El Sorpasso de Trump, de la A a la Z.-
Edgard J. González.-
Sorpasso: La acción de una formación política al sobrepasar,
adelantar, superar de forma inesperada a otra rival. Es lo que sucedió, para sorpresa de la absoluta mayoría, en EEUU
y en el planeta, incluyendo a los ganadores, el martes 8 de noviembre en las
elecciones generales de EEUU. Hubo mucho de sorpasso
en las elecciones parlamentarias de
Venezuela el 6 de diciembre, y en el Plebiscito
sobre el “acuerdo por la paz” en Colombia,
el 2 de octubre. Los opositores sabíamos que éramos mayoría, pero nos
sorprendió gratamente obtener los dos tercios de los escaños de la Asamblea,
pues eso es mayoría calificada y permite al poder legislativo funcionar sin que
la minoría oficialista pueda boicotearlo (aunque para ello el régimen utiliza a
su bufete, el TSJ que de manera grotesca tergiversa y viola la Constitución,
para emitir dictámenes favorables al PSUV, incluyendo un insólito documento que
afirma que Maduro nació en Venezuela, y complementa ese absurdo jurídico con una amenaza contra todo ciudadano que insista
en las cada vez más fundamentadas sospechas de que el susodicho no cumple dos requisitos que la Carta
Magna establece para ejercer la presidencia; Ser venezolano por nacimiento y no
tener otra nacionalidad). En Colombia, la campaña oficial por el SÍ fue tan excluyente y apabullante, que generó una atmósfera triunfalista en
torno a esa opción, por lo que el resultado fue una enorme sorpresa para ambos
bandos. Ganó el NO y obligó a Santos a incluir a la variada gama de los opuestos al mañoso acuerdo -hasta
entonces totalmente excluidos-, para la legítima discusión de un genuino
acuerdo, que refleje y satisfaga a ambas partes, incorporando en sus postulados
a la groseramente marginada Justicia.
5 Factores que
intervinieron en el proceso electoral estadounidense; 1. Bipartidismo
y Alternabilidad: Imbatible la prevalencia de los dos grandes partidos,
Demócrata y Republicano, en la dinámica política de los EEUU, pero también hay
tendencia a propiciar que se alternen en el poder. Hillary Rodham lleva décadas
en el poder, 16 como esposa del gobernador y del presidente - hoy inseparable
de la imagen electoral de la candidata- 8 como senadora, más los 8 de Obama, durante
cuya gestión fue Secretaria de Estado, y cuya presidencia está en escrutinio. Cambiar
al equipo en el mando es parte de la tradición. 2. Primarias
(lograr 1.237 delegados de 2.472 en el partido republicano, 2.383 de 4.765 en
el demócrata) y Disciplina partidista;
La competencia interna es un elemento que refuerza la Democracia, pero desgasta
a los precandidatos y debilita al escogido, en virtud de los ataques de sus
propios compañeros, a los que se sumarán las acusaciones del seleccionado en
primarias por el partido rival. Trump venció a 16 adversarios, que
esgrimieron contra él todo tipo de acusaciones, resaltando las de
racismo, xenofobia y misoginia. Hillary superó a 5 rivales (pero la acusación del más fuerte, Bernie Sanders, de
recibir comprometedoras donaciones de
mega-corporaciones, la mantuvo y aumentó Trump, junto a su explotación de
los e-mails que circularon por
servidor no gubernamental). Ambos dieron más relevancia a señalar los defectos
del otro, que a explicar sus propuestas para la Nación. La disciplina
partidista no es tan estricta y permite disentir del candidato surgido de las
primarias. Trump tuvo que superar el rechazo directo de varios precandidatos,
del ex presidente Bush Jr y de los presidentes
de las dos Cámaras del Congreso. 3. Conservadurismo, más
presente entre los republicanos (como en el respaldo al Brexit del Reino Unido,
el electorado que apoyó a Trump es mayoritariamente rural, mayor de 35 años, blanco
y con valores tradicionales, que
incluyen el concepto de la mujer dedicada al hogar, nada propensos a romper ese
“techo de cristal”, que es el
eufemismo para un reto especial y difícil. Aceptaron que un mulato fuese presidente, pero no están dispuestos a tolerar a
una mujer en ese cargo. Trump perdió en todas las ciudades con más de un millón
de habitantes, espacios con mayor diversidad
étnica y las mujeres trabajando
fuera de sus hogares, muchas en puestos ejecutivos).
4. Sobredimensionar el peso de las
minorías; Estados Unidos tiene 320
millones de habitantes, no usan Cédula de identidad pero se identifican con
cualquier documento con foto (el más común, la Licencia de manejar), y el
Registro Electoral es voluntario. Hay unos 240
millones en edad de votar, el 8 de noviembre participaron 119.607.028 electores, el 50,094% votó
por Hillary, pero el sistema de elección indirecta le asignó 228 delegados y Trump obtuvo 279 (con 270 de 538 ya es mayoría
simple) y con ello la presidencia [En 2000 Al
Gore obtuvo más votos individuales, pero Bush Jr logró más delegados]. Muchos medios le otorgan a las
minorías un peso mayor al
que les corresponde. La gran mayoría sigue siendo WASP (White, AngloSaxon, Protestant), aunque las minorías sean más notorias y reciban más atención en
virtud de sus fragilidades intrínsecas
(falsas o reales desventajas, por ser minoría y sufrir presunta discriminación).
En conjunto, los negros, latinos,
asiáticos, indígenas y mestizos, suman 121
millones, los 199 millones restantes
son obviamente la mayoría, con el añadido
de que no todos los miembros de minorías pueden votar (no están en situación
legal, no están registrados o se abstienen, y un tercio de los que votaron
respaldaron a Trump). Lo esencial es que no son determinantes, como pretenden
hacer creer algunos medios (CNN se
equipara a Rusia Today, TELESUR o VTV, transmiten lo que conviene a sus
intereses, mutilando la verdad). 5. En favor de Trump
intervienen otros elementos; Miedo solapado
al Terrorismo, Síndrome establecido desde el múltiple atentado del 11 de septiembre del 2001 (WTC Pentágono), e
incentivado por los numerosos atentados
ocurridos desde entonces en Europa,
temores especialmente dirigidos a la inmigración musulmana. Racismo residual proyectado a los
inmigrantes en general, con argumentos semi-falaces que les atribuyen criminalidad y competencia desleal por los empleos, de forma injustamente
generalizada (significativo que el Ku
Klux Klan anunciara su respaldo a Trump). Carisma personal, innegable en un personaje mediático, que ha estado en primeras planas por décadas,
con imagen de “self made man” muy
exitoso, buenmozo, blanco y rubio (Nixon
le aseguró en 1987 que de proponerse
la presidencia del país la obtendría. Nixon era republicano y murió en el 94.
De haber conocido lo que el camaleón Trump declaró a People Magazine en 1998, habría cambiado de opinión: “Si yo compitiera por la presidencia, competiría como republicano. Ellos son el grupo más tonto de votantes en el país. Ellos creen cualquier
cosa en Fox News. Yo podría mentir y ellos todavía se lo tragarían. Yo apuesto
a que mis cifras serían estupendas”). Derrotó a 16 contendores, y el lastre de buena parte de la
dirigencia republicana negándole su apoyo activo. Prácticamente venció solo, compensando por su falta
de preparación y experiencia en asuntos públicos, con su constante irreverencia, su capacidad para aguantar golpes (del
amplio bando pro Hillary, el establishment)
y de devolverlos con perseverancia y
astucia (como el boxeador que insiste en golpear la herida del contrincante,
persistió a diario en los graves asuntos sin aclarar, de los miles de correos que circularon por servidores privados
(explicado en mi anterior artículo*), los millones
de dólares recaudados y usados de manera hasta ahora turbia, por la Fundación Clinton, y las rochelas de su
marido cuando despachaba en la oficina oval de la Casa Blanca (que fueron
consideradas por la Opinión Pública con la misma benevolencia con la que minimizaron las reiteradas demostraciones
de machismo misógino y los ardides financieros de Trump). El
electorado promedio -puritano- halla
la lujuria de Bill y Donald menos
condenable que la deshonestidad y
las fallas de seguridad en que presuntamente incurrió Hillary Rodham. Bill
culminó su gestión con alta popularidad, Trump goza de simpatías suficientes para
permitirle superar escollos y alcanzar la presidencia, aunque parte de sus
respaldos se mantuviera oculta y silenciosa, hasta el día de las votaciones, lo
que demuestra que encuestadores, opinadores y medios sesgados, fallaron
estruendósamente.
Toda
elección presidencial es un plebiscito
sobre la gestión que termina, de manera que muchos juzgaron a Hillary -candidata
del partido en el gobierno- en función de lo que la gestión de Obama representó
y la conveniencia de su continuidad. El pago
mínimo por hora era $7,10 (sigue así en la empresa privada, subió a $10 en
las empresas del Estado). Si el ingreso promedio en el 2015 fue de 56.515 dólares anuales, indica que en
promedio el salario era de $27 (40 horas semanales, 52 semanas al
año). Como se trata de un promedio, muchos obtienen ingresos menores y algunos
tendrán ingresos mayores. El Desempleo
bajó de 10% a 5%. La economía crece al
2% anual. La Deuda es de $20
billones. Deja ambigüedad en medio oriente, se mantienen Bashar al Assad (el
mal menor) y el Bestialato islámico. Obamacare
cubre a 20 millones de 55 millones que estaban sin cobertura, pero ni Trump ni
los republicanos apoyan los subsidios.
Queda la apertura incondicional con Cuba,
el desesperado esfuerzo de Obama por dejar un logro a escala mundial similar al
acercamiento de Nixon a la China de Mao, pero incumplió su oferta de
cerrar Guantánamo. Todo lo relativo
a Cuba queda como materia pendiente, que deberán resolver -proseguir o anular- Trump y los republicanos, que también tendrán
que definirse respecto de los otros temas que Trump cuestionó mientras fue
candidato: Acuerdo del G6 con
Irán, Tratados de Libre Comercio (en
especial el de EEUU con Canadá y México), el Acuerdo de París por el cambio climático. Se declaró a favor del Brexit, por más explotación petrolera, de subir
los aranceles a las importaciones de EEUU hasta 45%. Ofreció deportar a 11 millones de inmigrantes
indocumentados, construir
un Muro en la frontera de 3.140
kmts. con México, país al que haría pagar la factura.
Muchas amenazas de la campaña se diluirán con el paso del tiempo,
la sensatez y el estar en la primera magistratura de los EEUU le harán moderar
su lengua y sus actos (ya lo vimos en sus primeras actuaciones como presidente
electo, su ofrecimiento de trabajar para todos, su plácida reunión con Obama en
la Casa Blanca). Sus asesores y funcionarios del Gabinete, el partido
republicano, las Cámaras de Representantes y Senadores y los mecanismos que
garantizan el funcionamiento del sistema democrático en USA, se encargarán de
moderar su prepotencia y mostrarle los niveles de arbitrariedad permisibles en
una nación donde la independencia y probidad de los poderes e instituciones no
son pura pantalla. Su victoria la debe a que se atrevió a decir lo políticamente incorrecto, pero tendrá que controlar a
quienes interpretaban su consigna de “Make America great again” como “Make America White again”. Entre los
millones de estadounidenses anónimos que se sintieron reivindicados por su
discurso, hay muchos que pretenden hacer retroceder a esa nación, a los tiempos
de primitivo racismo que esa
sociedad superó con mucho esfuerzo y demasiadas vidas. El sentido común y los
principios en que se ha fundamentado la evolución de la gran nación del
norte, guiarán los pensamientos y las decisiones de quien debe dejar de ser
como hasta hoy ha sido, para convertirse en el heredero de los trascendentales
avances logrados por sus antecesores; Washington,
Jefferson, Lincoln, F.D. Roosevelt y Kennedy. Ojalá que Trump sorprenda con
una gestión tan positiva, que haga quedar en ridículo a quienes asumen
posiciones ofensivas 72 días antes de su toma de posesión: Como Raúl Castro, que ordena un ejercicio
militar, y el presidente de China que anuncia gira por Latinoamérica. La Transición, estamos seguros de que
sucederá sin incidentes vergonzosos, como los desmanes de Diosdado en Miranda.
Trump es alguien acostumbrado a la buena vida, nunca sufrió
estrecheces, su padre le dejó una sólida
empresa inmobiliaria que él reorientó -de la construcción de viviendas de
bajo costo en Brooklyn y Queens, a Rascacielos
para ejecutivos, en Manhattan y otras ciudades, con mayores márgenes de
ganancia. Su patrimonio se estima en 4.500 millones de dólares, y se
desenvuelve en los medios como pez en el agua. Por supuesto que le atraía la
política, y no es el primer millonario que incursiona al más elevado nivel, Ross Perot en 1992 obtuvo el 19% de los votos. Tampoco el
primer hombre vinculado a la farándula que
participa en la alta política, Ronald Reagan -famoso actor de Hollywood- contra todo
pronóstico realizó una gestión que la mayoría de los estadounidenses consideró
muy buena. Donald financió el grueso de su campaña, yo imagino que invirtió
cientos de millones en ese albur en
el que hasta el último momento tuvo el 50%
de posibilidades de ganar, pero logró su objetivo, ya que -a diferencia de
cualquier otro capricho de
multimillonario, un yate, una isla-, la presidencia de la primera potencia
del planeta no se puede comprar como un vehículo o un inmueble. Pero con
empeño, e interpretando correctamente el
sentir de las mayorías descontentas y silentes, se puede llegar a esa meta,
en la cual a partir del 20 de enero podrá disfrutar de la prestigiosa y
elitesca posición, durante al menos 4 años. De su adaptación a la realidad en
la cual participan también quienes lo adversaron, con igualdad de derechos a
recibir beneficios de su gestión, dependerá
que pueda reelegirse otros 4 años y de la forma en que la Historia lo juzgue. Debe
lograr el perfecto equilibrio para no defraudar a sus seguidores, desarmar a
sus adversarios y y no alimentar los
odios de sus enemigos. Puede escoger para emular, entre modelos buenos y malos.
A Trump le corresponde esa primera decisión primordial.
12 11 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario