En Colombia el sentido
común le ganó a la prepotencia.
Edgard J. González.-
Del Plebiscito en Colombia derivan varias
consideraciones y lecciones:
1. Campañas desiguales; La
campaña del oficialismo por el SI (Santos y la mayoría de los medios y organizaciones
en el mundo) fue tan abrumadora, que hubo la sensación de que se iba a imponer,
como cualquier producto comercial respaldado por una propaganda invasiva. Los
recursos del Estado se usaron para promover el SÍ y para impedir que se
conocieran las razones del NO. Hubo un evidente ventajismo, nada democrático. Pero las
heridas causadas por los criminales de las FARC todavía están abiertas, e
involucran a muchos, lo que se reflejó en el maravilloso resultado a favor del
NO. Del que me siento orgulloso y hasta en calidad de partícipe, puesto que
expresé mis argumentos en pro del NO* a ese prepotente acuerdo, que sólo beneficiaba a las FARC y a su cómplice Santos
(agente del castrismo, topo en la política colombiana, como lo fueron muchos de
quienes desde 1999 se han dedicado a destruir a Venezuela, en aras de los
mismos objetivos que persiguen las FARC. Ambos, chavistas y terroristas de las FARC, enemigos
de la Democracia y de toda libertad).
2. La extorsión; Una de las caras más perversas de la abusiva campaña
por el SI, era la que solapadamente amenazaba, de manera chantajista, con el
inmediato reinicio de la violencia de las FARC, si la mayoría no respaldaba el sibilino
acuerdo. Santos había
declarado que si ganaba el No la guerra se reanudaría, estableciendo la falaz e
infantil dicotomía entre lo absolutamente bueno (apoyar el SI) y lo
absolutamente malo (apoyar el NO), cuando la realidad no está conformada
exclusivamente por esas dos opciones, y el cerrado resultado más las
declaraciones de los que trabajaron por el NO lo demuestran: No se rechaza la
PAZ, muy pocos están
por la violencia, la mayoría está por la
Paz, pero ese 50,22% que votó por el NO, repudia las inaceptables
condiciones que acordaron Santos y las FARC en Cuba. Y buena parte de quienes
votaron por el SÍ, lo hicieron con el pañuelo en la nariz, presionados por el
chantaje que sostenía que el NO produciría de inmediato la reactivación de las
actividades violentas de las FARC, el regreso al status quo anterior al
relativo Cese al fuego. Inclusive otros elementos obligaban a votar por el SÍ,
que daba luz verde a la componenda entre dos élites, la de Santos y la de las
FARC: 2A. Las dimensiones y lo
enrevesado del texto de 297 páginas, y 2B.
La prisa con la que produjeron los dos eventos que darían sustento legal y
protocolar al acuerdo, la firma en
Cartagena, ante representantes de países y organizaciones foráneas y, de
inmediato el Plebiscito, todo
pensado para no dar suficiente tiempo a meditar los pro y los contra. La
Campaña por el SI fue tan apabullante que estableció la convicción -incluso
entre los del NO- de que ganaba el SI, por lo que el resultado sorprendió sinceramente
a casi todos.
3. FARC sin apoyo popular; Obviamente, entre quienes votaron por el NO
ninguno simpatiza con las FARC, pero entre quienes respaldaron al SÍ hay una
importante porción (no cuantificada aún) que también rechaza a las FARC, pero
hicieron de tripas corazón, y asumieron
las humillaciones que venían con el acuerdo, por priorizar la Paz,
presionados por el chantaje de “si quieres la Paz acepta las Injusticias que
otorgan Impunidad y privilegios a los criminales”. El 50,22% enfrentó la pretensión
chantajista, y mantiene su respaldo al logro de la Paz, pero modificando
aquellas condiciones que exoneran de todos
los crímenes, y aceptan de buena fe la cuantificación
de las armas y el dinero en poder de los criminales que, en caso de tener
escondido parte del armamento y el botín, ello representaría una permanente amenaza a esa Paz, que habría
sido alcanzada mediante engaño y sería efímera. La fachada política legal
mantendría una retaguardia armada,
financieramente potente, convenientemente “dormida”.
4. Lo democrático tardío; Santos convoca AHORA a los partidos
y organizaciones que han estado estos 4 años en contra de concederle a las FARC
condiciones complacientes, que se manifestaron por el NO, precisamente porque uno
de los mayores vicios de las negociaciones, fue que no permitieron participar a los representantes de todas las
víctimas, a las mayorías anónimas, huérfanas de atención y de compensación. Que
Santos la noche del domingo 2 de octubre, ya conocido el triunfo del NO,
convoque a esa mayoría a la que mantuvo marginada (que trasciende a los que
votaron NO), demuestra que pretendieron imponerle
las componendas habaneras a todo el país. Un senador vinculado a Santos,
esa noche del 2, le dijo a Patricia Janiot -en el set de entrevistas de CNN en
Bogotá- que el plebiscito no era necesario y no debió hacerse. Timochenko, en
esa misma tónica (que pudiera ser la estrategia que piensan seguir en esta
nueva etapa) declaró “El
NO en el plebiscito no tiene efecto
jurídico, porque el acuerdo ya estaba firmado”. La componenda expuesta en
todo su cinismo.
5. Partidizar el Plebiscito; Intentan personalizar en Uribe la derrota del Oficialismo, para darle
carácter político partidista al resultado, buscando prostituir la respuesta
popular, contundente y mayoritaria. Negar que el resultado surge del protagonismo de las mayorías, más allá
de la actuación de individualidades. Santos y sus asesores, los mismos que
inundaron el país y el planeta con propaganda chantajista, ahora pretenden disfrazar
de obra de Uribe, lo que ha sido producto de la participación responsable y argumentada de millones de colombianos,
que no son -como quiere presentar la nueva campaña del oficialismo- manipulados
por Uribe. El ex presidente no sólo representa una vocería muy importante, la
del partido Centro Democrático, pero no
la única, en el vasto sector de quienes se
oponen al acuerdo (que no a la Paz). Pero también es la persona en quien
recae una grave responsabilidad -que no buscó pero tampoco evadió, de la cual
se quiere resarcir-, la de haber permitido que el advenedizo Santos se infiltrara en su entorno,
ganase su confianza y -aplicando la política uribista de combate sin cuartel a
las FARC, mediante la cual la banda terrorista y narcotraficante estaba
seriamente reducida, cuantitativa y cualitativamente- obtener la fama y el
prestigio (derivados del exitoso episodio del ejército colombiano sobre un
campamento de las FARC, en el que cae su jefe Raúl Reyes, y quedó en evidencia el celestinaje de Correa en aquella parcela al norte de Ecuador) que
lo avalaron como delfín de Uribe y
candidato a la presidencia. Uribe no comparte las excesivas y benevolentes
concesiones a las FARC, pero simultáneamente debe reivindicarse, por el involuntario papel que jugó en el
encumbramiento de Santos, una ficha del castrismo, hasta la presidencia de
Colombia, desde donde sirve a los objetivos del régimen cubano y de las FARC,
parte esencial de la prole fidelista
en Latinoamérica.
6. Ampliar el equipo y cambiar la sede; En el equipo negociador deben
permanecer los integrantes actuales, sus
conocimientos y experiencia son valiosos, pero deben sumarse representantes del NO y del SÍ (que
nunca han estado representados en las negociaciones, que sucedieron entre dos
reducidos grupos con similares puntos de vista y propósitos, fueron dos élites excluyentes). El equipo
negociador por Colombia debe incluir tanto al sector de las víctimas como a la
ciudadanía en general. Pero la sede no
puede seguir siendo Cuba, país que ha sido patrocinante de todas las guerrillas del continente, y muy en
especial de las FARC, lo que la inhabilita por su obvia complicidad con el grupo de terroristas, cuya violencia es lo que
se busca erradicar. Las negociaciones deben mudarse a otro país, en las
cercanías, que garantice imparcialidad y
seguridad a todas las partes (ahora ampliadas). Mantenerlas en Cuba implica
un elemento de presión negativa
sobre los participantes, que merecen un entorno que no haya sido cómplice del
bando criminal, ni constituya un tercer elemento sectario, del cual deba
desconfiarse permanentemente. Costa Rica
o México pudieran servir a ese propósito.
7. La Renegociación; El sorprendente resultado obliga a replantear,
tanto 7A. La composición del equipo
negociador (que incluya no sólo al gobierno, sino a los diversos sectores que
el oficialismo no representó ni les permitió participar), como 7B. Las condiciones mínimas aceptables,
en términos de las acciones que
obligatoriamente deben realizar las FARC: 7B1. Liberar a los
secuestrados que mantiene en su poder todavía (lo que incluye a los menores
a los que se llevó a la fuerza, violó, corrompió, y forzó a convertirse en sus
cómplices). 7B2. Dar la ubicación de los restos de aquellos a
quienes asesinaron durante el cautiverio, para que sus familiares y amigos
puedan darles sepultura o cremación, y cerrar ese prolongado y angustioso
duelo. 7B3. Reconocer los delitos y crímenes cometidos, y cumplir condenas, que no se establezca la Impunidad, en especial para los jefes, los que daban las órdenes,
y en los crímenes de Lesa Humanidad,
que no prescriben en ninguna parte del planeta. De lo contrario, en el
escenario de los días por venir, quienes cometan delitos regulares y sean sentenciados a penas
regulares, reclamarán y con toda razón,
por recibir condenas superiores a las que la “justicia especial” que preveía el
acuerdo rechazado, da a los criminales de las FARC -penas evidentemente
inferiores, por crímenes mayores, cuantitativa y cualitativamente-. ¿Cómo puede
el pueblo respetar a un sistema judicial
que le impone a quien asesina a una persona, por razones pasionales o en el
curso de un atraco, digamos que quince años de prisión, y exime de ir a la cárcel o le impone pocos años, a quienes son
responsables por los brutales secuestros
o asesinatos de docenas o cientos de seres humanos, a cuenta de objetivos
político-ideológicos totalitarios y anacrónicos?.
9. Creerles o desconfiar; Implementar un mecanismo idóneo que permita auditar las armas y el dinero que
realmente posean las FARC, en territorio colombiano y en otras posibles
ubicaciones (Venezuela, Ecuador, cuentas en bancos de paraísos fiscales, en Panamá,
Andorra, etc). Que dejen de victimizarse,
que no sigan burlándose de los colombianos en general y de las genuinas
víctimas en particular, al cambiar su condición de victimarios, haciéndose
pasar por víctimas. Que paren la jugarreta semántica de “ofrecer perdón” (en lugar de pedir ser perdonados), y que no
incurran en poses de falso arrepentimiento. Lo que Colombia espera es que dejen de ejercer la violencia y asuman sus
responsabilidades por las atrocidades cometidas.
10. Acompañamiento irresponsable; Triste papel el de quienes fueron a
avalar con su presencia la pantomima que
montaron Santos y las FARC en Cartagena. Ban Ki Moon, Macri, Juan Carlos de
Borbón y García Margallo, Peña Nieto, no pueden ignorar lo que cualquiera de
nosotros es capaz de ver y deducir,
a menos que sinceramente crean que se puede acceder a condiciones que
establecen impunidad y privilegios para
los criminales, a cambio de una relativa
y precaria paz. Raúl Castro y su lacayo Maduro, tenían razones de sobra
para sonreir y respaldar la componenda
entre sus camaradas, pero nada justifica que EEUU y Europa hayan respaldado
sin reservas esas negociaciones que imponen condiciones que no aceptarían en sus respectivos territorios.
11. Perdón Internacional expréss; La UE se apresuró a sacar de la lista de Terroristas a las
FARC; Si los del Bestialato islámico
acuerdan condiciones similares a las ensambladas entre Santos y las FARC, ¿al
siguiente día la Unión Europea les quita la calificación de terroristas? ¿Que entreguen los cuchillos y “ofrezcan perdón”
a los degollados, para ocupar curules en el Parlamento, narrar sus
peripecias con nostalgia, y aquí no ha pasado nada?.
12. Santuarios de las
FARC y el ELN en Venezuela. Una de las secuelas de la paz
con chantaje es el traslado de guerrilleros
y métodos criminales al vecino país, donde ya se mueven como en su propia
tierra, y aumentarían la insoportable
inseguridad que nos azota. Se posponen los premios Nobel y la canonización Papal para Timo y Santiago. Lo positivo,
para que el CNE rojo chavista lo emule: Colombia
organizó el plebiscito en 32 días, votaron hasta los colombianos en el
exterior, y los resultados se conocieron esa misma noche. ¿Sigue la operación Morrocoy?
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