27 años del
"caracazo", un bochorno criminal maquillado por politiquería.
Edgard J. González.- marzo 7, 2016.-
Es un irresponsable
empeño el atribuir al llamado Caracazo -un suceso vergonzoso a escala
planetaria-, cualidades de expresión popular de protesta ciudadana. Lo peor es
que en esta insistencia para maquillar su total fealdad y hacerlo aparecer como
un episodio glorioso, tan del gusto de quienes cultivan el patrioterismo y
fabrican hazañas dignas de aplauso a partir de comportamientos
colectivos vulgares y censurables, no sólo están los dirigentes del
chavismo, consuetudinarios adulteradores de la verdad histórica, que otorgan
calidad de bueno a lo malo y viceversa, en su muy goebbeliana praxis discursiva
e informativa, sino que también hallamos a individuos ubicados en el bando
opositor, que suscriben la leyenda dorada por conveniencia personal (para
borrar su probable complicidad -directa o indirecta- con aquellos hechos, o
para aprovechar la veta de simpatía electoral que deriva de apuntalar con
mentiras la ficción celestina y perjudicial construida en
torno a ese negativo capítulo de nuestra contemporaneidad, que no ha sido
investigado a fondo todavía).
La versión
edulcorada del caracazo, en resumen, sostiene que “el pueblo venezolano
salió a las calles a protestar contra el paquete de medidas neoliberales
aplicadas por el presidente Carlos Andrés Pérez, a su vez derivadas del esquema
impuesto por el Fondo Monetario Internacional al que había acudido el gobierno,
dada la grave insuficiencia financiera en que se encontraba el país. Las
manifestaciones de protesta popular antigubernamental fueron salvájemente
reprimidas por el ejército, produciéndose un saldo de miles de muertos por
protestar contra CAP y el FMI. Esa injustificada masacre quedó impune, hasta
que el régimen chavista se propuso denunciar la verdad y enjuiciar a los
militares que cometieron aquellos desmanes”. Le añaden a esa endeble y evasiva
versión oficial, que “esos sucesos conmovieron al joven oficial Hugo Chávez,
motivándole para decidir su irrupción de rebeldía del 4 de febrero de 1992,
indignado por esa emboscada nacional al patriótico pueblo venezolano”.
Un análisis objetivo e
integral de todos los elementos que formaron parte de aquel episodio, nos
permite señalar;
1. No fue un
suceso nacional, aunque los días 27 y 28 de febrero del 89 hubo lo que
pudiéramos calificar como réplicas, en lenguaje de la Sismología, se trató de
conatos menores en algunas ciudades y pueblos del resto del país, incentivados
por las escandalosas noticias en Radio y TV, que inducían a reducidos grupos en
provincia, similares -en su escaso nivel de ciudadanía- a las numerosas turbas
que protagonizaron el bochorno en la capital. Esos conatos no tuvieron las
dimensiones ni la duración de los que ocurrieron en Caracas, fueron en breve
controlados (es posible que la actitud de rechazo por parte de la
mayoría de la población en el resto del país, haya reducido el obvio
efecto de estímulo que generó la actuación masiva que tuvo esa vergonzosa
actuación colectiva en la capital, el mecanismo básico de un tumulto,
fenómeno en el cual el individuo se deja llevar irracionalmente por la masa).
Lo cierto es que aquello sucedió primordiálmente en Caracas, de allí que
tuvieran que denominarlo “el caracazo”, una mancha en la trayectoria de la
ciudad, en las antípodas del mérito que tuvo durante la Independencia, plasmado
en la letra de nuestro Himno: “Seguid el ejemplo que Caracas dio”
2. No fue en
protesta contra el gobierno. Importantísimo:
2a.CAP había sido
electo por la mayoría de los electores, menos de tres meses antes (diciembre
del 88), y su toma de posesión presidencial adquirió visos apoteósicos,
escenificada hacía apenas 25 días (fuera de la sede del Poder Legislativo,
donde lo establece la propia Constitución, pero con CAP presente y vivo,
no ausente y muerto como sucedió con la carnavalesca ceremonia que
substituyó la formal toma de posesión de Chávez, en enero del 2013, en
plena avenida Urdaneta, alrededor de un templete sobre el cual el
sádico Daniel Ortega y el hipocritón Pepe Mujica demostraron su
complicidad con el proyecto estalinista del Foro de Sao Paulo, avalando aquella
farsa con la que pretendieron ocultar que Chávez estaba absolutamente impedido
de asumir el cargo, dada su obvia condición de fallecido en La Habana,
a finales de diciembre del 2012). Se usó el Teatro Teresa Carreño para la
fastuosa ceremonia de asunción presidencial, por tener más capacidad que el
hemiciclo del Congreso Nacional. La evidente exageración en la cantidad de
invitados, los rituales y los gastos, condujeron a bautizar aquel indebido
exceso como la Coronación, pero tan sólo una minoría criticó lo
impropio y abusivo del acto, la mayoría del pueblo, en mayor proporción que la
cantidad que lo reeligió, disfrutó la falsa grandeza que buscó proyectar esa formalidad
adornada con boato monárquico. No hubo descontento hacia CAP durante la
luna de miel, esos primeros cien días de cualquier gestión.
2b Las hordas
callejeras no atacaron a ninguna oficina ni funcionario del Oficialismo, lo
que habría dado indicios de reclamo con sentido político. Fueron exclusivamente
cobardes SAQUEOS a las pequeñas y medianas empresas (tampoco sufrieron
las grandes empresas, esas donde es mayor la posibilidad de que una turba
saqueadora sea repelida por los vigilantes, o por grupos armados improvisados
para impedir daños a esas grandes compañías). La turbamulta saqueó y destruyó
bodegas, quincallas, carnicerías, pequeñas tiendas y modestos establecimientos
de electrodomésticos, ropa, calzado, mercancía de medianas cantidades que sin
embargo eran todo el capital de esos pequeños y medianos empresarios,
muchos de los cuales quebraron. Destrozaron sencillas puertas, vidrieras, y
en los locales con rejas del tipo Santamaría, usaron grúas para forzarlas,
dejando totalmente inservibles esas fachadas. Gracias a las cobardes
perversiones de esos colectivos envalentonados por su número y la total
indefensión de sus víctimas, desde aquellos horribles excesos las láminas de
hierro estriado en las fachadas, y las rejas adentro, son parte del paisaje
urbano, indudablemente afeado por el temor a otra explosión de cobardía
y resentimiento, como esa a la que pretenden dar una pátina de gloria, que no
merece sino asco y condena de una genuina ciudadanía.
2c. No se
aplicó el paquete de medidas que contemplaba el gobierno, apenas el
aumento de Bs 0,25 en el litro de la gasolina, que algunas líneas de busetas
interurbanas usaron de excusa para subir Bs 6 al pasaje, incluso antes de la
fecha autorizada. Las primeras manifestaciones sí eran de reclamo, dirigidas
más que contra el aumento en la gasolina, contra ese abusivo y prematuro
aumento del pasaje, contra los choferes, en especial en los terminales de
pasajeros de Guatire y Guarenas. Pero en Caracas la situación se
transformó en agavillamiento colectivo, anónimo y espontáneo, por efecto
de esa mezcla explosiva que está en la conducta de muchos venezolanos, de viveza
criolla y falta de ciudadanía (conciencia de lo que debe hacerse, el
deber ser, desplazado por lo que puede hacerse ante la evidente falta de
autoridad en ese particular espacio y momento). Comportamiento animal e
irracional de manada, en pos de la ganancia fácil e inmediata.
3. No hubo
orden a la policía de no intervenir, la Policía ESTABA EN HUELGA y eso lo
aprovecharon las hordas que salieron sin riesgos (hasta que apareció el
Ejército) a SAQUEAR, perjudicando a los más humildes. El LUMPEN
se dio un festín a costa de los comerciantes, no del gobierno. No hubo las
primeras 48 horas una respuesta eficiente y sensata del gobierno (a ello
contribuyó el hecho de que CAP se encontraba en Barquisimeto, y tanto él como
sus Ministros fallaron al evaluar la situación, postergando la
imprescindible respuesta oficial). Las primeras escaramuzas -insistimos- ocurrieron
en Guatire y Guarenas, dos ciudades dormitorio en las que se dieron los
abusivos aumentos en el precio de los pasajes, lo que condujo a discusiones y
peleas con los prepotentes choferes de los vehículos particulares de transporte
público. De manera inicialmente espontánea y anárquica comenzaron
a ocurrir daños a busetas, lo que se trasladó a la capital, por su cercanía y
condición de destino laboral de esa masa que pernocta en las ciudades aledañas
(ya señalamos que la difusión por radio y tv de ambiguas noticias de los
desmanes, incitó a grupúsculos en otras partes del país, pero eso involucró a
menos gente y por poco tiempo). En paralelo a la “combustión espontánea” en
barrios de la capital que se dirigieron a saquear los modestos establecimientos
en sus cercanías, hubo grupos que se dedicaron a estimular la anarquía
y el terror, disparando armas largas y cortas desde algunos de los
cerros que bordean al valle de Caracas. Es muy probable que además de elementos
del hampa común, subversivos adictos a la violencia aprovecharan el desorden
-en conocimiento de que la Policía estaba en huelga- para tratar de aumentar
la anomia temporal que regía en la capital (el General Carlos Peñaloza
alude al arribo de la comitiva de Fidel Castro -insólito
invitado de honor de CAP para su toma de posesión, fruto de la megalomanía
del líder tachirense, otro que buscaba remodelar el sistema solar y sus
alrededores-, en dos aviones que no fueron revisados, y sus pasajeros y
carga pasaron por la rampa 4 de Maiquetía sin cumplir el debido trámite de
Aduana, aunque fueron vistas unas grandes cajas de madera que venían en el
2º avión y cuyo contenido y destino no han sido conocidos ni investigados. Así
podrían haber ingresado muchas de las armas que fueron usadas durante el
caracazo, y en otros episodios violentos que siguen sin aclararse).
4. En lugar de
negociar con los policías que postergaran sus exigencias y atendieran
la evidente y prioritaria emergencia, en Miraflores decidieron poner a cargo de
la delicada situación al Ejército (un organismo armado y preparado
exclusivamente para enfrentar situaciones de guerra, para vencer –aniquilándolo
si es preciso- al ejército enemigo, otro conjunto armado que tiene la intención
de invadir nuestro territorio, destruir lo esencial de nuestra infraestructura,
causar daño indiscriminado a nuestra población. El Ejército no está
preparado para controlar disturbios civiles, y sólo puede actuar cuando el
desorden rebasa las actuaciones de los cuerpos policiales, que tienen
instrucción y equipos para atender esas situaciones). Por supuesto que de la
actuación militar derivaron excesos, atropellos, pero también respondieron con
sus armas a los disparos que eran dirigidos contra ellos (Felipe Antonio
Acosta Carlés comandaba una unidad del ejército en El Valle,
cuando una bala le segó la vida. Es obvio que no enfrentaban a lanzadores de
serpentinas y papelillo). Hasta ahora no se sabe qué hizo esos
días Hugo Chávez, se declaró “enfermito”, pero es probable que haya estado
incitando a los desmanes y saqueos, como parte de su AGENDA. Esa es parte de la
explicación de por qué no han ocurrido desmanes similares en estos 17 años de
sistemática destrucción que nos han conducido a una situación PEOR en todos los
sentidos. Los profesionales de la violencia, los que realizaron “protestas”
casi a diario durante los 40 años de la Democracia -imperfecta pero
perfectible-, que teníamos, están desde 1999 en el régimen, en el poder, no
van a protestar contra su propia creación, el monstruoso resultado que siempre
ha generado el experimento colectivista con consignas redentoras y patrioteras.
Chávez usó como excusa
al caracazo (glorificándolo), para justificar su Traición al país en 1992 (el golpe
militar, chimbo y sangriento a la vez, al que también glorifican los
oportunistas que se le sumaron, expertos en deformación
goebbeliana de la información). Que Tribilín se inspiró en el caracazo es una
falsedad gigantesca, pues Chávez desde su ingreso a las FFAA en los
años 70, ya era un tirapiedras de la ultraizquierda estéril, al servicio
del Plan B de Fidel (derrotado su Plan A, el de las guerrillas). El frustrado
pitcher de Sabaneta era ya una ficha del castrismo, con y sin
caracazo habría dado los golpes del 92. Su objetivo siempre fue dar un golpe
militar y tomar el poder para hacer lo que le viniera en gana, emulando a
Fidel, el criminal del Caribe, gerente de los planes A y B (Maduro también
era ficha de Fidel desde que hizo el cursito ACME en La Habana).
Ya basta de maquillar
la realidad, Saquear y Expropiar por capricho es ROBAR, lo esencial
del caracazo y de la gestión arbitraria del difunto que murió dos veces y en
dos lugares diferentes. Hay demasiadas lagunas en la Historia contada por
protagonistas torcidos, interesados en pulir sus actuaciones antes de mostrar
su versión de lo sucedido. Sucesos bestiales, como el asalto a un camión cava
en una autopista de Caracas, por parte de un enjambre de motorizados que
robaron toda la carne, y en la comisión de ese delito colectivo pisotearon
al chofer, herido en la cabina, hasta dejarlo sin vida. Como el del
camión con ganado vivo, que se volcó en Morón, y las reses fueron
matadas y cortadas allí mismo, por una turba que se robó esas reses a plena
luz del día, sin que autoridad alguna interviniera en ninguno de los dos casos
reseñados. Ese horror, multiplicado miles de veces, es la esencia del caracazo.
Nada de protesta ciudadana, ningún reclamo político, miseria humana en
las más ruines formas de expresarse, estimulada por la ausencia de gobierno,
y en ocasiones el apoyo tácito del régimen, como en la invitación a
saquear un establecimiento, lo que llamaron el Dakaso. Contrasta la
ausencia de funcionarios cuando se produce un saqueo criminal, con la exagerada
presencia de elementos represivos, incluyendo armas, equipos de protección
personal y vehículos blindados, cuando ocurre una genuina protesta
ciudadana, dirigida directamente contra el régimen.
Algunos atolondrados
plantean que se puede repetir hoy un caracazo, y es preocupante que lo asomen como
opción de un pueblo que, de manera cívica, democrática y mayoritaria expresó su
voluntad de cambio, lo que excluye la emulación o repetición de todo hecho
vergonzoso, pues eso forma parte de lo que queremos superar. Luchamos por
recuperar la Democracia, distanciándonos de la praxis corrupta y doblemoralista
de quienes Practican hoy lo que ayer cuestionaban, cuestionan hoy lo
que ayer practicaban. Piense el lector en los vicios que ayer se
criticaron, y calcule si estamos igual, mejor o peor con el patético
“socialismo del siglo 21”: Inseguridad, clientelismo, sectarismo, represión,
corrupción, colitas de PDVSA, excesivos presidencialismo y burocracia,
nepotismo, ruleteo de funcionarios, solidaridad automática, inflación,
desabastecimiento, poder adquisitivo, fortaleza de la moneda, independencia de
los poderes, narcotráfico, calidad de la educación, salud y ocio positivo,
libertades de expresión, de tránsito, de manifestación, respeto a la propiedad
privada, a la integridad física, a la dignidad y a la vida. El mantenimiento e
incremento de los niveles de civilización alcanzados.
Repito, Practican
hoy lo que ayer cuestionaban, cuestionan hoy lo que ayer practicaban.
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