de las muñecas sumergido en agua, lanzarse de una altura considerable, de un edificio o puente, o frente a un vehículo en rápida circulación (automotor, ferroviario). Causas del suicidio; la mayoría ocurren por sobrevaloración de eventos que entristecen, disgustan, deprimen a una persona, motivaciones de fácil superación, reveses que le suceden a muchos [una decepción amorosa, rompimiento del noviazgo, divorcio, fallecimiento de un ser querido, despido del trabajo, bajo rendimiento académico, crisis económica, soledad, próximo e inevitable juicio, daños a su reputación], pero que algunos no saben cómo resolver y apelan a la drástica interrupción de su vida. Mayoritariamente son jóvenes, no sufren una enfermedad grave e irreversible, y tienen mucho tiempo de existencia normal por delante.

Pocos suicidios demuestran cierta justificación, un reclamo a quienes contribuyeron a consolidar la situación conflictiva que motiva el suicidio. Getulio Vargas, Presidente de Brasil, atormentado por las componendas y calumnias que contra él urdieron, se suicidó el 24 de agosto de 1954. Miguel Ángel Quevedo, propietario y director de la Revista Bohemia de Cuba, se suicida en Caracas, agosto del 69, profundamente arrepentido de haber ayudado a la causa aparentemente revolucionaria liderada por Fidel Castro, que ya en control del poder demostró ser antidemocrático, caudillista y neoestalinista. En el otro extremo, los casos de Jeffrey Epstein (multimillonario juzgado por pederastia, se suicidó en  prisión), y Alan García, ex presidente de Perú, con auto de detención por nexos con la corrupción de Oddebretch), se da un balazo, José Manuel Márquez Cabrera, ex ejecutivo de PDVSA involucrado por desviar fondos de la petrolera, se suicida en Madrid, estos tres casos en 2019. Los japoneses practican el Harakiri, un ritual muy antiguo, arrodillados se acuchillan el vientre, al considerar que hicieron algo  deshonroso, y el Kamikaze, que para pilotos militares en la Segunda Guerra Mundial, consistía en chocar su avión contra un barco enemigo, con ellos en la cabina.

Definición de Eutanasia; Es un procedimiento normado por su correspondiente Ley, para interrumpir la agonía de la víctima de una enfermedad crónica, irreversible, que le causa constante y creciente dolor, discapacidad por el gradual deterioro corporal, lo que a su vez obliga a la dependencia de terceros para atender sus necesidades elementales (comer, asearse, orinar, defecar, cambiar de ropa, trasladarse de la cama a una silla, o al hospital para una revisión médica, etc), de lo que también derivan gastos extra, que muchos no pueden pagar, y la natural angustia de sus seres queridos, a menudo impotentes para aliviar aquel sufrimiento, al igual que los cuidados paliativos, que tienen sus límites y no son accesibles en todas partes, ni siquiera en los países donde la Eutanasia es reconocida como un avance civilizatorio, a la par de los múltiples logros en materia laboral (prohibición de emplear niños, semana de 40 horas, vacaciones y bono anuales, descanso pre y postnatal para las trabajadoras, equipos de seguridad industrial, prestaciones acumuladas, pensión por vejez o enfermedad inhabilitante), educacional (Escuela Primaria obligatoria, cursos complementarios para adultos, becas), cultural (no discriminar por el sexo de cada persona, su posición política, económica o religiosa, su etnia o nacionalidad), y debe llenar ciertos requisitos esenciales, como ser formalmente solicitada por el propio paciente, aprobada y aplicada por médicos que, una vez demostradas las condiciones de irreversibilidad, permanente sufrimiento, gradual discapacidad y dependencia de terceros, proceden a suministrar al paciente mediante inyección, los fármacos que le inducirán un sueño profundo y luego la paralización de sus sistemas orgánicos, poniendo punto final a su agonía, respetando la voluntad del enfermo terminal.

Quienes rechazan la Eutanasia afirmando que es un suicidio asistido, evidencian que ignoran la esencial diferencia entre esas dos opciones, su semántica -resumida en los anteriores párrafos-, o la conocen, pero en sus opiniones pesan ciertos prejuicios culturales o los dogmas religiosos, que atribuyen la potestad de DECIDIR cuándo y cómo debe ocurrir la muerte de toda persona, a un ser imaginario al que llaman “dios”, al que también atribuyen la CREACIÓN del Universo entero, y por ende, los seres humanos, que se convierten en individuos que no pueden decidir por sí mismos, constantemente sujetos a “la voluntad del creador” que establece el cuándo y el cómo de nuestro fallecimiento, caprichosa y arbitrariamente, en contradictorio paralelo a un supuesto “libre albedrío” que al parecer tiene algunas excepciones escritas en letra muy chiquita (cláusulas que también prohíben el divorcio, el segundo matrimonio, el aborto aún en los casos en que el embarazo sea producto de la violación por un criminal, o ponga en peligro la vida de la gestante, y para cuadrar ese círculo vicioso veta toda discusión que ponga en duda el origen divino, la infalibilidad y la respetabilidad de los dogmas que sostienen el absurdo de lo imaginario-religioso).

Durante varios milenios las diversas formas de organización sociopolítica de los grupos humanos, de clanes y tribus a pueblos y estados, reflejaron en sus mecanismos de gobierno la conveniente fusión de lo eclesiástico, lo militar y lo político, que eran los tres poderes básicos, y con frecuencia se juntaban en la figura del líder máximo (rey, emperador, faraón) las condiciones de jefe máximo y representante de las deidades (en el politeísmo) o la deidad (en el más reciente monoteísmo), o él era  considerado la deidad misma. La gradual e inevitable evolución de la Humanidad fue generando un creciente rechazo a esa doble condición humano-sagrada, que beneficiaba a una minoría (la nobleza, vinculada al gobernante por consanguinidad y dinastías, los sacerdotes, y la alta oficialidad del ejército) perjudicando a la mayoría (agricultores, artesanos, soldados, obreros, servidumbre, esclavos), condenados a la miseria, la explotación, la injusticia, una vida de penurias, muy diferente a la de los miembros de las élites dominantes. El derrumbe del feudalismo, los descubrimientos científicos, el legado greco-romano, fueron produciendo una tendencia favorable a la Democracia, a la eliminación de los privilegios de clase, a la superación de las injusticias derivadas de las conveniencias de quienes controlaban el poder, y de la ignorancia general, haciendo inevitable en la mayoría de los países modernos la separación del estado y la iglesia, aunque manteniendo la libertad de cultos y la supervivencia de cosmovisiones enraizadas en el remoto pasado, totalmente erradas y castrantes, puesto que mantienen la sumisión a seres imaginarios y sus dogmas son contrarios a las verdades demostradas por las ciencias, a lo largo de difíciles milenios, durante los cuales cada descubrimiento de inmediato acarreaba la reacción intolerante y violenta del status quo y de quienes lideraban los diversos grupos sociales (casos muy demostrativos los de Giordano Bruno y Galileo Galilei).

Aunque el analfabetismo absoluto ya no afecta al 90% de la población mundial, como hasta hace pocos siglos, el analfabetismo funcional sigue afectando a una importante porción de la Humanidad, que se rige por la superchería, las supersticiones, los mitos y fábulas que conformaban las creencias de sus más remotos ancestros, y por supuesto las religiones son el factor más poderoso de ese conjunto cuasi atávico, con sus libros sagrados (torá, biblia, Corán) recargados de mentiras y falacias, contrarias a las cosmovisiones asentadas sobre resultados científicos y lógicos, producto del denodado esfuerzo de miles de hombres y mujeres que se dedicaron sistemática, metódicamente, a explorar, investigar, indagar, estudiar, calcular, recolectar, experimentar, demostrar, organizar y explicar los mecanismos que rigen a la Naturaleza del planeta, del sistema solar, de la galaxia Vía Láctea, y del Universo infinito, en la medida en que cada una de esas dimensiones lo ha permitido.

Sin embargo nos sorprende que hoy, frente a cualquier problema y sin importar su tamaño y gravedad, todavía vemos que hay personas que apelan a la dimensión de lo mágico-religioso y ofrecen la solución para desplazar una dictadura, enfrentar las consecuencias de un cataclismo o una epidemia, evitar o frenar una guerra entre naciones, solventar una crisis económica, mediante plegarias al todopoderoso, y dejar todo en las manos del ser ficcional (que jamás ha intervenido, ni siquiera ha demostrado existir). En esta hora crucial, con la Humanidad amenazada por la pandemia del Covid 19, hay quienes -en lugar de colaborar en la eficiente aplicación de las medidas preventivas propuestas por los expertos, invitan a desobedecerlas, a confiar en el poder de “la sangre de Cristo, el manto de la virgen, la cadena de oraciones”, como si estuviéramos en plena edad media, y contrariar esas irresponsables extravagancias pudiera conducirnos a un juicio inquisitorial y su correspondiente castigo,  bárbaro y ejemplarizante.

Los ultradogmáticos, en su injustificado e irracional rechazo a la Eutanasia, incurren en excesos que incluso van contra los principios elementales de su respectiva religión. Se oponen a su reglamentación, y proponen que quien quiera quitarse la vida proceda a suicidarse de la manera tradicional. Al terco empeño en negar que lo que la eutanasia permite es la interrupción de la AGONÍA, cuando ya no hay genuina vida ni dignidad en ese tormento del enfermo terminal, agregan la primitiva barbaridad de preferir que, los que esperan y solicitan el avance civilizatorio que representa la Eutanasia, sean obligados a suicidarse, con todas las dificultades y el morbo que implica darse un balazo, ahorcarse, cortarse las venas, envenenarse con cianuro, arsénico, curare o raticida, lanzarse desde un balcón o frente a un vagón del Metro, y las secuelas que eso deja en familiares y amigos. No muy cristiano.

Una comparación pertinente; Si una trabajadora embarazada considera que resulta innecesario y contraproducente el permiso pre y postnatal, y le comunica a su jefe que ella va a ir al trabajo hasta que rompa fuente, y se reincorporará a la semana de haber nacido su hij@, probablemente el jefe podría tolerar esa decisión de su empleada. Pero si ella le exige que la imponga a todas las trabajadoras embarazadas, eso sería inaceptable, pues estaría violando derechos ajenos, el disfrute de las semanas de permiso laboral previas y posteriores a la maternidad, un obvio avance civilizatorio.

Quienes estamos a favor de la Eutanasia, no nos oponemos a que quienes la rechazan, mantengan todos esos “argumentos” relacionados con la voluntad del ser imaginario al que veneran, y disfruten al 100% en caso de ser afectados por una terrible enfermedad -irreversible, dolorosa y costosa- que los incapacite, los haga depender de terceros por meses o años, y que cuando los cuidados paliativos, caso de existir en su país, ya no calmen su intenso dolor, aguanten aquel vía crucis con la entereza y dignidad que mientras están sanos le asignan a ese segmento final, y demuestren que esa opción es válida y merece la pena de soportarla por todo el tiempo que dure esa agonía. Pero no impidan que los que no compartimos esa posición masoquista, primitiva y dogmática, podamos hacer uso de la opción moderna, civilizada, amable, sensible, humana, de la Eutanasia, que nos ahorre el trayecto de la agonía, el sufrimiento que esta le impone al paciente y a sus seres queridos. No queremos retornar a la edad media, ni siquiera como turistas por corto tiempo. Ustedes al cielo, nosotros al infierno, total,  ambos espacios son, como los dioses y las vírgenes, imaginarios también.  

·         Recomiendo ver las películas “Las invasiones bárbaras”, film canadiense, y “Mar adentro”,   
       film español.  Y leer:

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