El experimento que cambiaría la Historia.
Acostado en aquella delgada
camilla, dentro del enorme tubo, ambos de material acrílico transparente, rodeado
de cables que, cual dinamo gigante lo envolvían, girando lentamente, emitiendo un leve zumbido mecánico, regresaron
a su mente los pensamientos que -obsesivamente- le invadían, cada vez que debía
permanecer en posición estática, aunque esta vez no se trataba de otro de los
muchos ensayos para afinar los valores de la máquina con la que intentarían
superar aquella barrera, hasta ahora invencible e inmutable.
Como siempre, cerraba sus ojos y trataba
de no sentir el grueso traje con escafandra, válvulas, tuberías flexibles,
gruesas botas, ni los innumerables sensores adheridos a su piel, cubriéndole
casi todo el cuerpo. Haciendo abstracción de esa parafernalia dirigida a monitorear
su organismo en la fase primordial del
experimento, lograba enfocar sus pensamientos en los factores personales que le
habían colocado en la posición de principal protagonista de esta hazaña
científica que, de ser exitosa, opacaría grandes logros de las ciencias en los
últimos cinco siglos, aunque los resultados de muchas de esas ciencias,
posibilitaron el diseño teórico y la realización de este portento. Pero, sin
dudas, su árbol genealógico había sido un factor de peso muy importante en su
rol.
De su tatarabuelo poco sabía -salvo
dejar alguna descendencia- nada hizo en su vida para salir de la absoluta intrascendencia.
Su bisabuelo sí logró escapar del anonimato genérico en el que permanece la
mayoría de las personas, sumergidas en la masa amorfa, desde que nacen hasta
que mueren. Su bisabuelo fue hippie de la generación Woodstock, disfrutó conciertos
de rock heavy, consumió marihuana, incurrió en vandalismo, protestó “contra el establishment,
las injusticias sociales, el racismo, el capitalismo, y todo el blablablá
asociado a esos presuntos enemigos de la Humanidad”. No destacó como líder,
pero dejó su impronta en uno de sus hijos, el
abuelo, que no emuló el modelo hippie, pero a su manera interpretó que
estaba destinado a mantener el legado de consignas y metas que se proponían
rescatar al mundo de las taras heredadas por las generaciones previas, y muy en
especial, tratarían de revertir una de las mayores injusticias cometidas en el
planeta, tras el descubrimiento del nuevo continente.
El abuelo, acicateado por aquel
objetivo y su natural vocación, estudió Física, hizo postgrados, profundizando donde podría producir un
resultado útil al propósito esencial de su existencia. Duplicó su potencial al
casarse con una colega con similar dominio de la teoría científica, a la cual
gradualmente fue convenciendo de unirse a la cruzada reivindicativa familiar.
Con esa dosis de fanatismo hacia una específica
causa, el esquema del abuelo fue copiado por el padre. Recibió valiosa
información, con los experimentos y avances de los abuelos en ese campo, pero
también copió la escogencia de una colega para el lazo matrimonial, y su
reclutamiento para la saga familiar. Con dos generaciones dedicadas a investigar
esa particular área de la Física, no es de extrañar que el joven también
formara parte del equipo, y fuese escogido y preparado para ser el primer
conejillo de indias, cuando abuelos y padres consideraron que ya estaban listos
para dar el gran salto.
Desde que tuvo uso de razón le
inculcaron (de manera contradictoriamente dogmática para un entorno científico,
lo que no pudo comprender bien, hasta hace poco), que la conquista y
colonización de América, había sido un atroz y permanente crimen contra las
civilizaciones pre-europeas que, según la óptica de sus ancestros, vivían en
condiciones paradisíacas antes de sufrir los embates de las culturas exógenas
que aniquilaron buena parte de las tribus precolombinas, y erradicaron sus
religiones, lenguas, infraestructuras, imponiéndoles a los buenos salvajes los
vicios, las enfermedades y las tendencias agresivas propias de sajones,
teutones y latinos, con la consiguiente degeneración de los inocentes
habitantes de las Indias occidentales. Esa convicción teórica que le inculcaron,
cada vez que afloraba en su mente producía una leve disonancia, dejándole una
persistente duda al respecto. Pero, obligado a pensar en los múltiples factores
involucrados en el experimento, no podía profundizar suficiente en la específica
duda, y como su propia existencia dependía de que esos otros factores
funcionaran correctamente, era natural que se
concentrara en su labor protagónica. Aunque es difícil enfocarse en
detalles científicos generales, cuando se es el sujeto a quien van a
desestructurar y trasladar, reestructurándolo en otro tiempo y otro espacio. Mil
elementos intervienen, y la falla de uno solo pudiera dejar sus partes
repartidas en dimensiones irreconciliables, lo cual era menos angustiante
cuando ensayaban, pero esta vez iba en serio.
Sorprendéntemente, hubo precisión
en el lugar y el momento escogidos. Apareció sobre un potrero, en un cobertizo cercano
halló ropa vieja (y escondió su indumentaria de viaje). Varios kilómetros más
abajo, estaba la costa suroeste española. Caminó por horas hasta Puerto de
Palos, indagó y supo que mediaba junio de 1492. Trabajó a destajo en faenas de
servicio a los barcos, haciendo amistades que le sirvieron para que lo
enrolaran en la expedición clave para su misión. En Canarias pagó a otro
marinero para intercambiar puestos, quedando él en la Nao principal. Ya sin los
apremios de las amenazantes fallas del experimento, aquella pequeña duda fue
acrecentándose en su cerebro, obligándolo a contrastar lo que le habían
inculcado con lo que ahora necesariamente conocía del momento al que ingresó, y
el desenlace genuino de aquel episodio, que ocurriría dentro de poco, cuando ya
llevaban 40 días surcando el inmenso océano virgen. En lugar de cumplir su
cometido, eliminar al propulsor de aquella aventura y causar un grave daño,
incendiar el velamen de la nave, que forzara al inmediato retorno de las dos
restantes, y la indefinida posposición del descubrimiento, decidió cancelar esa
absurda vendetta, y formar parte del grupo que llegó a Guanahaní, dejando a
toda su familia intacta, junto al complicado crisol que produjo la maravillosa
Historia de estos recientes 536 años, con sus defectos y virtudes.
Edgard J. González.-
08/04/18 982
palabras.
CIV 2959167
Barquisimeto, Venezuela.
4.34 pm Hora legal de Venezuela.-
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