miércoles, 30 de noviembre de 2011

CAP: LO BUENO, LO MALO Y LO FEO.

CAP: LO BUENO, LO MALO Y LO FEO.
Edgard J. González.-


Escribo desde la perspectiva de quien ha estado en la Oposición toda su vida adulta (no pertenezco al Clan de los súper dotados que afirman haber asumido responsabilidades políticas desde que tenían once años, al estilo de Isaías Rodríguez y Claudio Fermín. Mi niñez y adolescencia las disfruté plenamente, sin pretender ocupar posiciones para las cuales no estamos capacitados a edades tempranas), de lo que se desprende que adversé a los Gobiernos de AD y de COPEI, con acciones y argumentos democráticos, ejerciendo mis Convicciones, Derechos y Responsabilidades, que ahora, con más motivos que antes, me obligan a enfrentar al régimen estalinista que sistemáticamente prostituye las Instituciones, adultera la Historia y destruye la Economía de Venezuela, para imponer un esquema que ya fracasó todas las veces que fue implantado.

Para los de mi generación CAP fue el símbolo de la Represión, representación maniquea astutamente elaborada por la minoría extremista que, sin embargo, prevalecía con sus consignas y dogmas de procedencia soviética y maoísta, en los liceos y universidades en los cuales nos tocó formarnos académicamente. La Utopía Comunista es apetitosa carnada para las mentes juveniles, proclives a abrazar las más difíciles causas, en especial si son presentadas con el adecuado maquillaje, capaz de engañar y reclutar a quienes tienen entusiasmo de sobra pero poco conocimiento y experiencia. Los sucesos en la URSS del 17 al 45 del siglo 20, como los de China del 49 al 76, debidamente ocultadas sus llagas (los crímenes y las aberraciones ideológicas de Stalin y Mao respectivamente) presentaban la fachada de los pueblos sonrientes, prósperos y satisfechos, disfrutando de la Igualdad y de la Justicia que promocionaban las revistas gratuitas que leíamos con avidez. En la región, un fenómeno de alienación similar ocurrió a partir de la también hábilmente construída épica de la Sierra Maestra, ganándole simpatías a los barbudos que combatían contra la dictadura de Batista en Cuba, quienes desde antes de tomar el poder ofrecieron Democracia y Justicia, pero construyeron una más férrea Dictadura en torno a una figura carismática y egocéntrica. Durante casi 52 años han impuesto a los cubanos a la más degradante miseria, dentro de un esquema de esclavitud política y parasitismo económico que los tiene al borde del colapso. Los indicios y síntomas de esas podredumbres estaban a la vista, pero nuestra Alienación nos impedía reconocerlos, tercamente mantuvimos el conveniente espejismo que hacía de la URSS y sus satélites, China y Cuba, vitrinas del glorioso futuro, cuando en realidad eran escenarios de las peores injusticias y descalabros que en el pasado de la Historia Humana han sucedido.

Carlos Andrés Pérez (27-10-1922 / 25-12-2010) se dedicó a la política desde los 16 años, formó parte del PDN, antecesor de Acción Democrática, partido fundado en 1941, dentro del cual se ganó un indiscutible liderazgo a escala nacional, llegando gradualmente a ocupar cargos de gran responsabilidad; Secretario privado y del Consejo de Ministros de Rómulo Betancourt, Diputado a la Asamblea Legislativa tachirense (1946) y al Congreso Nacional (1947), en el trienio de la Junta de Gobierno 45-48. Preso de la dictadura militar perezjimenista un año (por defender al Presidente Rómulo Gallegos, derrocado el 24-11-48), expulsado del país, regresa y se incorpora a la Resistencia clandestina, detenido de nuevo es confinado en Puerto Ayacucho y otra vez expulsado del país. Vive su exilio en Costa Rica, con su esposa y e hijos, hasta que cae la dictadura militar el 23-01-1958 y regresa a Venezuela, para ser electo Diputado al Congreso en diciembre del 58. Ministro del Interior de Betancourt, debió enfrentar las guerrillas rurales y urbanas inspiradas y patrocinadas por Cuba, derrotadas y reducidas a grupúsculos. Durante el período presidencial de Leoni (64-69) fue Diputado al Congreso y Jefe de la Fracción Parlamentaria de AD, durante la presidencia de Caldera I (69-74) fue miembro del CEN de AD, principal partido opositor. Alcanzó la Presidencia de la República dos veces, 74-79 y 89-93 con el 49% y el 53% de los votos respectivamente. En su primer Gobierno, la bonanza petrolera a raíz de la guerra en el Medio Oriente y la consecuente reducción en la oferta del oro negro, permitieron una abundancia de recursos que benefició a todos los sectores sociales (más empleos, becas, abastecimiento, poder adquisitivo, mayor movilidad social y la creciente clase media reproduciendo el “Ta’barato dame dos” en todos los ámbitos, con el dólar a 4.30). Lo contrario caracterizó a su segundo Gobierno desde los inicios, cuando asesorado por jóvenes economistas y bajo presión del FMI inició una serie de reformas semidrásticas y necesarias, que chocaron con las conductas y expectativas a las que estaban habituados la mayoría de los venezolanos, que lo habían reelecto precisamente para que reprodujera la fácil y placentera bonanza anterior.

CAP II protagonizó un evidente caso de evolución política, (todo lo contrario de Caldera II) al tratar en su segunda presidencia de modificar los factores populistas y demagógicos que marcaron la primera, buscando introducir los cambios que la Economía requería para disminuir la dependencia del petróleo, impulsar la imprescindible diversificación para superar la monoexportación y generar más y mejores empleos, para lo cual se creó el Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, que envió a miles de estudiantes al exterior a prepararse en un abanico de profesiones, para encargarse a su regreso de las empresas públicas y privadas que el nuevo esquema socioeconómico promovería, de haber podido aplicarse. Fallas en la implementación de las medidas, falta de información previa y de previsiones para compensar por los aumentos en ciertos rubros para los menos pudientes, y para impedir que se desbordara la porción de la sociedad con menos ciudadanía, ante la cadena de eventos a partir del incremento en los pasajes a Caracas de los residentes en la ciudad dormitorio de Guarenas, protesta inicialmente espontánea que fue regándose de manera anárquica hasta degenerar en los dramáticos sucesos de fines de febrero del 89, apenas 2 meses después de haber sido electo por la mayoría de los venezolanos, y a pocos días de su Toma de Posesión, escenificada con excesivo e injustificado derroche y boato. El “Caracazo” fue respuesta regional, irracional y sin propósito específico de reclamo político, ninguna instancia oficial fue atacada, los destrozos y saqueos fueron dirigidos a los pequeños y medianos comerciantes, sin siquiera rozar a las transnacionales, el imperialismo o cualquier ente remotamente responsable -desde la óptica tradicional- por los cambios apenas anunciados. Las Fuerzas Armadas a quienes torpemente les encargaron controlar esa complicada situación, sin las debidas órdenes precisas para evitar los abusos y atropellos, se excedieron en muchos casos al actuar con armas de guerra en un escenario que no contenía un enemigo armado, más allá de su peso cuantitativo, y el desparpajo con el que rompían vidrieras, destrozaban Santamarías, y se llevaban todo lo que encontraran en cada local comercial, desde carne, ropa, calzado, hasta electrodomésticos, en especial equipos de TV, y cuanto bien pudieran llevarse en medio del desorden social, para colmo agudizado por una Huelga de Policías, poniendo sobre los hombros de bisoños reclutas del ejército el mayor peso de una situación jamás vista en Venezuela, para enfrentar la cual nunca recibieron la preparación adecuada.

En el plano internacional CAP se proyectó entre tirios y troyanos, enviaba ayuda regular al Movimiento Sandinista desde mucho antes de que fuera derrocado Somoza, hizo a un lado la Doctrina Betancourt al restablecer las relaciones con Cuba, expulsada de la OEA por su falta de Democracia e intromisión violenta en otros países. Su contribución económica para paliar las ingentes necesidades de los cubanos puede ilustrarse con algo que viví personalmente. De visita en La Habana en julio del 75, mi esposa y yo nos separamos del Tour que nos llevaba por la ruta conveniente al régimen, y anduvimos por la libre algunos días. Pude ver parte de lo que le ocultan al turista a la par de cultivar mi afición por la Fotografía, deleitándome con viejas casas y altas ventanas con bellas rejas, cuando me rodeó un grupo de unos ocho hombres, en franela, short y sandalias, y mi primera reacción fue de temor ante el riesgo de que me robaran la cámara (lo que sucedía en Venezuela, menos antes que ahora), pero uno de ellos me preguntó de dónde éramos y al responder Venezuela, él dijo “Ah, la tierra del Libertador”. Me esponjé y emocionado le dije: “Si, de Simón Bolívar”, y enseguida él me replicó: “No, Carlos Andrés Pérez”. Me di cuenta de que CAP era quien les ayudaba a matar el hambre en esa época, papel que hoy juega con creces el agente que infiltraron en la Escuela Militar, insuficientes las dádivas de la URSS entonces, inexistentes ambas hoy, la URSS y sus limosnas.

CAP tuvo muchos defectos y algunas virtudes, sin embargo, el saldo de sus dos gestiones presidenciales, más su labor previa como Diputado y Ministro, es positivo, y por ello fue ºla eterna diana de la ultra izquierda violenta, a la que derrotó, ºde los grandes capitalistas locales, a los que quiso hacer competencia creando a los “doce apóstoles”, y ºdel combo de frustrados que no pudiendo alcanzar la estatura política de CAP, conspiraron aviesamente para sembrarle una acusación que lo apartara del poder y manchara su trayectoria. Fueron incapaces de demostrar los turbios manejos en provecho propio (que los realizó sin duda, pero hasta en eso fue más inteligente que sus enemigos) y torpemente le acusaron de malversar 250 millones de bolívares de la Partida Secreta, que fueron utilizados para cancelar los gastos de Seguridad de Violeta de Chamorro, Presidente de Nicaragua (donde los Orteguistas derrotados en elecciones, mantenían el Ministerio de la Defensa, y la posibilidad de un Magnicidio no era ficticia, como sí lo ha sido acá estos 13 años).

CAP cometió errores, disparates, participó en el Sectarismo y Clientelismo en favor de AD y sus militantes, junto con la Corrupción suya y de sus allegados, los vicios que distanciaron al “partido del pueblo” de sus dignos orígenes y de sus nobles conductas en los tiempos difíciles de la Resistencia a la anterior dictadura militar. Pero mantuvo Respeto por las formas democráticas, al extremo de aceptar la amañada componenda que lo destituyó por no profundizar el daño al sistema democrático, implícito en un funcionario que se niegue a reconocer las formalidades de los otros poderes, aunque sean injustas. El excelso poeta larense Alí Lameda, comunista, fue víctima del vergonzoso e insólito dogmatismo cuasi monárquico que mantiene a Corea del Norte sometida. Por críticas en una cartas personales fue juzgado sumariamente, acusado de agente de la CIA (¿les suena?), y sentenciado a 20 años. Fidel nada hizo por Lameda. Tras siete años de cárcel, la intervención de dos Presidentes, Caldera y CAP, logró que lo liberaran. Conocí a CAP acompañado de Blanquita, caminando ambos por una calle de Rubio, solos, en enero del 74, sin escolta, siendo Presidente Electo, la antítesis de la parafernalia actual de chalecos antibalas y círculos de guardaespaldas cubanos. Lo recuerdo en Miraflores, entregando el Premio Nacional de Literatura a Orlando Araujo, soportando estóico el discurso del homenajeado, quien en su texto cuestionaba todo lo que CAP representaba. Enorme contraste con la exagerada irritabilidad de quien no acepta preguntas incómodas, y responde con absoluta intolerancia a quien cumpla sus funciones de periodista, con Ética y sin Temor. De quien, habiendo sido beneficiario de un sobreseimiento que no merecía, mantiene inocentes en la cárcel, para apuntalar sus versiones, adulterando la Verdad de lo ocurrido en la Masacre de la avenida Baralt el 11-04-2002, buscando inútilmente exculparse y tapar sus nuevos crímenes con actuaciones judiciales reñidas con la Realidad y los procedimientos que las LEYES establecen.

En el plano de lo íntimo, y sin caer en mojigaterías, pienso que su relación con Cecilia Matos fue su mayor falta, por el inconfesable origen de la fortuna que sin duda ha manejado ella, sin correspondencia con sus ingresos legales bastante limitados, y por la imprescindible participación de CAP en el desvío de esos fondos. Inexcusable la falta de precaución al no disponer por escrito su última voluntad, propiciando el lamentable espectáculo en torno a su cadáver, la prolongada querella judicial entre los dos grupos familiares, que rebajó la majestad que le correspondía, congelándolo -literalmente- por 10 meses. Además de ser corresponsable del abandono de los principios en AD, que llegó a convertirse en agencia clientelista e intermediaria de corruptelas, se extralimitó en la amplitud que quiso imprimir a sus presidencias, incluyendo a déspotas de la talla de Nicolae Ceaucescu en Rumanía, y prodigándose en ayudas al nefasto régimen cubano, que desde sus inicios el 01-01-59, por la vía armada, patrocinando guerrillas y disturbios, ha tratado de derrumbar el sistema democrático en Venezuela, equivocaciones de CAP que se suman a otras menos graves, algunas reconocidas en sincera autocrítica. Magnánimo con sus peores enemigos, Fidel y Chávez, tarde debió darse cuenta de su errónea actuación frente a ese par de cuervos.

Lo irónico es que CAP, el leit motiv del sangriento golpe militar del 4F92, a quien intentaban asesinar en Miraflores (como a su familia en La Casona), el símbolo más representativo de AD y la “cuarta república” (como el WTC para Al Qaeda) para la ultraizquierda derrotada que jamás pudo trascender los dogmas de los 60 y persiste con el esquema estalinista, a pesar de sus muchos desaciertos y graves faltas, sale reivindicado y con muy favorable saldo para la Historia, incluyendo lo negativo, al comparar sus ejecutorias, las Obras realizadas bajo sus directrices, el avance del país, con este experimento regresivo que dilapidó en 13 años los mayores ingresos que ha percibido Venezuela, un enorme respaldo popular que hoy ya es minoría y va en rápida disminución, y la posibilidad cierta de colocar al país en la ruta hacia el Desarrollo integral, la Diversificación económica, el Pleno Empleo y la superación de la Pobreza y sus consecuencias en Delincuencia e Inseguridad. La “quinta república” profundizó los más graves problemas que no pudo resolver la “cuarta”, con el añadido siniestro de haber sembrado el odio para dividir a los venezolanos, cultivando viejos y larvados resentimientos, devolviéndonos al primitivo caudillismo, que viola las leyes y funciona mediante arbitrariedades, distribuyendo la miseria material y moral, por la ilimitada ambición y terca obsolescencia de unos pocos, que para colmo son títeres de fracasados.

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