lunes, 1 de abril de 2019

QUIZÁS UNA DESPEDIDA.

QUIZÁS UNA DESPEDIDA.
Edgard J. González.-   *Ver NOTA al final.

            El párrafo final del artículo publicado el domingo 11 pasado, fue excluido, sin mi conocimiento ni consentimiento. Hubo ocasiones en que substituyeron palabras o las redujeron a su simple inicial, por lo cual se culpa usualmente a los eufemísticos “duendes de taller”, aunque se trata de censura mojigata, como si las páginas de Opinión no fuesen para lectores adultos y los textos debieran ser filtrados para evitarles daños en su frágil formación. Aquellas travesuras de los supuestos duendes se transforman ahora en arbitrariedad que mutila un escrito, cuyo autor es el único ser con el derecho de modificar el producto de su intelecto, a menos que autorice a un tercero, lo cual es improbable cuando se trata de opiniones personales, que son diferentes hasta entre hermanos. Para colmo, ahora se pretende uniformar la longitud de los artículos de Opinión, imponer la homogeneidad en la longitud de los textos, cuando el estilo y la estructura que respaldan la construcción de un escrito derivan de la personalidad, por lo que encontramos articulistas que escogen resumir en dos o tres párrafos sus opiniones, en tanto que otros prefieren abundar un poco más en sus análisis y explicaciones, y para ello requieren de mayor espacio. El tamaño de los textos y la frecuencia con que son producidos, dependen de cada individualidad, y tan arbitrario es exigir que se reduzca a la mitad el acostumbrado texto, como obligar a duplicar la longitud a quienes gustan expresarse en forma breve. Los textos cortos compensan por los largos, y dan para todos los gustos, ya que al final los lectores escogen sus preferencias y deciden qué leer.
            Los medios de comunicación deben Informar, Educar y Entretener. Los periódicos son parte de los medios, y deben competir con la Radio, la Televisión, y ahora con Internet, para captar su clientela, lo cual no es fácil, dada la comodidad inherente al disfrute de la Radio (sólo la escuchamos, y lo podemos hacer mientras caminamos, conducimos un vehículo, incluso realizando las labores cotidianas del trabajo y el hogar), y la TV (hay que dedicarle dos de los sentidos, vista y oído, pero se puede ver TV con el resto del cuerpo en posición absolutamente relajada, lo que a menudo nos lleva a la somnolencia). La lectura, exige concentración cerebral y visual, y esfuerzo corporal para sostener el libro, la revista, el diario. Los que comparten un espacio con un aparato de Radio o TV encendido, difícilmente pueden dejar de ser receptores de la programación a su alrededor, pero nadie se involucra en la lectura de otros, a menos que sea muy entrometido. El acto de leer es exclusivamente personal, salvo cuando se trata de ejercicios de una maestra para enseñar a uno o varios pupilos, y fuera del ámbito estudiantil nunca es obligatorio ni tarea de varios. De adultos, leen aquellos a quienes les provoca, a quienes les gusta, los que sienten que lo necesitan y hasta prefieren a las otras opciones. Igual cada quien escoge sus lecturas, discierne entre temas y estilos (drama, comedia, ciencia), extensión de los textos (artículos, reportajes, entrevistas, cuentos y novelas cortos o largos), formato de los textos (diarios, revistas, enciclopedias, libros, Internet). Lo que diferencia a un diario de los demás no son las noticias, puesto que con la excepción del énfasis sobre incidencias locales, los hechos resaltantes, nacionales e internacionales, y las propagandas, son los mismos. Lo que distingue a cada diario es la calidad de sus reportajes, de sus entrevistas, y de los puntos de vista que presenta en sus páginas de Opinión. El atentado terrorista, el terremoto, la inundación, el asesinato, el robo, la competencia deportiva, el concierto, el logro tecno-científico, conforman el común denominador y deben aparecer reseñados en todos los periódicos. La profundización en torno a un hecho político, cultural, social, económico, se logra a través del buen reportaje, la fina entrevista, el inteligente artículo de Opinión, y cada uno de estos mecanismos varía en su estructura y en su dimensión, sin que por ello pudiera decirse que a menor extensión mayor calidad, o viceversa.
            En un Foro sobre la prensa escrita, años setenta, reclamé a un Periodista y Director, por el poco espacio que el diario a su cargo dedicaba a la Opinión y a los asuntos culturales. El nos dio su versión de “el tiempo es oro”, afirmando que le dolía no poder asignar mayor espacio a Cultura y Opinión, pero estaba obligado a escatimar. Denuncié la contradicción y la mentira, al recordarle que en su diario las fotos de chicas semidesnudas ocupaban grandes espacios. La situación no ha cambiado mucho, se siguen dedicando enormes espacios a ilustres nulidades, mientras se congela o reduce el dedicado a la Opinión. La Libertad de Expresión está amenazada de muchas formas y aun desde factores que se dicen democráticos, pero actúan autocráticamente. Quienes pretenden imponer cambios deberían  sondear los puntos de vista de los Articulistas y de los Lectores (y me refiero a Lectores, no a los analfabetas funcionales, esos que prefieren textos telegráficos). No considerarlos en la ecuación constituye un irrespeto, y una violación al derecho a expresarse libremente, sin específicas limitaciones que secuestran la potestad de decidir la forma, el fondo y la extensión de lo que cada quien escribe, estableciendo para los artículos parámetros propios de mercancías que se venden por metros o por kilos, y la uniformidad en todos los textos. Esta peligrosa cuantificación, obligó a Ibsen Martínez a dejar de escribir su telenovela “Por estas calles”, cuando le exigieron que la alargara, por rating y lucro, más allá de lo que él propuso inicialmente para su creación. La misma actitud inquisitorial hubiera podido reducir a sesenta solamente los “Cien años de soledad” de García Márquez, o mutilado hasta santificarlas a “Pantaleón y las visitadoras” o “La Tía Julia y el escribidor”, de Vargas Llosa. Los Lectores y Articulistas tienen la palabra.

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NOTA: Este artículo fue redactado y enviado para su publicación en el diario El Impulso (impreso en papel, medio analógico), el día 14 de  septiembre del 2005, pero no fue publicado -obviamente por el directo reclamo que contenía-, aunque yo era articulista en ese medio impreso desde diciembre de 1971, y ya por varios años tenía asignado el espacio superior derecho de la página 3, los domingos (hasta entonces mis artículos habían sido publicados cualquier día de la semana, pero cuando había acumulado más de 30 años como articulista solicité me asignaran un espacio fijo y pedí específicamente que fuese el domingo, por considerar que ese día la mayoría de los lectores tiene más tiempo y disposición para dedicarse a la lectura de la prensa). Una política interna de ese diario, junto a un cambio en la Jefatura de Redacción, provocaron medidas coercitivas sobre mis opiniones, en el 2005, que desembocaron en la referida mutilación del artículo publicado el domingo 11 de septiembre, y la negativa a publicar mi artículo (con el reclamo por las indebidas violaciones a mi Derecho de Expresión), que debió aparecer el domingo 18/09/2015. Mantuve el reclamo y envié cartas, tanto al nuevo Jefe de Redacción como al Director del periódico, el primero intentó justificarse con falacias, la Dirección ni siquiera respondió, aunque  reenvié mi comunicación.  Desde el título del artículo vetado, queda en evidencia mi intención de no seguir colaborando con El Impulso, si prevalecía la actitud prepotente y antidemocrática que impone Censura. No fue la primera injusticia sufrida en mi condición de articulista, ha ocurrido en otras ocasiones, en medios tanto impresos como digitales, con diferencias de forma más que de fondo.
Logré hace poco descubrir y rescatar este texto, extraviado en las catacumbas de lo digital, por ello no lo había incluido en esta selección de mis opiniones, acá en mi propio Blog.
  
Esto de la discrecionalidad de los propietarios y autoridades de los medios, se suma a las arbitrariedades de funcionarios públicos de distintos niveles, y es asunto pendiente de discusión en el Poder Legislativo, los Gremios y las Universidades, obligados a velar por la difusión de las Informaciones y Opiniones sin censura parcial o total, sin  adulteraciones ni conveniencias impuestas por intereses grupales o partidistas.  

Barquisimeto abril 1º, 2019.     

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