Precisiones necesarias sobre las FFAA y las elecciones
Edgard J. González. 5 Diciembre, 2013
Del 24 de noviembre de 1948, cuando un golpe militar derroca al presidente Rómulo Gallegos (que había sido electo en diciembre del 47, en las primeras elecciones democráticas del país, ya que antes había elecciones indirectas, el Congreso escogía al primer mandatario), al 23 de enero del 58, Venezuela estuvo sometida a una dictadura militar, represiva en lo político, desarrollista en el modelo infraestructural, corrupta en el manejo de los dineros públicos.
A la Junta Militar inicial la presidió Carlos Román Delgado Gómez (que sin corresponderle, usaba también el segundo apellido de su padre, Román Delgado Chalbaud, un militar con buena imagen, por haber sido opositor a la dictadura de Juan Vicente Gómez -1908-1935-, quien sufrió prisión, y murió siendo parte de la expedición del Falke, 1929, que invadió por oriente con intención de derrocar al dictador Gómez), hasta su asesinato el 13 de noviembre de 1950, en circunstancias poco claras, aunque se especula que el responsable de su secuestro, Rafael Simón Urbina, estaba apoyado en las sombras por Marcos Pérez Jiménez, quien ejercía buena parte del poder detrás del trono, y se beneficiaba con la eliminación de CRDG. Que Urbina haya sido detenido y asesinado por funcionarios del régimen, al día siguiente, da fuerza a la tesis de la participación de MPJ en el secuestro de Delgado. Para dar la apariencia de cambio a la usanza gatopardiana, “dejar que algunas cosas cambien para que todo siga igual”, la Junta Militar se rebautiza como Junta de Gobierno, y es presidida por un civil, Germán Suárez Flamerich, Profesor, ex diputado y ex Ministro, y cuñado del médico Miguel Pérez Carreño. Obviamente es alguien conveniente a los militares, que seguían en el control del poder real, con Suárez de complaciente títere, útil para lo superficial y protocolar.
En noviembre del 52 hubo elecciones parlamentarias, que servían como Plebiscito para medir el apoyo popular al régimen, esencialmente militar. Las ganó URD -Unión Republicana Democrática-, cuyo líder Jóvito Villalba fue uno de los dirigentes estudiantiles del año 28, y tenía el apoyo de AD y el PCV, inhabilitados, que habían ordenado a sus seguidores votar por URD, para perjudicar al régimen militar. Pérez Jiménez no sólo desconoció los resultados, sino que puso a ganar a su partido el FEI -Frente Electoral Independiente-, y se hizo nombrar Presidente, por un Congreso integrado, gracias al Fraude electoral, con una mayoría obsecuente, que lo complacía en lo que el usurpador les exigiera. Suárez Flamerich se hizo a un lado, en elegante movimiento, cómplice con la trapacería que irrespetó la voluntad popular mayoritaria.
Como salta a la vista, hay tres elementos comunes a la actual situación en Venezuela; Unas elecciones que trascienden la dimensión de lo que se va a elegir (entonces Diputados, ahora Concejales y Alcaldes) para ser un indicador plebiscitario. Un Fraude, para beneficiar a quienes detentan el poder (entonces y ahora una dictadura militar con un civil como fachada, aunque aquel era nacido en Venezuela). Y un Congreso, hoy Asamblea, cuya mayoría oficialista también proviene de un proceso fraudulento (Gerrymandering, con el 48% de los votos obtuvieron 97 diputados, mientras que a la Oposición, con 52% sólo le asignan 65 diputados). Las dos diferencias entre ambos hechos son, primero, que los procesos eran manuales (sin electores virtuales ni multicedulados), y segundo, que los venezolanos no habían tenido la experiencia de la Democracia, salvo por leves y lentos cambios en las actitudes y las ejecutorias de muy pocos militares y algunos civiles, en la transición del férreo castrismo-gomecismo (1899-1935) a la gradual permisividad del lapso ocupado por López Contreras y Medina Angarita, que fueron autorizando el funcionamiento de los partidos políticos y una creciente participación real y autónoma de civiles en la toma de decisiones, todo lo cual desemboca en las Primeras elecciones Directas, Secretas y para Todos los mayores de 18 años, la antítesis del anterior procedimiento, que mantenía alejados del ejercicio electoral a las grandes mayorías, y unos pocos decidían la selección de los cargos claves. Durante el siglo 19, los primeros 30 años fueron consumidos por la lucha independentista contra el imperio español, y los enfrentamientos en torno a la vigencia de la Gran Colombia, y el resto de ese siglo estuvo marcado por el peso de los caudillos militares, que resolvían sus diferencias y accedían al poder mediante las Montoneras, dejando a la mayoría del país, analfabeta y rural, al margen de la toma de decisiones, salvo la de escoger al caudillo que cada quien seguiría.
La Democracia, como sistema de dimensión Nacional y duradera, con sus altibajos y las imperfecciones de lo que se practica por primera vez, ocurre de 1959 a 1998. A la caída de la dictadura perezjimenista, el país parece despertar de una pesadilla de poco más de nueve años, y la mayoría regresa a donde había quedado cuando el golpe contra Gallegos les interrumpe su fugaz ejercicio democrático. Venezuela se manifestó mayoritariamente adeca, eligiendo a Betancourt Presidente, 49% (si el candidato de AD hubiera sido Gallegos, habría obtenido mayor votación aun, era como si unieran al país del 24 de noviembre del 48 con el país del 23 de enero del 58, engavetando en el conveniente olvido ese odioso paréntesis que ocupara la dictadura militar, y cada quien retomara lo que vivía antes del golpe militar contra el primer Presidente que ellos habían elegido. Gallegos tuvo 80% de respaldo. El despertar de un coma. Aunque hubo bastante entusiasmo por la candidatura “nueva” de Wolfgang Larrazábal, 34,6%, más que todo en Caracas, con Caldera recibiendo el menor respaldo electoral, 16,2%).
En 1958 la dinámica social, política y económica sufría tensiones provenientes de factores civiles y militares vinculados a la dictadura recién derrocada, que pudiéramos calificar de derecha, pero también la extrema izquierda trataba de aprovechar el carácter obviamente temporal e improvisado de la Junta de Gobierno a cargo de la transición desde la dictadura, en apariencia finiquitada pero con elementos activos que buscaban retomar el poder, para lanzar sus dados y ver si tenían suerte en esa frágil ruleta que era el país durante ese complicado año. El desorden de los primeros días permitió que dos oficiales perezjimenistas se colearan en la novicia Junta de Gobierno que encabezaba Larrazábal. Romero Villate y Casanova, con la mayor desfachatez se integraron a esa Junta, pensando que pasarían de contrabando y moverían otras piezas del régimen caído, para un probable regreso del Tarugo, su desarrollismo, su peculado, su represión, y sus orgías en La Orchila, hetairas de lujo y motonetas incluidas. Salieron como corcho de limonada, al ser identificados por esa masa popular, a la que habían silenciado y de la que pretendían burlarse. En julio del 58 se alza Castro León, quien fungía como Ministro de la Defensa de la Junta, el golpe militar tuvo ridículo respaldo y fracasa.
En septiembre hay otro conato de golpe militar, pero liderado por Moncada Vidal, al extremo opuesto del espectro político, identificado con las teorías de la toma del poder con visos de ultrismo marxistoide, ya tomando como ejemplo a emular la guerrilla jefaturada por Fidel en la Sierra Maestra de Cuba. Los militares habían sido previsivos y muy ahorrativos, claro que depositaron en cuentas del exterior dinero ajeno, el que ahora le faltaba a los venezolanos de bien para pagar el gasto corriente y emprender la necesaria diversificación de la Economía. A las limitaciones que la insuficiencia de dinero en las arcas públicas le imponía al país, se sumaban los riesgos de asonadas militares de derecha e izquierda. Larrazábal había implementado el demagógico Plan de Emergencia, que promovió la migración no planificada hacia la capital, y tocando cuatro, en su uniforme blanco de alto oficial de la Marina, se lanzó a buscar votos, dejando a cargo al civil Edgar Sanabria. Recordemos que todo esto ocurre cuando la llamada Guerra Fría está en su apogeo, el Primer Mundo (EEUU, Europa y otros países de su órbita capitalista y democrática) se enfrenta al Segundo Mundo (la URSS -Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas- y sus satélites, en la onda totalitaria, del colectivismo, todavía funcionando bajo el modelo estalinista, aunque en el 56 el Primer Ministro Jrushev denunciara los crímenes de Stalin, pero esa férula no se abrió hasta que Gorvachov dio los giros de la Perestroika y el Glassnot), y compiten ferozmente por influenciar y ganarse a los países del resto del planeta, que conformaban el Tercer Mundo.
El anticomunismo no derivaba de simples ficciones o exageraciones, además de las ejecutorias genocidas ordenadas por Stalin en contra de millones dentro de la propia URSS, habían ocurrido las ocupaciones de países de Europa forzados a someterse a los designios del Kremlin, el intento de democratización de Hungría había sido sofocado a sangre y fuego (1956, por los mismos que denunciaban los excesos de la era stalinista), y no había lugar para las medias tintas, ninguna opción entre el primer y el segundo mundo. Frenar al Comunismo era la alternativa para quienes escogían capitalismo y Democracia como base para el marco a desenvolverse en el futuro. Los factores de riesgo mencionados, significaban un peligro para el tiempo restante del gobierno de transición, y para el quinquenio del gobierno formal a elegirse en diciembre del 58. Por ello, el 31 de octubre del 58, Betancourt, Villalba y Caldera, por AD, URD y COPEI respectivamente, formalizan el compromiso de defensa de la Democracia y conforman una Alianza para la Gobernabilidad de la Nación, amenazada por potenciales golpistas de ambos extremos, derecha e izquierda, por lo que dejan fuera del llamado Pacto de Punto Fijo al PCV (ideológicamente hipotecado a la URSS), una secuela distante de la guerra fría que dominaba al planeta.
Las elecciones de diciembre del 58 ocurrieron sin mayores amenazas de violencia, pero luego del triunfo de la revolución cubana, 01-01-59, se fue desarrollando un velado enfrentamiento entre Fidel Castro y Rómulo Betancourt, entre quienes nunca hubo simpatías, y Betancourt, siendo todavía Presidente electo, en enero del 59, se negó a ayudar financieramente al naciente régimen del barbudo, que vino a pedir (alegó RB que el Erario Nacional venezolano ni siquiera alcanzaba para costear el gasto corriente, y confirma ese factor el que al poco tiempo, ya con Betancourt de Presidente en ejercicio para el quinquenio 59-64, su gobierno procedió a devaluar el bolívar de 3,35 a 4,50 por dólar, y como prueba de la seriedad de la medida, cuando consideraron que habían logrado los objetivos propuestos, revaluaron a 4,30 cotización que se mantuvo hasta el 18 de febrero del 83, en el último año de gobierno de Luis Herrera Campins). Las diferencias internas en AD produjeron varias divisiones, Ramos Giménez se separa con un grupo disidente, pero los más extremistas y omnubilados con la épica castrista, los cabezas calientes de AD, constituyen el MIR -Movimiento de Izquierda Revolucionaria- que terminará acompañando al PCV en la aventura guerrillera, con ramales rurales y urbanos, pero poco respaldo popular, mucho ingrediente delictivo mezclado con idealismos mal orientados, y ninguna justificación a inicios de la era democrática, cuando por la vía pacífica y civilizada se podían dirimir las diferencias y competir por el respaldo popular a través del Voto, sin esa Violencia que trajo Luto y Destrucción, y se constituyó en el factor que frenó buena parte de los avances, que habrían sido mayores de no existir esa actividad guerrillera, estimulada y financiada desde la Cuba castrista, empeñada en exportar el esquema del colectivismo, de la utopía igualitaria, que fracasó estruendosamente en todos los países donde fue ensayada. Hizo colapsar a la URSS y sus satélites. Apenas sobrevive en NorCorea, con monarquía medioeval e intermitentes hambrunas, y en Cuba, cuyo obvio fracaso y parasitismo la han llevado a depender de los mendrugos que recibió de la URSS y, luego del “período especial” con el colapso de la URSS en el 91, de las excelentes mesadas en petróleo y dólares que la sostienen, provenientes de esta franquicia en Venezuela, bajo control de los agentes del anacronismo castrista, desde el 99, y con mayor énfasis y descaro desde el 2003, luego del susto con el Revocatorio, que tuvieron que retrasar por un año, la aplicación de la fascista Lista Tascón, y la implementación de los repartos denominados Misiones, para comprar los Votos que no se les daban por la vía del convencimiento y las obras.
A fines del 60 URD se separa del Gobierno de ancha base, por no compartir la doctrina Betancourt que conduce a la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, OEA, dadas las frecuentes intromisiones del castrismo en los asuntos internos de Venezuela, lo que llegó a engendrar las primeras células de guerrilla armada en el país, respondiendo a las directrices militares y orientaciones ideológicas del proyecto fidelista, ante el cual sucumben algunos todavía, poderoso imán en los 60 para los impacientes adictos a las utopías redentoras. Uno de los primordiales objetivos de los alzados en armas era impedir cualquier actividad democrática y el funcionamiento normal del país. Explotaban Niples, asaltaban Bancos, emboscaban policías y soldados, secuestraban funcionarios, personajes importantes, aviones y barcos, y a toda costa trataban de impedir que se realizaran Elecciones (es burgués expresarse civilizada y ordenadamente, lo revolucionario es tomar el poder con las armas, y arbitrariamente disponer de vidas, bienes y destinos, gústele a quien le guste). Entonces, ante ese cuadro de permanente violencia, las mismas Fuerzas Armadas que enfrentaron a los guerrilleros en las montañas y carreteras, tuvieron que defender los centros de Votación, amenazados de ataques para impedir que los venezolanos decidieran qué ruta y modelo seguir, con sus votos, no con balas y bombas.
Pero lo que en esas circunstancias se justificaba, para prevenir la amenaza violenta que buscaba impedir la realización de un acto cívico, ciudadano, profundamente democrático, participativo, no se justifica cuando ya no existen las causas que motivaron la implementación de la presencia de las FFAA en todas las sedes y etapas de cada proceso electoral. Es un acto eminentemente CIVIL, y como tal debe darse, sin uniformes ni armas, que más bien distorsionan la esencia de esa manifestación ciudadana, propia de naciones maduras, que no requieren tutores, mucho menos armados, para expresar su voluntad política, dar resultados, revisar todo el proceso. Si a lo anterior le sumamos que buena parte de esas FFAA ha sido politizada, y se muestran a favor de una parte del espectro partidista, en desmedro de la imparcialidad que merecemos los ciudadanos desarmados que protagonizamos cuantitativa y cualitativamente esos procesos, es obvio que no se justifica su presencia y control. Las tareas de resguardar el orden público siguen siendo parte de las funciones de los cuerpos policiales, a ellos debe corresponder el velar por la normalidad y el clima de respeto que debe privar en todos los Centros Electorales, sin permitir los vicios y las faltas que señalan las Normas que rigen para estas actividades, y sin favorecer o perjudicar a ninguno de los grupos que compiten en la contienda cívica electoral. Totalmente inaceptable y una completa aberración, la existencia de grupos uniformados y armados, organizados y funcionando al margen de la Constitución vigente.
Nota al margen; Los Cuadernos contienen las evidencias de la participación de quienes ejercieron su derecho al Voto. De ocurrir un Fraude, las pruebas del mismo estarían en esos CUADERNOS, no en los comprobantes o los equipos. Y la manera de demostrarlo pasa imprescindiblemente por la REVISIÓN de sus contenidos, en especial de las huellas dactilares, pues pudieran no corresponder a Electores Activos Legítimos. Hay denuncias sobre Fallecidos, Inasistentes y Electores Virtuales que, no obstante esas condiciones, aparecen con esos renglones llenos con datos: cédula, nombre y apellido, firma, huella y el sello de VOTÓ, lo cual amerita que se cruce esa DATA con otras informaciones digitalizadas, procedimiento que puede determinar los casos en que hayan ocurrido irregularidades o delitos, y dependiendo de su magnitud pudiéramos estar ante la ejecución de un FRAUDE, que irrespeta la voluntad popular mayoritaria, y obliga a la corrección inmediata del Resultado que haya sido adulterado.
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