Barbarie en
Estambul y en Caracas.
28 de octubre, 2018. Edgard J.
González.
Bizancio y Constantinopla son los anteriores
nombres de la actual Estambul,
encantadora ciudad con dos tercios en el continente
europeo y un tercio en el asiático,
separados por el estrecho del Bósforo.
Fue parte del imperio romano bizantino.
La visité en 1970 y en una tienda de souvenirs, en la base de un antiguo Faro,
descubrí a una anciana que hablaba
ladino, lengua de los judíos
sefarditas expulsados en 1492 de
España, reconquistado el territorio del sur llamado Al Andaluz, hasta ese año en poder de los árabes, también
expulsados -derrotados en campos de batalla- por los reyes católicos, Isabel y Fernando, que ya recuperado todo el
territorio español, pudieron ocuparse de la
propuesta de Colón, para evitar el monopolio
de árabes y chinos de la ruta de la seda, navegar hacia el lejano oriente, India y sus especias, Catay y Cipango, poniendo rumbo al
oeste, travesía que suponía para la absoluta mayoría de los habitantes de aquel
reducido conjunto de sólo tres
continentes, el riesgo de caer a los precipicios en los bordes del mundo, que las creencias de antaño concebían plano.
Hace 526 años, un 12 de octubre,
aquellos intrépidos navegantes que atravesaron el océano Atlántico en tres carabelas, comandados por Colón y los hermanos Pinzón,
demostraron formalmente que la Tierra no
es plana, aunque pasó algún tiempo hasta que descubrieron que no habían llegado a la India (por ello
llamaron indios a los habitantes de
estas tierras), sino a un nuevo continente,
América, al que sumarían luego el enorme archipiélago bautizado Oceanía, para completar el quinteto continental que hoy
conocemos.
Estambul, que es la puerta al oriente ingresando por
Europa, este mes ha ocupado primeras planas noticiosas mundiales por haber
ocurrido en el Consulado de Arabia
Saudita en esa ciudad turca, un crimen
saturado de cobardía, crueldad, salvajismo, impropio de la modernidad en la
que se encuentra la Humanidad. Jamal
Kashoggi, periodista saudí, cuyos artículos de Opinión publicaba el
prestigioso diario estadounidense Washington
Post, solicitó una Constancia de
divorcio el 28 de septiembre, y se la ofrecieron para el 2 de octubre, día en que ingresó al
Consulado (aparece en video de cámara exterior) y no egresó. Era acérrimo crítico del régimen de la dinastía
Saúd, monarquía hoy a cargo del rey Salmán
bin Abdul Aziz, 82 años, enfermo de
Alzheimer, y desconfiaba de las aparentes reformas que realiza uno de
sus hijos, Mohamed bin Salman,
príncipe que ocupa la primera posición
sucesorial, y dice estar empeñado en modernizar
a Saudiarabia, así como en diversificar
su economía, dependiente substancialmente de la venta de petróleo, como la
mayoría de los países Miembros de la OPEP. El joven Mohamed, 33 años, ha
respaldado que las mujeres conduzcan
vehículos y asistan a los estadios a disfrutar de eventos deportivos.
Enclaustró a decenas de miembros de la clase alta en un hotel 5 estrellas
-convertido improvisadamente en cárcel de lujo-, para obligarlos a confesar su
participación en manejos dolosos de
dinero público, y devolver lo sustraído.
Lo que ha
podido estancarse y diluirse, como similares desapariciones de personas en
muchos lugares, aun no resueltas, ha crecido hasta convertirse en un Cisne Negro que amenaza con provocar
cambios importantes tanto en la dimensión
interna de Arabia Saudita como en el esquema de sus nexos con EEUU, Europa y muchos países del planeta, entre los
cuales resalta Turquía, por provenir
de su presidente Recep Tayyip Erdogán,
la primera denuncia de la desaparición de Kashoggi,
y señalamientos que muy concretamente acusan
a funcionarios saudíes de haberlo torturado hasta asesinarlo, para luego
descuartizar su cuerpo. La primera reacción oficial de Saudiarabia fue
negarlo todo, pero la persistencia del gobierno turco, secundado por allegados
a Kashoggi, entre los cuales destaca el Washington
Post (recordemos que fue puntal primordial en la develación de la trama Watergate, que sacó a Richard Nixon de la
presidencia de EEUU), y la Primer Ministro de Alemania, Ángela Merkel, que suspendió la venta de armas a Arabia Saudita hasta la satisfactoria
resolución del caso (posición que asume la mayoría en la Unión Europea), lograron que el reino saudí reconociera, en principio, que algunos funcionarios -“actuando por su cuenta”- pudieron
participar en “un interrogatorio que
terminó mal”, lo cual implica que
hubo torturas y muerte del
“interrogado”, que fue a buscar la Constancia
de divorcio que solicitó (probablemente para contraer nuevas nupcias). Trámite letal.
Rumores e informaciones confirmadas se
entrecruzan; Mohammed
Otaibi,
Cónsul de Arabia Saudí en Estambul, principal
responsable de la sede donde ocurrieron los graves hechos, en lugar de asumir
la vocería oficial, abandonó Turquía.
Se dice que partes del cuerpo de Kashoggi aparecieron semienterrados en el
jardín de su residencia. 17 funcionarios
sauditas arribaron a Estambul por vía aérea y en menos de 24 horas se
regresaron a Saudiarabia. En esta macabra
eliminación de un disidente, se sospecha la participación de Maher Abdelaziz Mutreb,
funcionario de confianza que acompañó en visitas oficiales a EEUU y a España al
príncipe Mohamed bin Salmán, Ministro de
Defensa y heredero al trono. La indudable condición de Mohamed como persona
con más poder en el reino saudita, dificulta aceptar la opción de que un grupo tan numeroso se traslade a Turquía
y logre la complicidad del personal del Consulado en Estambul, para secuestrar,
torturar, matar y descuartizar al periodista Kashoggi, sin que ese aberrado
episodio haya sido autorizado por el
sucesor designado, que de facto ya ha implementado cambios necesarios e
importantes. Por supuesto que, para evitar consecuencias peores para la
dinastía Saúd, una opción pragmática
sería sacrificar a Mohamed bin Salman, que caiga junto a los autores
materiales -como extirpar un tumor
para salvar al cuerpo-, y eso explicaría que otro hijo del rey, el príncipe Khaled Bin Salman, de 30 años,
embajador en Estados Unidos, haya vuelto a Riad -probable enroque en el tablero sucesorial- en medio de este
escándalo que amenaza la estabilidad del reino saudí (con más fuerza que la primavera árabe en el 2011). Mohamed
calificó de atroz el crimen, él y su
padre, el rey Salman, recibieron en Riad a Salah
y Sahel, dos de los hijos del periodista saudí asesinado en Estambul. También
es posible que los grupos que detentaban
el poder en Saudiarabia, a quienes enfrenta Mohamed con sus medidas de
cambios substanciales, que perjudican a
jerarquías tradicionales tanto civiles como militares y eclesiásticas,
hayan producido este crimen para desplazar
al heredero mediante una jugada gatopardiana que tras algunos movimientos
dejaría todo como estaba antes. Tan sólo permitir que las mujeres dejen de ser consideradas como objetos de segunda
categoría, ya atenta contra los anacrónicos
e injustos parámetros que rigen desde hace milenios. Por otra parte, está
el apoyo financiero y logístico de
Arabia Saudita a los intolerantes movimientos
musulmanes sunitas, pacíficos o
violentos, más evidentes en sus bombardeos
sobre su débil vecino Yemen.
Los tenues cambios en las declaraciones de Trump dan indicios
sobre el posible desenlace de este episodio que podría generar un conflicto
multinacional. Arabia saudita inició alianza
con EEUU estando Franklin Delano Roosevelt en la presidencia
y Abdelaziz Bin Saud en el trono saudí, intercambiando oro negro por respaldo geopolítico, en ese
medio oriente que a partir de 1948 giraría
en torno al Estado de Israel,
objetivo a destruir para sus intolerantes y primitivos vecinos. Para EEUU la relación con Saudiarabia es tan importante
que, a pesar de las graves pérdidas por los atentados del 11S en NY y Washington, cuando 15 de los 19
terroristas que secuestraron los 4 aviones eran sauditas, con todos los vuelos
suspendidos autorizaron la salida de
numerosos familiares de Osama Bin Laden que residían en EEUU. Para preservar la relación, deberán incluir
algún personero importante entre los que sean culpados del crimen. Turquía solicitó la extradición de 18 funcionarios sauditas,
Riad responde que serán juzgados en
Saudiarabia, pero que la investigación “será lenta”: ¿Gatopardianismo?.
En Venezuela, funcionarios
del SEBIN
(Servicio bolivariano de inteligencia) detuvieron
a Fernando Albán -56 años- Concejal de Primero Justicia, Municipio Libertador
de Caracas, el viernes 5 de octubre,
opositor que venía de asistir a la Asamblea
General de la ONU en Nueva York para denunciar la violación de derechos humanos por parte de la dictadura
castrochavista (represión criminal dejó 43
muertos en el 2014, 139 en el 2017, hay más de 300 presos políticos, el poder judicial no es autónomo y se criminaliza la disidencia). Aislado
en una torre cuyos lúgubres sótanos son llamados
“La Tumba”, en Plaza Venezuela, el día lunes
8 aparece muerto afuera del edificio. Según versión oficial el prisionero se lanzó desde el piso 10 (“desde un
baño” afirmó el “Fiscal General”
-designado por una dependencia del PSUV, surgida de un descarado FRAUDE,
500 sucialistosdelsiglo21 autodenominados
como asamblea prostituyente, “desde una oficina” dice el Ministro
del Interior, un militar). La versión que respalda la mayoría, nacional y
mundial, es la de que Albán fue también
víctima de “un interrogatorio que salió mal”, como Kashoggi, y optaron por
lanzar su cadáver desde el piso 10 para producir
traumatismos que sirvan para ocultar las torturas -probable inmersión en
tanque de agua- que le causaron la muerte. El certificado de defunción NO lo firma el profesional médico
anatomopatólogo responsable por la autopsia,
sino un egresado del programa de formación de “médicos comunitarios integrales” que produce, como si fueran
salchichas, curanderos que hacen la
carrera en la mitad del tiempo regular, y dominan un tercio del pensum.
Académicamente son piratas, hipotecados
en beneficio del régimen que les facilitó tan irresponsablemente el acceso al
título de médicos, sin la preparación
indispensable. Para resaltar la significación de esta falsificación de la realidad, señalamos que transcurridos más de cinco años de la presunta muerte de Hugo Chávez,
el golpista bipolar y agente castrista
que produjo los daños esenciales que desembocaron en el actual desastre que sufre Venezuela, todavía NO han elaborado y tramitado debidamente el Certificado de Defunción del charlatán intergaláctico, porque ningún genuino médico se arriesgaría a
avalar un documento en el que consten falsedades; 1º respecto de las causas de la muerte -sin haber estado a cargo del paciente, sus
tratantes fueron babalaos cubanos-, y 2º respecto de la verdadera fecha y lugar del
deceso, que tuvo lugar el 29 de
diciembre del 2012, en La Habana, y no el 5 de marzo del 2013, como
sostiene la versión oficial, para encubrir un lapso de 66 días durante los cuales se hicieron nombramientos y se tomaron
medidas firmadas por un occiso, a lo largo de ese prolongado velorio organizado por el castrismo,
implementado por sus sumisos y obedientes lacayos
del ñangarato criollo, con caporal indocumentado.
En
Estambul y en Caracas, los días 2 y 8 de octubre, ocurrieron dos crímenes aborrecibles, cuyas dos víctimas
comparten similaridades; Son adultos
contemporáneos, 60 años Kashoggi, 56 Albán, ambos perseverantes y verticales opositores a los regímenes dictatoriales
y anacrónicos que someten a sus respetivos países, la monarquía fundamentalista wahabí sunita en SaudiArabia, el narcodespotismo castrochavista manejado
desde la Cuba neoestalinista. Ambos ejercían su derecho de expresión y disensión, ambos reclamaban Democracia para sus naciones, Jamal
desde su condición de periodista,
Fernando desde su condición de abogado y
concejal. Ambos fueron secuestrados
y torturados por grupos de funcionarios adscritos a dependencias policiales,
y en ambos casos los victimarios
buscaron ocultar las fatales consecuencias de las torturas, en el caso de
Jamal descuartizándolo y enterrando sus
restos, en el caso de Fernando escenificando
un suicidio para producir terribles
daños al cuerpo del asesinado, lanzado desde un décimo piso, daños útiles
para llenar en la Constancia de Defunción el espacio correspondiente a CAUSA DE LA MUERTE, en sintonía con el conveniente suicidio asistido que
improvisaron en la torre del SEBIN ese lunes
de barbarie y descaro. En ambos casos hay premeditación, alevosía, agavillamiento y desprecio por la Vida, además
de autoría intelectual de quien o
quienes en la Nomenklatura
castrochavista ordenaron esos crímenes. El régimen saudita gradualmente reconoce el crimen de Kashoggi,
e intenta compensar dando excusas a sus hijos. El régimen castrochavista tercamente niega las atrocidades y
pretende compensar enviando a España a Lorent
Saleh, preso político desde hace 4 años cuando Santos, cómplice de las FARC y del castrismo, lo entregó a sus verdugos ñángaras, que lo
secuestraron y torturaron durante 48 meses. En 2017 le otorgaron el premio Sajarov. El punto de quiebre le llegó a Mao, a Somoza, a Noriega, a Hönecker, a
Ceaucescu, a Saddam, a Mubarak, a Ghadaffi, poderosos dictadores
convencidos de ser invencibles ¿no le va a llegar a Maduro y sus cómplices?
Los asesinatos de Kashoggi y Albán no son los primeros cometidos por los gobiernos de
Arabia Saudita y Venezuela, tampoco son
ellos dos más importantes que las víctimas anteriores de esos dos aberrados
despotismos, pero la absoluta
indefensión en la que se encontraban desde el momento de sus respectivas y muy arbitrarias detenciones es un
factor que capta la atención de la Opinión
mundial, que mayoritaria y notoriamente reclama por investigaciones confiables y castigos ejemplares para todos los
involucrados en la comisión de esos dos crímenes, dado que ambas víctimas fueron torturados y asesinados estando bajo
la total responsabilidad de los arbitrarios
regímenes de sus respectivos países. No hay atenuantes en ninguno de los casos. Absurdo que causen más efectos dos
muertes al detal, que docenas o centenas al por mayor.
Imprescindible resumir el precedente de un crimen similar ocurrido en Venezuela
1976, derivado de -para usar el mismo
eufemismo- “un interrogatorio que salió mal”, pero con su desenlace en las antípodas del asesinato de Fernando Albán;
Un dirigente de la ultraizquierda hipotecado al plan guerrillero diseñado y
patrocinado por la Cuba de Fidel Castro (subversión
armada rural y urbana que cometió en nombre de la revolución comunista atracos, atentados, asesinatos de
civiles, policías, soldados), involucrado
en el secuestro del industrial estadounidense William Frank Niehous, fue detenido y “mal interrogado” en la DISIP, donde murió a consecuencia de
las torturas. El Director del cuerpo policial fue destituido, y los tres
funcionarios culpables por las torturas fueron de inmediato detenidos, juzgados, sentenciados, y
enviados a la cárcel. Eran tiempos
de democracia y genuino respeto por el marco legal y los Derechos Humanos.
Todo lo contrario de la situación desde 1999, con miles de graves violaciones a la Constitución y los DDHH por parte
del sucialismodelsiglo21, ñangarato que es manejado desde La Habana, habiendo entregado nuestra Soberanía y recursos a
Cuba, China, Rusia, Irán, involucrando al país en Narcotráfico, Contrabando de extracción, crímenes ecológicos, ayuda a
terroristas (FARC, ELN, Hezbolah), enorme Corrupción y Blanqueo de capitales,
así como la comisión de innumerables delitos
de lesa humanidad, que no
prescriben. Dos puntales principales de esta ignominia, son los muy resentidos hijos de aquella víctima
de “interrogatorio que salió mal”, crimen
que no quedó impune, en contraste con los miles que han cometido los lacayos del castrismo en casi 20 años
de colectivismo destructivo, criminal y corrupto, avalado de la A a la Z por
los dos Frankestein hijos de aquel
secuestrador.
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