jueves, 28 de enero de 2021

A Jorge lo que es del César. Edgard J. González.- Hoy jueves 14 de mayo del año 2020 me llega por guasap un libro de 89 páginas, y me invitan a añadir un comentario a las docenas que ya conforman esa publicación virtual, que además circula sin mantener las mínimas distancias y sin mascarilla, violando la normativa elemental de la cuarentena a la que estamos sometidos desde muchos años antes de que apareciera el tal Covid19, la mayoría de los venezolanos, que por supuesto somos opositores a este régimen patógeno, criminal y corrupto. Deduzco que me dejaron de último por ser la oveja negra de la familia, el único que por no tener pelos, escamas o plumas en la lengua, es capaz de romper el sobreentendido y celestino acuerdo que todos cumplieron, de no mencionar el lado obscuro, turbio, delictivo y tenebroso de Jorge Humberto. Pues, responsablemente denuncio que ese dominio de las leyes, sus trámites y vericuetos, fue usado por el referido Jorge Humberto, hoy de cumpleaños hípico: 5 y 6, para complacer la perversa coquetería de su segunda progenitora, falsificando fechas en la documentación que acredita su nacimiento, para reducir su genuina y muy avanzada edad. ¿Cómo va a tener Auxiliadora la edad que hoy afirma, si fue auxiliar de enfermería durante la anterior pandemia, cuando la gripe asiática diezmó la población del planeta en 1.918? Ese exabrupto genealógico fue posible gracias a las reprochables intervenciones del antemencionado Jorge Humberto en los libros de Registro de la data más importante en la Venezuela, gobernada dictatorialmente entonces por el déspota Juan Vicente Gómez, quien le impuso senda condecoración a la susodicha Auxiliadora, en acto oficial celebrado en la ciudad de Maracay en 1.919 (y estoy casi seguro de que ni con sus malas artes de falseador de documentos pudo borrar la mención a ese acto en la documentación oficial de la época, y en los diarios que difundieron esa información). Sea esa vergüenza conocida y asumida por todos aquellos, que por desconocimiento o complicidad, optaron por referirse exclusivamente al lado bueno del personaje avecindado en Barinas. Pero como también me constan otros hechos relacionados con el que acumula 56 catorces de mayo, voy a narrar acá dos de esas vivencias de mi dimensión personal. A mi regreso de Inglaterra (donde estuve desde septiembre del 1968 a diciembre de 1970, e hice un curso de postgrado y muchos viajes que me permitieron ampliar mis horizontes y conocer diversas culturas y paisajes europeos, con algo de Asia y África), por un retardo involuntario que me impidió incorporarme al personal docente del Instituto Pedagógico de Caracas, donde me gradué y tramitaron mi beca para el postgrado en Cambridge, fui enviado a dar clases en el Instituto Pedagógico Experimental de Barquisimeto, que se regía por semestres (el IPC por año escolar) pero, en paralelo, con la solapada misión de civilizar a esta reserva indígena, lo cual -modestia aparte- logré con creces. Ya para finales de los años 80, cuando había dedicado casi dos décadas a mi doble tarea, acá era muy raro conseguir aborígenes en guayucos o tirando flechas. Siendo nacido y criado en Caracas, donde además estaba toda la familia, procuraba visitar esa querencia con la frecuencia que me permitían mis exigentes labores civilizatorias en Guarolandia, y en dos de esas visitas tuve el privilegio de conocer y disfrutar del restaurant Cleopatra, oasis libanés a un lado de la moderna avenida Libertador, donde en especial mi único hijo varón, el más pequeño, gozó un puyero poniéndole billetes de Bs 10 a las exóticas bailarinas árabes (una de Ciudad Bolívar, la otra del estado Miranda) que complementaban los deliciosos platos orientales preparados siguiendo las estrictas instrucciones de la señora propietaria del inmenso local, vinculada al extenso árbol de nuestra familia, por la caprichosa e inapropiada selección de su hija Torfanda, empeñada en variar la hemodinamia y el ADN de raigambre libanés, ennoviándose con aquel pichón de abogado que, por supuesto, la visitaba a diario y abusaba del variado y exquisito condumio que el Cleopatra ponía a su disposición digestiva. Inolvidable la referencia que me hizo Ricardo Estrada, cuando me confió que Jorge estaba en el predicamento de tener que casarse, por obligación, haciendo con un brazo el gesto que dibuja una barriga sobre el cuerpo, y al yo inferir que Torfanda estaba embarazada, Ricardo lo negó aclarándome que era Jorge el que, por haberse excedido en la ingesta de tabules, shawarmas, kibbes, cremas de pimentón y de garbanzo, tabaquitos de uva o repollo, falafel, kafta, había desarrollado un vientre tan voluminoso que ¡sería irresponsable de su parte no asumir el obvio compromiso que derivaba de ese sistemático abuso gastronómico. Lo otro que no puedo dejar de señalar; A diferencia de la mayoría de los varones latinoamericanos, que copian el patrón de conducta machista, casanova, superficial e irresponsable que observan de sus padres y abuelos, Jorge optó por comportarse en el sentido inverso a lo que había experimentado y sufrido en su propio hogar, con el desorden emocional y espermatozódico que marcó su entorno desde la edad más temprana, y decidió no incurrir jamás en ese tipo de conducta, lo que nos permitió conocer y tratar al hombre cabal, que antepuso a sus instintos y las tendencias sociales predominantes, el deber de ser un buen hijo, un buen hermano, un buen esposo, un buen padre, un buen pariente, un buen profesional, una buena persona. En las antípodas del negativo ejemplo que dejó su impronta en él, pero enseñándole cómo no debía ser en su propia existencia. Afortunadamente tomó esa personal decisión. A ese homo sapiens responsable y querendón, amable y constantemente alegre, le felicitamos en su hípico cumpleaños (tranquilo, que no voy a formalizar la denuncia por la falsificación de los documentos de la longeva asistente sanitaria). Un abrazo, en unión de toda mi familia, extensivo a Torfanda, Saluastrid y Jorge Daniel, y todos los de nuestra frondosa familia grande. RESPUESTA A LA RESEÑA HISTÓRICA, DEL NOMBRADO JORGE HUMBERTO. Dicen que los últimos serán los primeros, así que no te sientas la oveja negra de la familia, a quien generalmente se considera como tal, por ser el miembro problemático o desadaptado, se ve como algo malo o negativo y siempre es el chivo expiatorio sobre el que recaen todas las culpas; pero en tu caso resulta positivo, se puede decir que eres la oveja negra por ser un miembro diferente, que se destaca dentro del grupo familiar al pensar y tener opiniones diferentes, puntos de vista totalmente opuestos, distinta forma de ver la vida, a disentir de creencias, principios, costumbres y convencionalismos sociales, a no seguir patrones preestablecidos, muchos de ellos heredados y transmitidos de generación en generación. Los procedimientos poco éticos en la falsificación de documentos cometidos por mí, que hoy denuncias, realmente son de vieja data, mis primeras experiencias las desarrollé al poco tiempo de graduarme como abogado,intervine en la adulteración de las partidas de nacimiento de personajes como Lila Rosa Bozo M., Yolanda Guadalupe Ferrer Fuenmayor, Gloria Sabrina Gómez Delgado, entre muchos otros, quienes contrataron mis servicios profesionales para que sus fechas de nacimiento insertas en los libros de Registro fueran de más reciente data, pretendiendo con ello demostrar ante la opinión publica tener mucho menos edad. Se me pidió también asesoría en la falsificación del acta de defunción del paisano prócer de sabaneta y en la fraudulenta inserción de la partida de nacimiento del bobo de cúcuta por ante la Prefectura de la Parroquia la Candelaria de Caracas, negándome a participar de esa patraña del G2 cubano. Por favor te ruego que esta confesión que te hago no la difundas entre la familia, porque eso cambiaría radicalmente la imagen que ellos tienen de mí, siempre me han visto como una persona íntegra y enterarse ahora de mi conducta punible sería algo muy traumático para ellos. Veo que aprovechas muy bien con tu reseña sobre mi persona, la oportunidad para introducir en la misma acontecimientos narrados en tu pasado artículo publicado el sábado 02/05/2020, titulado "De caraqueño a barquisimetido", al relatar tus andanzas por Europa, Asía y África, por si las moscas y no lo leyeron, pero aunque tú no lo creas, si leemos con mucho interés todo lo que escribes y publicas. No desmiento el hecho de la ingesta durante el noviazgo de aproximadamente 1.095 platos mixtos de comida árabe, que Ricardo Estrada me llevaba muy bien contabilizados; cuestión inevitable, pues más que abuso gastronómico, gula, glotonería o como quiera llamársele, para mí era un compromiso con la cultura y costumbres gastronómicas libanesas; trataba de igualarme con los árabes en su forma y cantidad de comer, lo cual no se me hacía muy difícil, además de complacer a mi querida y amada suegra quien siempre estaba pendiente de que comiera y no tenía límite al servir la mesa, ella disfrutaba que los comensales se alimentaran hasta saciar su apetito, no le gustaba que le dejaran comida en el plato. Mi querido primo Ricardo Estrada no tiene ninguna autoridad moral cuando te chismea que en esos tiempos logré desarrollar un vientre voluminoso por efecto del sistemático abuso gastronómico antes indicado, lo cual no es cierto, dicha figura ya la había obtenido muchos años antes con las comilonas que nos metíamos en la casa de la tía Auxiliadora, preparadas por él, y de las que eran cómplices y participes los famosos hermanos Espinoza De Marchena, el nombrado Otto Rafael, alias "muñeco",el voluminoso Orlando Echenagucia y otros, de allí le viene su vocación por el arte culinario; él sabe muy bien que cuando yo llegué a Caracas a los 18 años de edad, era flaquito y cierto tiempo después, precisamente por seguir sus pasos del gusto por la comida, mi aspecto cambió. Por último quiero dejar constancia, que la conducta y cualidades que me atribuyes a lo largo de mi vida y que te agradezco infinitamente (humildemente no merezco tantos elogios), las he puesto en práctica siguiendo el ejemplo de personas como tú, imitando tu proceder, tu actitud ante la vida, tu positivismo, tu perseverancia, tu responsabilidad en todos los órdenes, tu integridad. Eres para los que venimos después de ti un modelo a seguir, eres orgullo familiar, puedes estar tranquilo que tu legado dejara profunda huella. Un abrazo, saludos a toda la familia, espero verlos pronto. JHCG 150520

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