viernes, 29 de noviembre de 2019

Frontera tricofóbica, avión de lona.


Frontera tricofóbica, avión de lona.
Edgard J. González.

En abril de 1970 viajé con una pareja casada, heterosexuales, en una camioneta Land Rover que había adquirido usada en una subasta de vehículos militares, al norte de Inglaterra, por supuesto con el volante a la derecha, pues los del Reino Unido y la Commonwealth conducen por el canal izquierdo. Ya habíamos hecho algo de turismo interno en Inglaterra y Gales, pero esta vez el tour nos llevaría a atravesar el canal de Dóver a Calais en Hovercraft, una nave inmensa que traslada vehículos en el primer nivel, y pasajeros en butacas en el segundo nivel, haciendo el mismo trayecto que los ferries pero sobre un colchón de aire (tiene poderosas hélices debajo, que la hacen levitar a pocos centímetros del piso de concreto por donde ingresan directamente a sus entrañas los vehículos y pasajeros, y del agua que separa a la isla británica del continente firme con el cual conforma Europa. Otras hélices, sobre cubierta, soplan hacia atrás, impulsando la nave hacia delante. La travesía, que en ferry duraba dos horas y media, en esta maravilla, el Hovercraft, podía reducirse a 45 minutos, con la ventaja de que no ocurre el bamboleo de arriba abajo, que para quienes somos propensos al mareo, puede ser molesto.



Recorrimos Francia de Noroeste a Sureste, visitamos París que bien vale mucho más que una misa, ingresamos a España por San Sebastián, fuimos a Pamplona, Madrid, Toledo, giramos a Portugal, nos deleitamos con Coimbra, Lisboa, Faro, y reingresamos por el sur hacia Andalucía y sus maravillas, Sevilla, Granada, Córdova, Málaga. Allí nos embarcamos en un ferry hacia Ceuta que, con Melilla, son territorios de ultramar de España, colindantes con Marruecos, al extremo NW de África. La aduana en la frontera marroquí estaba en una pequeña oficina a la izquierda de la angosta carretera de dos canales, bajo un enorme techo de unos 12 x 12 metros. Estacioné a la derecha de la vía, y los tres veíamos con asombro que el piso bajo aquel alto techo, además de estar sombreado, estaba cubierto de mechones de pelo de gran variedad de color y textura, como el piso de una barbería tradicional en horas de mucha actividad. Mis dos acompañantes le dieron sus pasaportes al funcionario, a través de una pequeña ventana, y este procedió a sellarles la entrada sin mediar palabra. Pero cuando yo me coloqué frente a la ventanilla y le entregué mi pasaporte, el tinterillo con muy malas pulgas me lo devolvió diciéndome en mal tono que yo no podía entrar a su país porque tenía mi cabello demasiado largo. Al protestar por lo que supuse era una arbitrariedad del empleado, me dijo que era una orden del rey de Marruecos, Hassán II. Entonces comprendimos la razón de aquellas docenas de mechones de pelo cubriendo todo el piso en el área destinada al trámite aduanero.

Imaginen ustedes, en el año final de la década de los 60, con los Beatles causando furor en Europa, América y buena parte del resto del mundo, su música, su vestimenta y sus peinados marcaban la pauta para los varones que cayeron hechizados bajo su potente influencia cultural, y un monarca absolutamente anodino y retrechero, impone la prohibición de ingreso a SU reino, para quienes no lleven su cabello corto, lo que involucra a la mayor parte de los jóvenes que en ese entonces hacían turismo por el planeta.

Ante la disyuntiva de tener que devolverme, perder el viaje en ferry y la oportunidad de conocer Marruecos, opté por pedirle a mi amigo (cuyo corte era casi militar) que de manera disimulada se agachara en el piso peludo y recogiera mechones de pelo parecido al mío (negro y lacio entonces, hoy con nieves perpetuas), y a ella que hiciera con sus tijeras (toda mujer lleva en su cartera 128 artículos, incluyendo 23 totalmente inútiles) como si estuviera cortándome el sobrante que rechazaba el estúpido y anacrónico monarca, mientras yo embutía mis cabellos bajo la gorra. Luego de la ruidosa parodia, con sonidos y ademanes tijeriles muy obvios para el obediente súbdito en la nómina aduanera, y un montón de pelo negro en mi mano, fui hasta la taquilla y le lancé al abusivo empleado el pasaporte y el pelero. Él reaccionó disgustado llamándome “irrespetuoso”,a lo cual yo respondí: “Irrepetuoso es su rey, que impone esta caprichosa medida a quienes vienen en plan turista. Y no me haga perder más tiempo, que ya perdí demasiado pelo con este ridículo trámite”. Aparentemente eliminado el motivo para negarme el ingreso, aquel empleadillo tuvo que sellarme el pasaporte, y pudimos conocer Rabat, Tetuán, Casablanca, Tánger, Fez, sus callejuelas y bazares, siempre manteniendo mi cabellera oculta bajo la gorra, evadiendo un segundo desagradable encuentro con algún funcionario ansioso de cometer un mini atropello para complacer al caprichoso en el trono y, quizás, ganarse alguna felicitación por mantener en alto cánones obsoletos, reñidos con los avances de la civilización y las directrices de Los Beatles (que a pocos días de llegar a Londres, en septiembre del 68, me recibieron con su lanzamiento del video en el que ofrecían su “Get back” desde una terraza en un 4º piso, mientras los peatones en la avenida se paraban y volteaban hacia aquel espacio del cual emanaba esa deliciosa canción. Habría sido interesante que visitaran Marruecos en esa época, a ver si en el aeropuerto se hubieran atrevido a exigirles que mutilaran sus cabelleras, para complacer a Hassán, o serían deportados de inmediato).




Los ingleses en formalidad están en las antípodas de nosotros, que podemos conversar con cualquiera y en cualquier parte, como si nos conociéramos de años. Si no ha ocurrido la formal presentación, difícilmente un inglés conversará con un extraño, y eso abarca los espacios comunes que comparten los miembros de un College, que es el multiespacio que ofrece   residencia, capilla, comedor, Junior common room, canchas de juego, áreas verdes, en el cual convergen estudiantes de pregrado y postgrado (Research) de todas las especialidades, cuyo común denominador es ese Colegio al que pertenecen y con el cual deben identificarse en términos sociales, deportivos, culturales, académicos, etc. El príncipe Carlos (luego casado con Diana por arreglo morganático y convivencia catastrófica) fue asignado al King´sCollege en 1969, al Enmanuelle College iban los hijos de la “nobleza”. A mí me asignaron al Saint John´sCollege, que tenía un edificio llamado el “new building” porque era dos siglos más joven que el resto de las viejas edificaciones.  Pero habiendo sufrido durante 7 semanas los rigores del frío propio del invierno boreal en enero y febrero del 69, desesperado exigí que me ubicaran en una residencia con mejor calefacción, y tuve la suerte de que estaban desocupando un apartamentito del Cripps Building, por el que yo babeaba a diario, pues había ganado el primer premio de Arquitectura el año anterior, y sus instalaciones eran modernas, con calefacción suficiente como para suspender el curso intensivo de pingüino que yo estaba realizando, contra mi voluntad y mi naturaleza tropical, en mi primera residencia, fuera del campus.

A quienes han visto alguna de las películas de “Harry Potter” les aclaro que esa arquitectura no es exclusiva de Hogwarts, pues la absoluta mayoría de los comedores y capillas de las antiguas universidades de Inglaterra son de ese estilo, de piedra labrada con extrema sobriedad. La toga es de obligatorio uso para la cena, y se diferencian en el largo de las mangas, cortas para los alumnos de pregrado (cuyas mesas están en el centro), a media distancia entre codo y muñeca para los de postgrado (con mesas al lado izquierdo de la nave), y tapando parte de la mano para los profesores, que se sientan al fondo, donde está el altar en las iglesias).

Si mal no recuerdo, sería en mayo de 1970, cuando uno de los research students con quienes había compartido muchas cenas, se levantó y, con cierta solemnidad, porque formalmente no había sido “introduced” a todos los allí presentes (yo no lo conocía), nos preguntó; “¿Alguno de ustedes querría volar conmigo una hora por dos libras y media de costo? (a Bs 10,80 que se cotizaba la libra esterlina entonces, eran 27 bolívares, una ganga por una hora de diversión y turismo aéreo). Al unísono levantamos las manos Bernard (inglés, amigo mío) y yo. El joven que había hecho la propuesta simplemente nos dijo: “Nos vemos mañana a las 9 am en la puerta principal del College”. Y aquel sábado, muy puntuales, estábamos Bernard y yo esperando al piloto que nos había obligado a morder su anzuelo con sólo mencionar que volaríamos. La aventura comenzó casi de inmediato, pues resulta que Bernard y nuestro Saint Exuperi local eran motociclistas, y compitieron en velocidad en el trayecto al aeropuerto, conmigo,  aferrado a Bernard, de chivo expiatorio de aquel exceso en dos ruedas,, que felizmente no tuvo incidente que lamentar.

En el pequeño y sencillo aeropuerto de Cambridge, llegamos a un galpón mediano, y nuestro piloto preguntó quién iría en la primera hora de vuelo. Lógicamente señalé a Bernard y recibió un raído traje de una pieza que cubría las cuatro extremidades y el tórax, que se usaba sobre la ropa que uno llevaba. Nuestro anfitrión de aventura aérea se fue por unos minutos, al cabo de los cuales apareció con un avión biplano forrado en lona obscura, con hélice en la proa  y dos compartimientos, no techados, con nuestro piloto en el asiento trasero, y al delantero fue a dar el pionero Bernard. Aquella obvia reliquia de los años 30 se alejó muy lentamente, y luego los vi despegar, tan despacio se elevaban que parecía una proyección en cámara lenta. Al cabo de lo que debe haber sido un lapso correspondiente a una hora, reapareció el biplano frente al hangar donde yo esperaba. Bernard, con la hélice girando, se bajó y se quitó el overall, entregándomelo, y haciendo señas de que me apurara. Mientras me vestía de copiloto de la entreguerra, le pregunté tímidamente cómo había sido el vuelo, y Bernard, con picardía, se limitó a mostrarme sus dos puños con el pulgar hacia arriba.

Ocupé mi puesto entre la hélice y el piloto, observé que también tenía volante, palancas y una manguera negra corrugada, que mediante señas a un espejo retrovisor a mi izquierda, el piloto me indicaba que me la pusiera al oído. Era nuestro equipo de comunicación, un extremo en mi  oreja y el otro extremo en la boca del capitán, y cumplía su propósito a pesar del ruido del motor a poca distancia frente a mí. Maniobró hasta la cabecera de la pista, y suavemente nos deslizamos por ella hasta que aquel armatoste pareció comenzar a flotar, tan lenta era nuestra elevación que casi daba la impresión de que estábamos en un globo de aire caliente. Cuando aquel avión estuvo a unos trescientos metros de altura respecto del aeropuerto y la cercana ciudad de Cambridge, seguimos desplazándonos en leve diagonal de subida, y el espectáculo que ofrecían todas las porciones que yo reconocía de la ciudad universitaria, era tan maravilloso, y aquella especie de suspensión imperceptible desde la cual disfrutaba de la mejor pantalla de cine que jamás hubiera conocido, que, lo juro por mi madre, durante esos diez minutos que nos tomó alejarnos de áreas pobladas, pensé que yo repetiría aquella vivencia cada sábado, por extremadamente placentera y barata. El avión ascendió a unos 800 metros y entonces vi que el piloto, con la manguera en la boca, me hacía señas para que pusiera mi extremo en la oreja, y me hizo la pregunta de las 64.000 lochas: “¿Are you ready?”. Confundido, sin entender  por qué me preguntaba si estaba listo, cuando ya llevábamos más de diez minutos volando, no tuve otra opción más que mostrarle mi puño con el pulgar hacia arriba. De inmediato el avión se dirigió en perfecta vertical hacia tierra, para girar 180 grados en sentido contrario y subir a toda velocidad, conmigo convertido en alguien congelado por la sorpresa y el miedo. Arriba, el angelito con quien pensaba compartir cada sábado -antes de que la situación diera ese vuelco inesperado-, se dedicó a hacer maniobras de giro en vuelo horizontal, loops y giros laterales, por unos 15 minutos, durante los cuales yo sufrí mi vía crucis personal, intentando no tocar ninguno de los controles correspondientes al asiento delantero, no fuese a empeorar involuntariamente aquel caos, mientras vomitaba hasta residuos de comidas de hacía semanas, que mis ahorrativos intestinos seguramente guardaban para una ocasión como esta.

Nuevamente el piloto en el retrovisor, con aquel revoloteo mi pierna izquierda se había enredado con la bendita manguera corrugada y la saqué de su ubicación regular, quedando Saint Exuperí 2 y yo a merced de las señas en el retrovisor. Agradecí la utilidad de aquel overall que recibió buena parte de mis restos digestivos, salvando a mi ropa y evitándome la humillación de regresar al College embadurnado y oloroso, no precisamente a Chanel Nº 5. Opté por darle al retrovisor nuevamente un “thumbs up”, ya que suponía que no me quedaba nada que expulsar de mi cuerpo, el mareo ya me ocupaba al 100%, y no era apropiado interrumpir su diversión al Ingeniero estudiante de postgrado   que apenas olvidó mencionar que en sus fines de semana se dedicaba a su afición por las acrobacias aéreas, y como le cobraban 5 libras por el alquiler del avión durante una hora, averiguó que podía incorporar a otro en el asiento delantero, pues alquilaba todo el avión, y con ese acompañante él podía volar dos horas con las 5 libras que pagaba antes, para volar una hora, solo. Bernard luego me confesó que por nada me hubiera informado sobre las maromas aeronáuticas, a él le fascinaba el efecto que esas locas volteretas provocarían en mí, y eso era un plus en aquella experiencia. ¡ El mareo me duró tres días !. Aquel frenesí acrobático fue mi debut y despedida.

                                             

domingo, 24 de noviembre de 2019

Creencias y Ciencias. Contrarias e incompatibles.

Creencias y Ciencias. Contrarias e incompatibles.
Edgard J. González.-
Gracias a los esfuerzos de una minoría de individuos, con curiosidad y metodología, que se dedicaron a observar, comparar, experimentar, calcular, organizar y explicar toda la información que recopilaron a lo largo de sus vidas, además de inventar y producir los aparatos, equipos, maquinarias e instrucciones imprescindibles para sacar provecho de sus descubrimientos,es obvio e innegable que la humanidad ha avanzado, en el reciente segmento de veinte mil años (una nimiedad en los siete millones de años que le tomó a los primeros homínidos, separarse de sus primos en el reino animal, los simios -gibbones, orangutanes, gorilas y chimpancés-, que a su vez evolucionaron de los monos, primates inferiores, a lo  largo de más de 20 millones de años, otra nimiedad, si consideramos que la vida en este planeta comenzó hace 4.000 millones de años, luego de 500 millones de años que requirió la corteza terrestre (espesor: 5 a 70 kmts) para enfriarse y endurecerse, a la pequeña escala del sistema solar, un grano de arena en la Vía Láctea, una entre cientos de miles de galaxias que conforman, junto a huecos negros, asteroides y cometas errantes, el vasto, infinito Universo, en expansión desde hace 13.800 millones de años, cuando inició con el Gran Estruendo, el Big Bang).
Paso a paso aquellos primeros homínidos, que conformaron diversas especies (con la del homo sapiens salvándose de la extinción) fueron produciendo cambios y avances; Desde el caminar erguidos, con las extremidades superiores abocadas a tareas cada vez más elaboradas, abandonar los bosques y dominar las sabanas, todos estímulos para aumentar el volumen y la capacidad del cerebro. Crear flechas y arcos, ocupar las cavernas, dominar el fuego, reunirse en torno a la fogata, alimentarse de carnes cocinadas, con menor esfuerzo y mayor tiempo para establecer lazos con los miembros de cada grupo, organizarse en clanes, generar formas de comunicación, por señas, por ruidos, por símbolos, hasta generar los lenguajes. Protegerse del frío y la lluvia con las pieles de sus presas. Domesticar vegetales y animales, sedentarizarse mediante la agricultura y la cría, intercambiar lo excedentario con otros grupos, inventar la rueda, el arado, los surcos de riego, usar caballos, toros, renos, como fuerza de tiro y vehículos, asignar valor a la sal, el oro, la plata, como monedas para facilitar el intercambio comercial, aprovechar la energía natural de las corrientes fluviales, de los vientos, para producir energía mecánica, canalizar la energía de la combustión de la leña o el carbón para mover las máquinas de vapor, y con ellas ofrecer las maravillas del barco que no depende de los vientos, del ferrocarril y la industrialización. A mediados del siglo 19 los avances dieron un doble salto cuantitativo y cualitativo, ampliando sus alcances y multiplicando la cantidad de beneficiarios, al abaratar sus costos y el acceso a los nuevos portentos: La Fotografía, el Telégrafo, la Electricidad (que permite iluminar calles y hogares, hace funcionar equipos), el Teléfono, el vehículo automotor a gasolina o gasoil, el Cine, la Radio, el Avión, la Televisión, el Computador y los programas y equipos que llevan la informática a cualquier espacio y usuario, transmisión satelital, sonidos e imágenes a color con cada vez mejor definición, en diminutas o gigantescas pantallas, incluso en esa eficiente secretaria electrónica que realiza docenas de tareas y llevamos en el bolsillo, el celular.
Hoy podemos conversar, escuchando y viendo a nuestro interlocutor, aunque esté en las antípodas del planeta, a veinte mil kilómetros de distancia. Mediante equipos de laparascopia que reproducen los movimientos de las manos del cirujano, un médico puede operar a un paciente que está en un quirófano a cientos o miles de kilómetros de distancia. Doce astronautas estuvieron sobre la Luna en seis misiones del proyecto Apolo, de 1969 a 1972, cientos han estado en estaciones espaciales a 200 o 300 km/snm orbitando en torno a nuestro planeta. Ya hay drones, naves no tripuladas, manejados a control remoto, fotografiando o bombardeando objetivos a miles de kmts de distancia del operador, y vehículos de carga o pasajeros, que circulan sin conductor, vacunas que eliminan la aparición de enfermedades que atacaban a millones de seres humanos , lisiando o matando a muchos, bibliotecas que ofrecen la mayor variedad de libros y publicaciones en cualquier ciudad o pueblo, así como la INTERNET con suficiente información al alcance de cualquier equipo, celular, tablet, laptop o computador de escritorio.
A pesar de lo anterior, todavía encontramos demasiada gente con esquemas mentales anacrónicos, anclados en épocas muy anteriores a este presente abundante en información certificada, veraz, científicamente demostrada. Muchos son totalmente analfabetos, no han estado en la escuela formal ni siquiera para aprender a leer y escribir, muchos son analfabetos funcionales, estuvieron en aulas de clases, incluso de secundaria y universidades, saben leer, escribir, y se supone que aprendieron los rudimentos básicos de las materias elementales, matemática, física, química, geografía, historia, biología, geología, pero menosprecian los resultados de esas ciencias, unos porque no los dominaron suficientemente durante sus estudios, otros porque prefieren anteponer sus dogmas y los conceptos errados que fueron elaborados desde la más absoluta ignorancia, adaptando los fenómenos naturales a las interpretaciones de los textos “sagrados”, y rechazando todo lo que contradiga y debilite las fábulas y las falacias religiosas. Esa parte de la humanidad es cuantiosa, y sigue estancada más cerca de la inquisición que de la universidad moderna. Incluso difunde por las redes textos que no sólo omiten verdades esenciales que debieron aprender en la escuela o a través de documentales de TV, sino que resaltan las mayores contradicciones que afectan a sus creencias. Son goebbelianos, repiten sus falacias convencidos de que promueven y suman adeptos, basados en la prepotencia de ser mayoría. Hasta 1492 la absoluta mayoría “creía” que la Tierra era plana, la formalidad de los viajes de Colón poniendo rumbo al oeste de Europa, demostró la condición esferoidal de nuestro hogar planetario. Sin embargo algunos analfabetos, absolutos o funcionales, insisten patéticamente en sostener que es plano, como también afirman que son reales los seres imaginarios a los que atribuyen omnipoderes, que incluyen la creación del Universo (hace 6.023 años según la versión bíblica), en una relación sadomasoquista, con mucha veneración y sumisión, sin contraprestaciones tangibles a cambio.
Leonardo Da Vinci tuvo que escribir al revés la mayoría de sus observaciones porque sus propuestas o descubrimientos contrariaban los conceptos que el poder -político, eclesiástico y militar- oficialmente sostenía en su época. Hoy difícilmente hallamos a quien pueda negar la calidad de sus pinturas o la importancia y valor pionero de sus geniales señalamientos e invenciones, explicados por escrito y en dibujos. Da Vinci y Galileo gozan de sincera y amplia admiración desde que aquellos estrictos cánones ceñidos a la biblia y otros textos considerados sagrados e infalibles, fueron gradualmente desplazados por los conceptos derivados del metódico trabajo de científicos que siguieron sus pasos. Charles Darwin con sus apuntes de lo observado en su largo viaje por el mundo en el Beagle, organizó esa información y ofreció la conclusión lógica que de ella derivaba; Vegetales y animales son producto del proceso evolutivo que a través de miles o millones de años les impuso cambios para adaptarse a las condiciones de cada medio en el cual buscaban sobrevivir. Una especie, lagarto, ave, quelonio, puede presentar diversas formas, en virtud del clima, el relieve, y la existencia de recursos en el espacio en que se desenvuelve. Sin embargo, Darwin sufrió en vida -y todavía hay quienes lo atacan ferozmente- porque lo esencial de sus valiosos descubrimientos resta veracidad a la antigua y prevaleciente cosmovisión basada en la creación de todo el Universo y su contenido, en seis días, por un ser omnipotente, omnipresente y omnibondadoso, al que sus propias leyes -expresadas en diez mandamientos- exigen rendir permanente culto y sumisión,  en actitud acrítica y masoquista (pues hay que agradecerle incluso por lo negativo, interpretado como castigo por el pecado original de la primera pareja humana -él hecho de barro, ella de costilla masculina, piedra angular del machismo). La alienación obliga a los creyentes a rechazar los resultados demostrados de la Geología, la Antropología, la Biología-la Botánica y la Zoología-, la Arqueología, la Física, la Química, la Astronomía, para no desencuadrar los conceptos obviamente errados de las religiones, que a su vez repiten cosmovisiones de religiones anteriores, a las que cada generación ha agregado más material para engrosar la narrativa que sostiene a cada una; el islám fue fundado hace 13 siglos, el cristianismo surge hace 20 siglos como disidencia del judaísmo, que tiene más de 3.000 años y varias previas religiones, de las cuales estas tres monoteístas tomaron y adaptaron las porciones que les convenían.
Atribuyen a Descartes la valiosa y sabia frase “PIENSO, LUEGO EXISTO”, de la cual sólo nosotros, los Homo Sapiens, podemos extraer su significado (el resto de los animales, hasta ahora no han demostrado poder realizar los procesos mentales que llevan a pensar, razonar, abstraerse, para inferir algo importante respecto de ellos mismos, más allá de las instrucciones atávicas e instintivas que rigen sus conductas). Pero esa frase no puede estirarse hasta decir “Todo lo que pienso existe”, que daría existencia a lo IMAGINARIO, esa amplia colección de seres de ficción que van de los múltiples dioses del Politeísmo en la antigüedad, hasta los dioses de cada religión de las decenas que se mantienen en el Monoteísmo, y el chupacabras, el monstruo del Lago Ness y los marcianos. 
Yerran al esperar que las soluciones provengan de un ser imaginario, inexistente, que JAMÁS ha demostrado su utilidad (salvo como fantasía que sirve para controlar masas). Aunque la absoluta mayoría de una sociedad CREA en la existencia y la omnipotencia de algo, ese factor cuantitativo dominante no le confiere existencia real. Los dioses fueron CREADOS, INVENTADOS por nuestros más antiguos ancestros, y precisamente por las enormes dificultades de sostener esas fantasías múltiples, se han reducido a uno en cada religión, que  sólo se ocupan de difundir su respectiva propaganda, para prolongar el efecto de las falacias religiosas, y las estructuras de poder y dominación, hábilmente usadas por las autoridades eclesiásticas y los politiqueros de turno, para manipular a la sociedad, y mantener a su audiencia cautiva esperanzada.
Entre la vasta bisutería que caracteriza a la dimensión religiosa, sobresale el constante llamado a RESPETAR las creencias, como expresión cultural (de un individuo, de un grupo, de una sociedad o su mayoría), y esa es la vacuna, el antídoto esencial para evadir o impedir que se cuestionen las falacias y contradicciones propias de toda creencia, son su base estructural. Y resulta que no todo es respetable, puesto que aquello que se sostenga en mentiras o ficciones no puede exigir que se le respete, alegando que la mayoría las repite, o que las apuntalan con una intensa fe. Un maestro no podría pedir perdón a sus alumnos, por haberlos evaluado negativamente en un examen, cada vez que respondieron incorrectamente. No es un irrespeto señalar a los alumnos que están errados al afirmar que 5 x 7 da 89, tampoco es un irrespeto señalar a los creyentes que el Universo no fue creado en seis días, que al primer hombre no lo hizo un "dios" usando barro, ni a la primera mujer la hizo ese "dios" -innegablemente MACHISTA- de la costilla del primer hombre, como para que no queden dudas de la obvia inferioridad de las mujeres y su subalternidad respecto de los varones. Tampoco es irrespetuoso señalar lo imposible de que Noé construyera una gigantesca arca y en ella  reuniera parejas de cada especie animal, y las mantuviera vivas y sanas durante los 40 días del "diluvio". No se falta al respeto cuando sostenemos que NO se puede caminar sobre el agua, ni multiplicar por miles tres panes y dos peces, ni tocando al leproso se le cura de su terrible enfermedad, ni hay opción de RESUCITAR luego de estar muerto muerto!!. Los creyentes evaden la discusión, alegando que los argumentos en contra de sus creencias son irrespetuosos, y eso equivale a que un sospechoso de haber cometido un delito, se niegue a identificarse y responder preguntas de la policía, alegando que a él acaban de rociarlo con agua bendita, lo que lo exonera de cualquier irrespetuoso trámite policial y legal.  Quien cree, no sabe.  Quien sabe, no cree.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Otras anécdotas deliciosas.

Otras anécdotas deliciosas.
Edgard J. González.-
Con doce años hice el papel de paje en una obra de teatro clásico dirigida por Romeo Costea, estrenada en vivo y directo por Televisa (luego sería Venevisión) y con tres presentaciones en la Alianza francesa, en una vieja y grande casona, cerca del final oriental de la avenida Andrés Bello en Caracas. Mi breve actuación no tuvo problemas en su transmisión televisiva y en sus dos primeras presentaciones en la pequeña sala de la Alianza. Pero, ya con el traje, la peluca y el maquillaje para representar al paje, vienen al camerino los directores del Conjunto Infantil Liliput, a cargo del programa Bambilandia (que salía al aire los domingos a las 5 pm, también por Televisa y en vivo). El señor Pedro M. Layatorres se limitó a saludarme, pero la señora Esther B. Valdés me dedicó algún tiempo, en tono agudo y modo argentino; “Ché, esta noche tenés que esmerarte más, recordá que nosotros estaremos en primera fila, pendientes de vos, de cada gesto y palabra”. Eso me puso nervioso, lo cual nunca me había pasado (ya era veterano en radionovelas). En el clímax de la trama, yo entraba al escenario y anunciaba algo trascendental “el matrimonio de la princesa se deshizo”, a partir de lo cual el drama arreciaba, por lo que implicaba la información crucial que yo daba. Sin inconvenientes las tres veces anteriores, esta vez los nervios me hicieron cometer un error, ni siquiera me di cuenta de qué exactamente, pero lo supe porque en lugar de la reacción de asombro general a raíz de mi anuncio, esta vez hubo risas. Pregunté en el camerino, y supe que había gritado anunciando que “¡ la princesa se deshizo !”. 
El 26 de febrero de 1998 ocurrió un Eclipse solar que fue visible en toda Sudamérica y los venezolanos se prepararon con anticipación, algunos viajaron a la Península de Paraguaná, en Falcón, donde el evento astronómico ofrecía más visibilidad por la escasa nubosidad y los constantes vientos. La noche anterior, dos amigos de ALDA (Asociación Larense de Astronomía) participaban en un programa de la estación televisiva Promar, informando detalles científicos sobre el evento por suceder. Necesitaba hablar con uno de ellos, a quienes veía por TV, y fui a la sede de Promar, en el este  de Barquisimeto, donde pude ver el final del programa preparatorio. A Guerrero y Morillo les solicitaron participar en el programa que transmitiría el eclipse, y ellos, para evadir ese largo compromiso, al verme allí, raudos propusieron que yo me hiciera cargo al día siguiente, sin siquiera consultarme esos muérganos. Yo agradezco que en la lotería de los millones de espermatozoides que compiten por fecundar el óvulo materno, el vencedor transportara la Y que me hizo varón, porque era incapaz de negarme a cualquier cosa que me propusieran, y de haber sido hembra habría sufrido no menos de 22 embarazos. Llegué a  las 10 am, en la planta José Barreras se encargaba de las entrevistas, mientras Caripá transmitía desde el Zoológico de Bararida, indicando las presuntas variaciones de conducta de los animales a medida que la luz solar se difuminaba gradualmente al atravesarse la Luna. Durante horas di explicaciones y respondí -en la medida de mis conocimientos- preguntas del entrevistador y de la audiencia. Dos incidentes menores ocurrieron; Caripá había informado que a los animales les dieron temprano lo correspondiente a su cena y al ocurrir el eclipse, estos habían asumido que ya era de noche, siendo todavía de tarde. Yo aproveché esa información para indicarle a los de Promar que llevaba allí más de seis horas, los animales del Zoo ya habían cenado, y ¡ a mí no me habían dado ni un vaso de agua!. También apareció como invitada una “astróloga”, que disertó sobre “las consecuencias astrológicas del eclipse sobre la humanidad”, y cuando hubo la pausa para propaganda, Barrera le propuso que sería interesante que me hiciera la carta astral. Al preguntarme -en off- cuál era mi signo zodiacal, de inmediato le advertí que yo rechazo todo tipo de paparruchadas, y que me dejara fuera de su dinámica. Cuando Barrera le preguntó si ya tenía mi carta astral, ella -un tanto nerviosa- le dijo que no, que “eso era un asunto muy delicado”. Como complemento a esta anécdota, lean: www.analitica.com/opinion/las-mentiras-del-horoscopo/
Siendo alumno del Liceo de Aplicación, iba en autobús para llegar a tiempo, pero regresaba a mi casa a pié, porque para retornar no hay que cumplir estricto horario y es más divertido caminando. En una ocasión el tráfico en la avenida Páez se detuvo, a la altura del Bar Maitena, y tuve que hacer a pie las tres cuadras hasta el LA, que entonces tenía casi enfrente, en medio de la avenida Páez, el monumento de la India del Paraíso, luego mudado al inicio de la avenida, a la entrada de La Vega y Montalbán. Con estupor observamos el motivo de la tranca vehicular: Un carro modelo años 50 había chocado contra la parte inferior del monumento, quedando destrozada su porción frontal, muerto el conductor, y en la maleta abierta se veían muchos guantes, bates y pelotas de beisbol. Luego supimos que esa persona, acuciada por quién sabe qué razones personales e intensas, dejó escrito que estaba muy enamorado de la India, que pasaba a menudo por allí pero ella ni se dignaba a mirarlo, y optó por chocar su carro contra el alto y esbelto monumento, como prueba extrema de su amor no correspondido. Era instructor de beisbol en una organización para promesas juveniles, y tomó la decisión menos indicada.
Tres del IPC; El recordado y buen profesor Pedro Felipe Ledezma, solía conversar fuera del aula con quienes disfrutábamos escuchar sus historias, y una de ellas refería que durante la anterior dictadura militar (Pérez Jiménez, nov 48 ene 58), siendo adeco y combatiendo desde la clandestinidad, en ocasión de cambiar de “concha” (escondite temporal) manejaba nervioso su vehículo y no pudo evitar atropellar a un peatón, como tampoco su ética le permitía dejarlo allí y darse a la fuga. De modo que optó por cumplir su deber esencial, montó al herido en su carro y fue hasta el Puesto de Socorro de Salas (donde hoy está la sede del Ministerio de Educación), estacionó al frente, cargó a su víctima y lo colocó sobre una camilla que estaba en la entrada. Gritó “un herido, un herido”, y tuvo la suerte de escapar sin que lo detuvieran, dirigiéndose a su nueva concha. Casualmente conocí bien ese centro hospitalario, pues mi madre -enfermera- trabajó allí varios años, y yo estuve con frecuencia en ese Puesto de Socorro, incluso aprendí lo elemental de sacar radiografías, me adiestró Parra, el radiólogo, y varias veces me ocupé de hacer rayos X de casos sencillos, fracturas en brazos o piernas. A la entrada, había un área rectangular en la que regularmente estaba una camilla, para ganar tiempo en caso de emergencias. A la derecha, pero sin vista hacia afuera, estaba el área ocupada por la Policía o la PTJ, que sí veían el espacio donde atendían a los heridos, y a la izquierda estaba la mitad del edificio -de apenas dos plantas- destinada a las salas de hospitalización. Esa organización espacial permitió que el profesor dejase a su accidental víctima en condiciones de ser atendido, y que él pudiera culminar su cambio de concha exitosamente.
El Pedagógico de Caracas tiene un edificio central muy bello y sobrio, pero los estudiantes de Geografía e Historia, y de Filosofía, estábamos ubicados en “el pueblito”, dos hileras de salones de una sola planta, construidas en la parte trasera del terreno del IPC, donde luego levantaron un sencillo auditorio para substituir al viejo teatro, sacrificado en aras del Distribuidor La Araña. Un andino humilde y servicial, el señor Uzcátegui, era el bedel que resolvía todo en nuestro Departamento. Cursando ya el cuarto año de la carrera, un hijo del apreciado señor Uzcátegui fue vilmente asesinado, con un tiro de rifle FAL desde la esquina suroeste de los terrenos del Hospital Militar.A 20 metros hay una franja de unos 4 metros de ancho, por donde circulaba el ferrocarril en el oeste de Caracas (pasaba a 250 metros de nuestra casa materna, en Artigas), y al cesar el funcionamiento del tren, esa franja fue invadida y sobre ella construyeron cientos de pequeños ranchos. En una de esas precarias viviendas, frente al HM, vivía una muchacha que era cortejada por el hijo del señor Uzcátegui y por un soldado de la tropa encargada de custodiar el Hospital Militar. La chica prefirió a Uzcátegui y el cobarde militar desahogó su despecho matando al rival. Por supuesto que al enterarme del lamentable suceso, averigüé la dirección de la casa donde velarían al occiso y asistí a dar mis condolencias al señor Uzcátegui. Me sorprendió que yo era el único del Pedagógico allí presente, ningún alumno o profesor fue, y ello me obligó a ir al entierro al día siguiente, por el temor de que no hubiera alguien del Pedagógico acompañando al servicial bedel en su despedida al hijo. El sepelio tuvo lugar en “La Peste”, una ladera semi-empinada donde asignan parcelas a quienes no tienen ni pueden pagar una en la parte plana del Cementerio General del Sur, Caracas. A todas estas, yo era el único asistente del Pedagógico, y el señor Uzcátegui la única persona que yo conocía en aquel reducido conglomerado de dolientes, de manera que todo el tiempo estuve cerca del acongojado padre en duelo, haciendo equilibrio en la leve pendiente donde cavaron la fosa y sembraron al joven. Culminado el proceso de cubrir la humilde urna con tierra, un señor mayor le dice al señor Uzcátegui, que está a mi lado, “Compadre, 4723”, El señor Uzcátegui, entre sorprendido y molesto, le responde: “No compadre, estos no son momentos de estar jugando terminales”. Y el amigo le aclara: “¡ No es un terminal de lotería, es el número de la cruz sobre la fosa, para que ubique a su hijo cuando venga a visitarlo !”. En La Peste no hay las coordenadas usuales para localizar una precisa tumba, tan sólo la sencilla cruz de madera rústica pintada de negro, con su número en blanco.
En el IPC los del turno de la mañana teníamos clases de 7 a 12, y un mediodía, ya de salida, uno de mis compañeros durante los 4 años de estudios, caminando a mi lado me dice que tiene un terrible dolor de cabeza, y al preguntarle sobre la posible razón, algún alimento que le produjo indigestión, el extremo calor de aquella mañana, me respondió que el dolor de cabeza se lo produjo por abrir un bolígrafo. ¿Tan apretada estaba la tapa? Le pregunté, medio confundido. Y muy serio me dijo que por el enorme esfuerzo de abrirlo sin tocarlo, usando exclusivamente su poder mental !Casi tres años después ese mismo compañero fue el primero en visitarme, a mi regreso de Europa, en enero del 71: Me anuncia una sorpresa y vamos a su vehículo, estacionado a poca distancia de mi casa, y me muestra a su esposa, una linda y simpática joven, de quien yo había sido inofensivo y breve noviecito años atrás.

En aquella Televisa donde Bambilandia presentaba su programa dominical, tuve el privilegio de ver a  Celia Cruz, con la Sonora matancera, sobre un templete improvisado en el estacionamiento, durante el Carnaval de 1958. Y una dramatización muy comprimida de los sucesos esenciales de la Semana Santa, con el primer actor Pedro Espinoza haciendo de Cristo, y yo entre docenas de extras, de diversas edades y sexos, que veían pasar a Jesús de Nazareth cargando la cruz frente a la multitud. Como todavía no existía el videotape, y todo salía en vivo y directo, el tiempo entre escenas sí que era oro, y el coordinador me asignó la tarea de correr en determinado momento, algo normal en un niño en cualquier época, por la larga entrada lateral de garaje, que hacía de calle. Mi llegada al final de la “calle” sería la señal para tener lista la siguiente escena, la resurrección. En aquel set habían elaborado con madera y cartón la cima de una montaña, que se abriría lentamente para dejar salir a Cristo levitando. Aquel decorado tendría unos 3 metros de alto por 3 de diámetro, y Espinoza debía ingresar por detrás y permanecer en cuclillas, hasta que con alambres -casi invisibles a la cámara, con imagen en blanco y negro- separaban en dos mitades aquella cima, y el actor, subiendo por una escalera, muy despacio para dar la impresión de que flota, se muestra casi de cuerpo entero sobre la montaña, la imaginación se encarga del resto. Todo salió bien en el ensayo previo, pero cuando comenzaron a tensar el alambre, este se rompió, y la montaña por supuesto que no se abrió. Espinoza, un veterano de la actuación, al darse cuenta de que el mecanismo no funcionaría, hizo de tripas corazón, subió la escalera hasta que con sus brazos pudo empujar las dos mitades de la cima, lo cual, junto a su expresión de Cristo disgustado, ofreció un final muy sísmico y diferente a la escena originalmente diseñada, con cero levitación y mucha fuerza bruta. 

domingo, 3 de noviembre de 2019

La discriminación al revés.

La discriminación al revés.
Edgard J. González.- 

Este Octubre 2019 ha sido extraordinariamente convulso. No con la intensidad de aquel octubre en 1962, cuando el planeta entero estuvo a punto de sufrir su primera (y última) batalla nuclear, enfrentadas las dos mayores potencias -EEUU y la URSS, Kennedy Krushov- en el Caribe, con la crisis de los  misiles en Cuba, y Fidel de parásito sin voz ni voto. Este octubre ha producido sucesos que ponen en aprietos a los medios a la hora de decidir a cuál dar prioridad, más y mejor cobertura. Conflictos de vieja data y manifestaciones puntuales. Destacan por su intensidad y la importancia que circunstancialmente tienen en el mapa de la geopolítica mundial, los de Siria, Hong Kong, Brasil, Ecuador, Chile, y reciben trato secundario los sucesos en Irán, Reino Unido, Líbano, Argentina, Bolivia, Haití.

A la ya de por sí preocupante falta de información en que los medios incurren, por ahorrar espacio o tiempo, o por inducir una interpretación favorable a las posiciones de los propietarios y directivos de cada medio, se suma la creciente tendencia de “lo políticamente correcto”, que va imponiendo sus pautas y esquemas, y gradualmente conduce a los consumidores de noticias a adoptar sus puntos de vista, que en virtud de las injusticias que en el pasado soportaron algunos conglomerados humanos por ser negros, por ser indígenas, por ser mujeres, por ser homosexuales, por ser pobres,
considerados como inferiores por ser diferentes, y luego de que en la mayoría de los países del orbe todas esas formas de discriminar han sido muy reducidas o erradicadas del todo, la “corrección política” pretende darle un giro de 180 grados a aquella situación histórica, ya superada, e imponer que la superioridad es inherente a esos conjuntos humanos que fueron discriminados, y en función de aquella injusticia, ahora debemos respaldar toda iniciativa que emane de esos grupos, de manera incondicional y acrítica, como por remordimiento y en compensación, estamos obligados a apoyar cualquier causa motorizada por los negros (black lives matter), los aborígenes (evadieron el mestizaje, mantienen su pureza, y superaron el absoluto genocidio que las leyendas negras asignan a los procesos de conquista y colonización que potencias europeas realizaron en los otros 4 continentes), las mujeres (de preteridas por el patriarcado deben disfrutar de prioridad y privilegios ahora, incluyendo darle crédito a cualquier acusación contra un hombre, aunque sea desde el anonimato, sin presentar pruebas, con décadas de retardo y anulando la presunción de inocencia, columna de la Justicia moderna). La corrección política exige que disfruten de compensaciones, por las reales o inventadas injusticias del pasado, los descendientes de las presuntas o genuinas víctimas, aunque estén a distancia de varias generaciones de esas injusticias.

En Hong Kong, ex colonia británica cuyo control fue devuelto a China el 1º de julio de 1997 con la condición de que mantuviera su status propio por 50 años, respetando sus libertades e idiosincrasia, ya lleva 4 meses de manifestaciones contra la intención del régimen comunista de aplicar medidas restrictivas, que violan el acuerdo. Pero este mes la represión china se pasó de la raya y tuvieron la primera víctima por disparo policial. Un conflicto singular, David democrático contra Goliat totalitario. Los ayatolas de Irán autorizaron a 4.000 mujeres a asistir por primera vez a un estadio a ver un partido de fútbol de la selección iraní (custodiadas por 300 mujeres policías, separadas de los varones, en un estadio para 70.000). En el norte de México, fue detenido el narcocapo Ovidio Guzmán López, hijo del Chapo Guzmán (cadena perpetua en EEUU), a cargo del poderoso Cartel de Sinaloa. Su banda armada causó muertos, heridos y destrucción, y López Obrador ordenó liberar al detenido y no actuar contra el Cartel, dejando en ridículo al Ejército, y sin majestad a la Presidencia que ocupa, rendido ante el Narcotráfico. Progresistas, feministas, los políticamente correctos, no se pronuncian contra la dictadura de China, el machismo de Irán o la insólita cobardía y negligencia de AMLO.

El pueblo kurdo, que reclama para sí un pequeño territorio que abarca espacios de Siria y Turquía, ha enfrentado eficaz y valientemente al bestialato islámico, con el apoyo de EEUU, que de repente se retira de Siria, lo que aprovecha el déspota Erdogan para bombardear a los kurdos, alegando que libera ese territorio al norte de Siria. Para complicar aún más el panorama, Bashar al Assad llega a un acuerdo con los kurdos, y Trump rebalancea su contraproducente retiro de tropas, amenazando a Erdogán con severas represalias si mantiene su agresión a los kurdos (uno ayudó a conocer el ADN del cabecilla del ISIS, Abú Bakr al Baghdadi, eliminado en reciente operación militar de EEUU en el norte de Siria).

En Beirut, Líbano, el anuncio de un aumento en el costo de Whatsapp provocó protestas que fueron añadiendo quejas sobre la corrupción administrativa, incremento de la pobreza, y forzaron la renuncia del Primer Ministro Hariri (cuyo padre ocupó ese cargo, y fue asesinado en 2005). En Haití, también piden la renuncia del  presidente Jovenel Moise, pero demasiado tiempo bajo el primitivo yugo de Papá Doc Duvalier, el Vudú, los Ton Ton Macoutes, dejaron una impronta que condena a ese pobre país a permanecer en el más oprobioso atraso. Intensas manifestaciones en Chile (aumento pasaje Metro), y Ecuador (aumento precio combustibles), con estudiantes e indígenas de principales
protagonistas respectivamente, han obligado a los presidentes Piñera y Moreno a responder de modo complaciente, dados los niveles de desestabilización y destrucción causados. El aumento del pasaje en Metro sólo aplicaba en las horas pico, y no afectaba al pasaje estudiantil, sin embargo 76 de 136 estaciones, y algunos buses, sufrieron graves daños, que reducirán la calidad del servicio mientras se reparan. El aumento de los combustibles es necesario, tanto en Ecuador como en Venezuela, porque se venden a pérdida, por debajo del costo de producción, lo cual genera un creciente déficit, pero se opta por correr la arruga como medida populista complaciente y eficaz para evitar descontento social.
La cobertura dada este año a los incendios en porciones de la Amazonia en Brasil, conduce a pensar que son un fenómeno nuevo, y atribuible a la gestión de Jair Bolsonaro, quien lleva 10 meses en la presidencia. Las cifras indican que los incendios ocurren anualmente, en su mayoría causados por la sequía y el intenso calor, una minoría son provocados para ampliar las áreas de ocupación agrícola, pero las superficies afectadas fueron mayores durante los gobiernos de Lula y Dilma, a quienes la corrección política exonera. Es más conveniente culpar al perverso Bolsonaro de la “ultraderecha” (nunca califican de ultraizquierda a los suscritos al Foro de Sao Paulo, todos querubines dedicados a lograr el “bienestar social con énfasis en los pobres”). La adolescente sueca Greta Thunberg y su escandalosa campaña contra el calentamiento global, es una autista de 16 años con síndrome de Ásperger (que vuelve obsesivos sobre un tema a quienes lo padecen), y promovió en su país natal que los viernes no se asista a clases, para ocupar ese día en “salvar al planeta”.  Greta tiene su antecedente en Venezuela, Elías Jaua encapuchado provocaba disturbios todos los jueves, en la autopista del este frente a Plaza Venezuela y la entrada de la UCV vecina del Jardín Botánico. Esa quema de cauchos y esporádicos vehículos, producía atascos del tránsito en la vía principal que recorre Caracas de oeste a este, y la suspensión total de las actividades universitarias el viernes, lo cual era vergonzosamente bien visto y disfrutado por la mayoría de los estudiantes, aunque no fuesen parte de la minoría violenta veneradora del dios Fidel. La Jaua sueca mira feo a Trump, mientras calla frente a los desmanes contra el equilibrio ambiental perpetrados por rusos, chinos, iraníes y turcos en el Arco Minero de la Guayana venezolana. Ecologismo selectivo y tuerto.



 
En Bolivia, la Constitución prohíbe la segunda reelección, y la mayoría respaldó esa norma de la carta Magna en un referendo. Evo, que controla al tribunal supremo de Bolivia, obtuvo un dictamen que lo autoriza a optar a esa segunda e inconstitucional reelección, alegando que “ser candidato es un derecho humano”. Para colmo, cuando los resultados indicaban que sería necesaria una segunda vuelta, ocurre un apagón informático por casi 24 horas, tras lo cual los resultados indican todo lo contrario. Evo desoye las protestas que denuncian fraude, pero a regañadientes acepta una auditoría con la OEA (que no consultó al bando opositor para este acuerdo). En Argentina Macri no pudo revertir en sólo 4 años los perniciosos efectos de décadas de peronismo y kirchnerismo, ahora Cretina Kirchner retorna al poder, manejando al demagogo que se prestó para ser marioneta presidencial, aunque haya cuestionado la corrupción y el autoritarismo de la viuda, que abusando de su inmunidad como senadora evadió los autos de detención que sobradamente merece, y ahora presionará para que los juicios pendientes sean anulados, como parte de la dinámica bananera que retorna a la Casa Rosada. En Perú el presidente Vizcarrá disolvió el degenerado Congreso, y habrá elecciones legislativas, por las que pueden ingresar de contrabando fichas de la ultraizquierda (electoral, nueva estrategia del Foro de Sao Paulo).

En EEUU, el partido demócrata, todavía resentido por la derrota que Trump les propinó en 2016, y con la creciente convicción de que -dados los positivos resultados de la gestión de Donald durante estos 32  meses en la presidencia- electoralmente tienen muy bajas probabilidades de impedir su reelección, están desesperadamente abocados a lograr un Impeachment (Proceso de destitución), basados en sus conversaciones telefónicas con el presidente de Ucrania, solicitándole que investigara las actividades de Hunter Biden (hijo del vicepresidente Joe Biden, durante la gestión de Barack Obama, uno de los precandidatos demócratas para la campaña presidencial del 2020). Los demócratas le buscan la quinta pata al gato, presentando las conversaciones de Trump como una forma de extorsionar al presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, para que le inventara un prontuario al Biden Junior, para perjudicar por carambola al padre, en su candidatura. Un tiro que les puede salir por la culata, si afloran las verdades que se infieren con el mínimo esfuerzo; 1. Hunter, además de haber llevado una vida de traumas y desórdenes, no tiene la formación profesional que debe requerir el cargo de asesor que ostentaba en una gran empresa en Kiev, por el que recibía 50.000 dólares mensuales. 2. Su padre, como vicepresidente, viajó doce veces a Kiev, y no hay resultados tangibles que justifiquen esas diligencias, durante un lapso en que la Rusia de Putin invadió y se anexó prepotentemente la Península de Crimea -ucraniana- mientras Biden y Obama hacían crucigramas o declaraban intrascendencias. 3. Biden todavía no es el candidato presidencial, hay otros precandidatos -como Sanders y Warren- que pudieran ganarle en la competencia interna del partido, de manera que Trump habría gastado pólvora en zamuro si Biden es desplazado por otro demócrata, o las investigaciones mostraran que esos doce viajes a Ucrania buscaban posicionar al vástago, explotando el cargo del progenitor. Entonces veríamos que el intento de “empichamiento” hace estragos en el lado de los burros, más apoyo electoral para los elefantes.

En este complicado panorama mundial, muchos opinan en política y economía, basados en superficiales informaciones e influenciados por lugares comunes (que favorecen a “los indígenas, los pueblos primigenios y puros, a los estudiantes, a las minorías oprimidas”). Que “el pueblo siempre tiene la razón”, es un axioma negado por la cruda realidad. Con la prepotencia de su dominio de lo deportivo, en el fútbol, el béisbol, campos en los que sí se esmeran por enterarse del más mínimo detalle, opinan de lo humano y lo divino, y generalmente yerran. Apuesto a que la mayoría de quienes gritan la insólita consigna “Muera Pinochet Viva Fidel”, y protestan y destruyen infraestructura valiosa, en Chile y Ecuador, donde disfrutan de salarios mínimos de 447 y 394 dólares mensuales (suficiente para comprar varias canastas basicas, en Venezuela se necesitan veinte salarios para comprar una canasta), y todos sus indicadores suben positivamente, aplauden los desastres  generados por más de 60 años de estalinismo en Cuba, y más de 20 años de dictadura castrochavista en Venezuela, con severa escasez de alimentos, medicinas, gasolina, gas, agua, servicios públicos pésimos, cortes de electricidad diarios de 4 a 8 horas, salario mínimo de $7,5 (siete y medio dólares), hiperinflación del 20.000 % y 4 millones ya en la diáspora, buscando sobrevivir y enfrentando carencias, resentimientos y xenofobia de grupos que no quieren recordar los tiempos en que Venezuela les dio refugio, trabajo y solidaridad sin mezquindades.

El cucuteño Maduro supera a Lenin, Stalin y Mao: “Se aprende más criando gallinas que leyendo mil libros”. Con sólo esa frase preñada de sabiduría, se gana su sitial en la posteridad. ¡Salve Usurpador!.