sábado, 18 de enero de 2020

Deconstruyendo a Súperman.


Deconstruyendo a Súperman.
Edgard J. González.
Sábado 18 de enero, 2020.

Aclaro que el personaje de Tarzán es más antiguo, fue creado por Edgar Rice Burroughs en 1912, pero sólo presenta un elemento de suficiente importancia que merezca ser revisado en términos de desensamblarlo para señalar las contradicciones y falacias que lo diagnostiquen ante sus seguidores y detractores; El obvio racismo que deriva de que en la porción de África donde más predomina la etnia negra, precisamente sea blanco el niño que se extravía y es criado por los simios, para llegar a ser “el Rey de la selva”. Las probabilidades de que un niño negro se extraviara y fuese adoptado por los primates eran mucho mayores, pero la cuña en favor de la superioridad blanca y anglosajona no debía desaprovecharse. De resto, trasladarse largas distancias usando lianas, abundantes en ese medio, y su capacidad de hacerse entender y obedecer por algunas especies animales, no exigen fuerzas sobrenaturales ni extraterrestres, que pudiéramos cuestionar. En estricta correspondencia con el soterrado racismo que subyace a lo largo de toda la trama, Tarzán no buscó pareja entre sus hermanas de crianza, alguna corpulenta gorila, o una hiperactiva y coqueta chimpancé, como tampoco a lo largo de sus múltiples aventuras para combatir la injusticia en y alrededor de sus predios, se sintió atraído por alguna jovencita de buen cuerpo y agraciado rostro, pero con los rasgos negroides de todas las tribus que poblaban esa porción del continente africano. Tarzán se mantuvo absolutamente virgen de cuerpo y alma, hasta que apareció la hembra humana con la imprescindible piel nívea que su ADN literario le reclamaba.  

Súperman fue creado en 1933, por el escritor Jerry Siegel y el ilustrador Joe Shuster, y la trama esencial nos presenta a un niño de pocos meses de edad, cuyos padres -dos científicos en un planeta llamado Kriptón, amenazado de total destrucción- lo envían desde algún sistema estelar similar al nuestro -no indican si en nuestra Galaxiala Vía Láctea, ni dan detalles del tipo de tecnología que utilizaron- en una nave que aterrizó sin contratiempos en la granja de una pareja de estadounidenses, los Kent, que se hicieron cargo de su crianza, lo más responsable y afectuosamente posible, hasta que ya crecidito (en las primeras historietas era adulto, décadas después, por razones de márketing, asumió su condición de súper héroe más temprano, púber o adolescente), siendo en la mayor parte de su ficcional existencia el periodista Clark Kent, que viste traje formal, usa sombrero y lentes, pero bajo esa ropa siempre lleva su uniforme azul, rojo y amarillo, con capa, y apenas necesita de una cercana cabina telefónica para cambiar en segundos su apariencia y disponerse a enfrentar el mal en cualquiera de las variantes con que ataque en la ciudad de Metrópolis, que disfruta gratuitamente de los valiosos servicios de protección de este colosal personaje. Súperman vuela a gran velocidad, tiene súper vista y súper oído, y además puede lanzar destructivos rayos que emanan de sus ojos. Es casi todopoderoso, salvo cuando es expuesto a la kriptonita, un mineral que obviamente proviene de su nativo planeta, cuyas emanaciones lo debilitan y anulan sus súper poderes. Pero de alguna manera él ha logrado superar sus encuentros con la kriptonita, y perseverado en sus portentosos esfuerzos para que prevalezcan la justicia y el bien, lo que incluye frenar balas de todo calibre, sostener y reposicionar vehículos automotores, trenes, aviones y barcos con trayectoria de alto riesgo, así como rescatar personas o mascotas en peligro.

La Ciencia ha establecido que existen en el Universo infinito, 500.000 planetas con condiciones similares a las que permitieron la Vida en la Tierra, en especial la distancia a la estrella en torno a la cual orbitan, pero las probabilidades de que se produzca una especie totalmente igual a la del Homo Sapiens (en  fisonomía, tamaño, desarrollo cerebral, etc) son muy bajas, a pesar de lo cual Clark Kent no presentó ningúna rareza en su apariencia visible como humano. Para viajar a la Luna, con la tecnología que dominamos desde los años 60, se requieren 13 horas a 28.000 kph, a Marte nos tomaría 6 meses. La estrella más cercana al Sistema Solar es Próxima Centauri a 4 años luz (de distancia, viajando a 300.000 kmts por segundo, velocidad de la luz, que difícilmente habrán logrado en Kriptón, por muy avanzados que hayan sido), pero aceptando que lo lograsen, esa criatura tuvo que viajar durante un mínimo de cuatro años, y su pañal habría necesitado que doña Kent le dedicara una semana de esfuerzos lavatorios y 100 kgs de jabón ACE del más concentrado, sin mencionar la elasticidad del pañal, ó el tamaño y las formidables fortalezas alimenticias del tetero con el cual se mantuvo durante esa larga travesía.

Por muy prevenidos que fuesen sus padres biológicos kriptonianos, dada la grave emergencia que enfrentaban, no es lógico que se ocuparan de incluir en la nave el uniforme tricolor que caracteriza al personaje en su súper épica, de modo que deduciremos que debió ser elaborado por la abnegada señora Kent, con las telas de los pañales, las sábanitas y cobijitas que acompañaban al bebé, que necesariamente eran de los tres colores del uniforme supermánico. Pero lo que resulta inexplicable es que una tela que no sufre daño alguno al contacto con el fuego, impactos con proyectiles, choque con misiles, pueda haber sido cortada y cosida para confeccionar esa malla ajustada al cuerpo de Súperman, por muy Singer que fuesen la tijera y la máquina de coser. Que los calzoncillos fuesen rojos y los usara por fuera, pudiera provenir de alguna nota paterna sobre esa específica tradición cultural que él querría que su querubín mantuviera, como significativo vínculo con su hogar planetario destruido. Deduzco que hay un mini-reactor nuclear dentro del cuerpo de Clark, que le permite cumplir los requisitos que la Física exige para que pueda volar todo objeto que no sea un ave, aquello de la acción y reacción, lo que hélices y turbinas realizan, probablemente ocurra mediante la constante absorción de grandes volúmenes de aire por la boca, procesado internamente en el organismo para comprimirlo y expulsarlo como potente chorro por el orificio anal, con discretos movimientos de brazos y pies haciendo de timón.

Dos misterios quedan sin resolver; 1. ¿Cómo obtienen los enemigos de Súperman la kriptonita? ¿Cómo distinguen trozos del occiso planeta que deben formar parte de los millones de trozos de otros astros, en la miríada de asteroides que recorre el espacio “cercano”? y 2. ¿Qué particular dolencia afecta a los habitantes de Metrópolis, suerte de epidemia colectiva, que no les permite reconocer a Clark Kent sin los lentes, aunque el rostro de Súperman debiera indicarles que se trata, al menos, del perfecto socías?. Ni siquiera Luisa Lane, compañera de trabajo de Clark, noviecita de Súperman, se da cuenta de que son una misma y única persona. ¿Será una ilusión óptica derivada de la combinación de colores del uniforme con el interior por fuera, o que todos son descendientes del tonto de la remota caverna?.




Y ya que estamos deconstruyendo, hagamos referencia a otros personajes de ficción, que comenzaron como grupo y desembocaron en protagonistas únicos, a quienes atribuyen tan extraordinarios poderes,  que Súperman en comparación luce como un torpe y aburrido juguete. Se trata de los dioses, que en la muy remota antigüedad cuando fueron inicialmente inventados, por algunos lejanos ancestros nuestros, se repartían las colosales tareas a su cargo, en una especie de división originaria del trabajo, que, por ejemplo, asignaba a uno de ellos la muy exigente y constante labor de sostener a la Tierra plana, a otro la elaboración de los rayos y los truenos, un tercero se encargaba de hacer llover, otro de que hubiera viento. Claro que de sus designios dependía que esos elementos se excedieran o escasearan y ocurrieran catástrofes, inundaciones, sequías, aludes, así como malos resultados en cacerías, batallas, cosechas, y lo que siempre ha generado el mayor de los temores en los seres pensantes, la muerte -individual o en masa- por cataclismos, enfermedades o epidemias, de origen y mecánicas de funcionamiento totalmente desconocidos durante miles de años por nuestros antecesores, a lo que se suma la incomprensión por la -para ellos inaceptable y absurda- interrupción de la vida, lo que inevitablemente conduce a la invención del más allá, para transformar la muerte en simple y complaciente transición, que de haber tenido buena conducta en el más acá, daría acceso al cielo, fuego y tortura eternas para castigar a los indisciplinados, el pavoroso infierno. Simple explicación para cada fenómeno natural, premio de consolación ante la muerte y manual de conducta, tres en uno en cada religión (la islámica ofrece 72 vírgenes para quienes mueren asesinando infieles, devotos de otros dioses ó ateos, oferta tentadora e insuperable).

Adonis, Afrodita, Amon-Ra, Apolo, Anubis, Ares, Artemisa, Atenea, Diana, Dionisio, Eolo, Eros, Isis, Hades-Plutón, Hércules, Hera-Juno, Hermes, Jano, Neptuno, Marte, Mercurio, Osiris, Saturno, Selene-Titán, Venus, Zeus/Júpiter, son un tercio del amplio conjunto de dioses de la era greco-romana llamada ahora del paganismo, cuyas diferencias esenciales eran su carácter politeísta y que no trascendían al total de los fenómenos que conformaban la dinámica terrestre, de dimensiones más reducidas para cada conglomerado social, cuyo conocimiento de la realidad apenas se iniciaba. Pero con la expansión de los descubrimientos que las élites pre-científicas y científicas realizaban, con más precisas observaciones de los astros alrededor de la Tierra, y la creciente convicción de que el ”Mundo” era mucho más grande e inagotable que lo supuesto previamente, simultáneamente se dificulta mantener el politeísmo, mientras era inevitable atribuirle al dios único del monoteísmo el mérito de la “creación“ de ese todo multifuncional que todavía nos mantenía como el planeta en torno al cual giran el Sol, la Luna, las estrellas, los asteroides y cometas, “visibles desde nuestra planitud”. Las primeras cosmovisiones desembocaron en religiones, pero tanto las politeístas como las monoteístas en sus inicios, ignoraban lo que las Ciencias luego demostrarían; Que el Universo supera con creces las pequeñas magnitudes del sistema planetario del que somos parte y de la galaxia en la que este sistema solar es una mínima porción, asignando al Universo dimensión infinita y creciente (en expansión), así como una edad de 13.800 millones de años desde el gran estruendo (Big Bang).

En la narrativa que sostiene a todas las religiones, las de multidioses y las de unidioses, lo temporal no se aleja mucho del tiempo real en que fueron formuladas. Sin los resultados de la Geología, Astronomía, Arqueología, Antropología, Botánica y Zoología, es imposible para un homo sapiens de hace pocos miles de años, concebir  un “mundo” con decenas de miles de años de edad, mucho menos con millones o miles de millones de años de existencia y evolución. Por ello, los judíos establecen el origen del mundo, su “creación”, en un momento cercano [cada 9 de septiembre se celebra el Rosh Hashaná, el año nuevo judío, para  los hebreos  estamos en el año 5780], y los cristianos en la biblia señalan que la creación ocurrió el 23 de octubre del 4004 AC, de manera que el Universo tendría 6.023 años de existencia hoy. No son conchas de ajo las diferencias, tan sólo el proceso evolutivo del que emana la Humanidad ocupa 7 millones de años, y la edad de la Tierra es de 4.500 millones de años, con los primeros 500 millones de años consumidos por el enfriamiento y rigidización del magma superficial, para conformar una corteza irregular que tiene entre 5 y 70 kmts de espesor (que descansa sobre placas tectónicas flotantes), y en sus grandes concavidades ocupadas por agua se produjo la combinación de elementos de la que surgen las primeras formas de vida -microscópica y absolutamente simple- para gradualmente dar origen a vegetales y animales con mayores tamaños, y estructuras cada vez más elaboradas, hasta producir amibas, bacterias, algas, corales, medusas, moluscos, mariscos, esponjas, peces, quelonios, batracios, líquenes, hongos, insectos, aves, reptiles, marsupiales, mamíferos, con algunas especies extinguiéndose (dinosaurios hace 65 millones de años) y otras apareciendo “recientemente”(nosotros).

El lenguaje humano pudo aparecer hace más de 50.000 años. Hace unos 7.000 años, los humanos dejaron las primeras muestras de su dominio del lenguaje cuando comenzaron a escribir. Átkinson observó que el número de fonemas de un idioma desciende al alejarse de África. Algunos idiomas africanos emplean más de 100 fonemas mientras el hawaiano, hablado en unas islas que se encuentran entre los últimos lugares colonizados por la humanidad, tiene 13. El análisis de cráneos fósiles de hace  400.000 años, pertenecientes al Homo erectus, muestra que aquellos humanos ya habían desarrollado las áreas cerebrales de Brocca y Wernicke, relacionadas con el lenguaje, y que su anatomía ya reunía los requisitos para articular sonidos. La datación resultante es incompatible con las versiones de las religiones, que se enmarcan en tiempos muy recientes y omiten los procesos evolutivos.

Resumiendo, el politeísmo funcionaba como una clínica con un médico para cada especialidad, pero sin propietario ni gerente, y sin detallar sobre el inicio de ese todo al que controlaban por partes. Los mecanismos de funcionamiento real de los fenómenos que causaban temor y perjuicios a los homo sapiens se fueron desvelando -gracias a los curiosos que dedicaron tiempo y esfuerzo a observar y profundizar en cada expresión de la Naturaleza, cada vez con más método hasta conformar Ciencias-, los múltiples dioses perdieron sus empleos. El conocimiento, prosaico pero irreductible, del proceso de la evaporación del agua líquida, la formación de nubes -cirros, estratos, cúmulos, nimbos- por su gradual acumulación a variable altitud, la obligatoria descarga al alcanzar el punto de saturación, en gotas, granizo o copos de nieve -dependiendo de la temperatura-, en casos de intensa tormenta acompañada de rayos -electricidad que va a tierra- y truenos -su efecto sonoro-, le asignan a los dioses encargados por la religión de producir lluvia, rayos y truenos, la falsedad de un billete de 13 dólares, y lo mismo pasa con las otras deidades, al contrastar la versión mágico religiosa con los resultados científicos. Conocer los procesos evolutivos que explican el origen y las graduales transformaciones de la estructura de la Tierra, la diversa geología de su corteza, y la poderosa acción de las dinámicas atmosférica y tectónica, así como las graduales apariciones de los millones de especies vegetales y animales que conforman la Flora y Fauna actuales, a su vez derivadas de estadios anteriores, dejan como pésima improvisación a las narrativas que afirman que hubo creación divina, en seis días, con diseño inteligente de un ser anterior al tiempo, al espacio y a la materia, que incluyó las enfermedades  sigue controlando esa complicada fenomenología, y decide el destino de los hombres que él hizo de barro, y las mujeres, manufacturadas con costilla masculina, exigiendo que le veneren de manera incondicional y masoquista (sin que jamás se haya demostrado su existencia).

Respecto al cristianismo, es una religión ensamblada a posteriori, en torno a un personaje real, con protagonismo que le ganó popularidad por expresar valientemente las disidencias de muchos de los judíos en aquella tierra bajo el control militar del imperio romano. Jesús fue, simultáneamente, un crítico de la praxis de los altos sacerdotes del judaísmo (religión que él y su familia profesaban) y un rebelde contra la dominación imperial, por lo que logró que muchos se identificaran con sus causas. Él no buscaba crear una nueva religión, sino depurar de desviaciones la religión de los hebreos, y expresar el descontento del pueblo judío por el yugo romano. En este segundo objetivo participó un factor de índole personal; Jesús de Nazareth era hijo de una jovencita judía que quedó embarazada de un centurión romano que la violó (abuso rutinario en territorios conquistados). José, probablemente viudo de una unión anterior, ya con cuatro hijos -Santiago, Juan, Salomé y Miriam-, carpintero de profesión, le propuso a la joven María una conveniente relación para ambos: él haría de padre putativo de la criatura en gestación, ella le ayudaría en la crianza de los 4 hijos que él traía, quinteto al que se sumaron Simón y Judas, hijos biológicos de María y José. Siendo una familia numerosa y humilde, lo más probable es que Jesús conociera la verdad, a sus 4 hermanastros les constaba que María ya estaba embarazada cuando se unió a José, y  no podían ocultarlo a Simón y Judas, de manera que la canallada en su origen, comprensible e inevitablemente formó parte de los elementos que constituían su discurso de rebeldía ante las autoridades eclesiásticas (hasta hace poco la sociedad despreciaba a los hijos “naturales”) e imperiales (una violación deja una profunda impronta, en la víctima y sus allegados).

De manera que Jesús Cristo ocupó un lugar destacado en el acontecer de aquella porción del imperio romano, como en sus respectivas circunstancias se ganaron un espacio en la Historia Sócrates, Platón, Bruno, Galileo, Colón, Cromwell, Newton, Kepler, Da Vinci, Lincoln, Napoleón, Bolívar, Einstein, con la diferencia de que a ninguno de estos famosos lo elevaron a nivel de dios ni crearon una religión en torno a ellos (salvo Martín Lutero, también irreverente, provocó un cisma que generó el protestantismo, pero no lo convierten en dios, y en torno a Napoleón y Bolívar, la adulancia pretendió endiosarlos, sin lograrlo). Si hoy, con tecnología que permite registrar imágenes fijas y videos, transmitirlas a todo rincón del planeta en vivo y directo, y todavía se producen fakenews, adulteraciones de la realidad, hace dos mil años era común borrar lo inconveniente (substituir violación por preñez mediante espíritu santo, ocultar los hermanastros y hermanos, y que sobrevivió al martirio  de la cruz) y agregar a lo realmente acontecido, elementos, vivencias, cantidades, cualidades, que inflasen convenientemente una historia verídica hasta transformarla en leyenda, sazonada con fábulas, cuentos, caminar sobre el agua, multiplicar peces y panes, convertir el agua en vino, sanar enfermos, resucitar muertos -él mismo “al tercer día”-, toda falacia que sirviera a los fines de promover una narrativa que a su vez sostuviera una religión (todas se sostienen sobre narrativas previas, viejas y nuevas ficciones y falacias). 

En el año 313 DC el emperador Constantino, autorizó su libre culto, Edicto de Milán, lo que fortaleció a la religión cristiana (y la imposición de la división temporal basada en el presunto nacimiento de Cristo como pivote del antes y el después, aprovechando que del 17 al 24 de diciembre se celebraban las Saturnalias, por el Solsticio y las cosechas). No se realizaban Censos en diciembre, y no hubo en los días previos o posteriores al 24 un evento astronómico -Nova, Súper Nova, Cometa, asteroide- que fuese la “estrella” guía de los “reyes magos”, que a su vez habrían necesitado varias semanas para llegar desde Mesopotamia. Ya con casi tres siglos de trayectoria marginal, durante los cuales le inventaron los milagros, mitos y leyendas imprescindibles para transformar a Cristo en metahumano, “hijo de dios”, dejó de ser secta clandestina por su adopción como religión oficial del imperio romano (irónico, en torno al hijo de un violador romano): La cruz desplazó al pez como símbolo del cristianismo, el emperador Julián trató de revertir esa adopción, persiguió a los cristianos, pero el emperador Teodosio decretó el cristianismo como religión oficial en 380 DC, Edicto de Tsalónica. Era conveniente abandonar el politeísmo y asumir una religión monoteísta y “nueva” (la judía era vieja y demasiado asociada como opuesta al también viejo imperio, al que los nuevos emperadores querían remozar). 

Bajo cualquiera de las falacias que sostienen al Súperman religioso (llámese jehová, dios, alá), está la kriptonita de la lógica y los resultados científicos que derriban cualquier mito, mentira, fábula, ser imaginario, figuras de fantasía, profetas, vírgenes, ángeles, santos, querubines, cielo e infierno, diablos y arcángeles, términos que son útiles herramientas de sacerdotes, ayatolas, imanes, rabinos, pastores, para seguir manipulando y lucrándose con la ignorancia, el analfabetismo funcional  o la ingenuidad de los creyentes.

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     7 estrellas comparadas: Nuestro Sol es en esta imagen un punto casi imperceptible -en la punta de la flecha- lo que da una idea de lo poquito que somos a cualquier escala, la del sistema solar, la de la galaxía Vía Láctea (de cuyo centro estamos a 30.000 años luz de distancia), la del Universo infinito y en expansión desde hace 13.800 millones de años, con cientos de miles de galaxias, huecos negros, y astros errantes (cometas, asteroides). Da para meditar. 
Observen con detenimiento la imagen de 7 estrellas comparadas, y deduzcan por cuál razón el Universo infinito, en el que hay millones de estrellas grandes como Betelgeuse y Antares, va a reaccionar por lo que hagan los minúsculos habitantes humanos que existen hace menos de 7 millones de años y ocupan una porción de la delgada superficie rígida (corteza) de un planeta que cabe un millón de millones (un billón) de veces en esa diminuta estrella, el SOL (que es difícil de ver en la imagen) en torno a la cual gira como insignificante esferoide, de 4.500 millones de años de edad (frente a los 13.800 millones de años del Universo).
El rostro del actor de Hollywood Robert Powell con algunas variantes, ha sido el más usado para representar a Jesús Cristo en 2 y 3 dimensiones, aunque corresponda al de un WASP contemporáneo, (white anglo-saxon protestant / blanco anglosajón protestante), y no al de una persona de hace 20 siglos, que nació y vivió en el territorio donde hoy está Israel, que junto a su familia era érabe, hablaba arameo y profesaba la fe judía (el rostro de perfil y de frente ha sido elaborado respetando los rasgos de la gente de ese espacio y tiempo).

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