Factores
y posibilidades de Hillary Clinton y Donald Trump.
Edgard
J. González.-
El martes 8 de noviembre culmina el
proceso de elecciones presidenciales
indirectas (se puede votar por adelantado y algunos ya lo han hecho) que
producirán los 538 Delegados -de los
50 estados y el Distrito Federal de Columbia- a quienes sí corresponderá elegir directamente a quien será
Presidente de los EEUU desde el 20 de enero del 2017 hasta el 20 de enero del
2021. El número de delegados varía para cada estado, pero en la mayoría de
ellos el candidato que obtiene la mayor cantidad de votos, se queda con la
totalidad. Los 538 delegados electores votan en cada estado el
17 de diciembre por presidente y vicepresidente. El Congreso cuenta los votos el 6 de
enero, El vicepresidente del Congreso, que preside el Senado, anuncia a los
ganadores. A escala nacional se necesitan 270 votos para alcanzar
la victoria. Si ningún candidato los lograse, la Cámara de
Representantes elegiría al presidente por mayoría simple, asignando un voto a cada una de las 51
circunscripciones. El periodo presidencial dura cuatro años, la toma de posesión es el 20 de enero, y sólo se
permite una reelección consecutiva. [Kennedy fue asesinado cuando le
faltaban 59 días para cumplir su tercer año en la presidencia, Johnson -su vicepresidente- terminó el
período y fue electo para el siguiente. Nixon
dimite cuando está en su sexto año, en
su segundo período, obligado por el escándalo Watergate, Gerald Ford asumió la presidencia por el tiempo restante. Carter y Bush padre cumplieron un período de 4 años. Al partido Demócrata lo
asocian con la figura del Asno y el
color azul, el Elefante y el color rojo corresponden a los Republicanos.
En cada partido hay elecciones primarias internas, los Demócratas (en
el gobierno, con Obama desde el 2009,
terminando su 2º período), fue seleccionada Hillary Clinton. Los Republicanos se definieron por Donald Trump, candidato tan inesperado
e inapropiado que, desde antes de su proclamación oficial produjo importantes disidencias dentro del partido,
incluyendo algunos de quienes compitieron contra él por la candidatura.
La calidad de ambos candidatos a la
presidencia no es satisfactoria. Lejos de alcanzar los niveles de carisma, don de mando, visión global,
condición de estadista, trascendencia de un proyecto personal, trayectoria
política, que encontramos en Washington,
Lincoln, Franklin Delano Roosevelt, Kennedy, Reagan, cuyas gestiones se destacaron,
Hillary y Donald más bien resultan mediocres,
opacos, ni siquiera destacan por ser buenos oradores, y para colmo han
puesto el énfasis -en especial durante los tres debates televisados en que se
enfrentaron- en magnificar los defectos
del adversario, en lugar de explicar en profundidad sus puntos de vista y planes sobre los graves problemas que debe resolver
quien resulte electo para ocupar la Casa Blanca. Expresan generalidades sobre los problemas vinculados a lo económico, lo
migratorio, los conflictos en el medio oriente, Ucrania, sin precisar los mecanismos que pondrían en práctica para solucionar concrétamente cada asunto. Han
dedicado dos tercios del tiempo a señalar los vicios y las actuaciones
-presuntamente reprochables- en que el otro ha incurrido. Aunque siendo
objetivos, Hillary ha tenido más tela dónde cortar, pues Trump apenas puede atacarla
por dos flancos, el de sus correos
electrónicos y el de las andanzas de
su marido, el ex presidente Bill
Clinton (que casi pierde la presidencia por su rochela con Mónica Lewinsky). En este escabroso
tema Trump queda mal, pues no se trata de infidelidades de Hillary, más bien
ella lo asumió como “la esposa comprensiva que perdona al cónyuge y mantiene el vínculo matrimonial”, en las
antípodas de la vida en pareja del magnate inmobiliario, que ya lleva tres
matrimonios, y muchas otras relaciones, en algunas de las cuales sale muy mal
librado, por su tendencia a considerar y tratar a las mujeres como objetos. No
sólo su obvia condición de mujeriego y
machista afea su imagen, también promueve la autarquía y se muestra xenófobo.
Su campaña denigrante en contra de los
mexicanos, llega al extremo de ofrecer construir
un muro que vaya de extremo a extremo de la larga frontera con México, pero
además asegura que debe ser pagado por
los vecinos del sur, un exceso que suena por lo menos extravagante y ya
causó demasiados roces con la nación
mexicana, y con la inmensa colonia
de mexicanos en Estados Unidos, importante masa de votantes.
Pero, la falta de Hillary deriva de una
mezcla de superficialidad y torpeza,
al no seguir al pie de la letra las instrucciones
sobre el manejo de información confidencial. No es su culpa que el marido
de su ayudante (ella lo dejó a raíz del escándalo, él renunció a su curul) sea
un pederasta, descubierto por el FBI, que por carambola dio con los e-mails de
la Canciller (aunque todavía no hallan ningún contenido comprometedor para la
ex Secretaria de Estado, la falta se circunscribe al uso de servidores no
gubernamentales). El Director del FBI
James Comey la califica como extremadamente
descuidada, pero no solicita que le hagan cargos. En cambio Donald, no sólo ha cometido torpezas a granel (desde su
proclamación aumentó la frecuencia, lo que saca de quicio a sus asesores y
partidarios), sino que se ha comprobado que sus malas acciones trascienden la
torpeza y configuran delitos punibles;
A su imagen de self made man, hombre exitoso que construyó su imperio de edificios y casinos (pretende
que la gente extrapole y se convenza de que él es capaz de mantener esa presunta eficiencia a la escala del
gigantesco país que busca presidir), se contraponen docenas de pruebas de que su gerencia no es honesta. Tiene en su haber varias declaraciones de Bancarrota, de las que ha salido beneficiado,
mientras perjudicaba a los
trabajadores, a algunos inversionistas y por supuesto al Fisco de los EEUU. Su descaro no tiene límites, dos veces
reconoció (durante el 2º y el 3er Debate con Hillary) que se aprovechó de una
fisura en la ley para dejar de pagar
impuestos por cerca de 20 años, y para colmo le reclamó a Hillary, ¡ por no
haber cambiado esa ley ! Para cada tema que le ha sido planteado, ha dado una respuesta y su contraria, a
lo largo de los años. Incluso estuvo por mucho tiempo a favor de los demócratas, y desde hace tres años se acercó a los
republicanos, que inexplicablemente lo eligieron candidato.
Reitero que a ambos les faltan las cualidades que debe tener un presidente de
la primera potencia del planeta, pero son los únicos candidatos en la contienda
estadounidense. Los electores deben sopesar los pro y los contra, y decidirse por el que menos daño pueda
causar a su nación. Trump es un millonario excéntrico y arrogante, sin experiencia
gubernamental ni siquiera a nivel de un Condado, xenófobo y racista selectivo, que ha llevado deliberadamente a la BANCARROTA a varias compañías, sacando
ganancias de cada una de esas maniobras, dejando las pérdidas para los más
débiles en cada empresa. No están en sus cabales quienes piensan respaldar a un
payaso prepotente que hizo un show, donde él despedía a casi todos cual monarca
absolutista (más o menos como hizo el
Fanfarrón de Sabaneta, pero con pito y chabacanería, contra 21.000 empleados de PDVSA, empresa que de ser entonces una
de las 5 primeras del mundo, ahora está entre las últimas, endeudada hasta los
tuétanos, y con una carga de 120.000
ENCHUFADOS que pesan más que un collar de bolas criollas). Para llevar las
riendas de EEUU se requiere mucho más que la autosuficiencia de quien viaja en su propio avión y paga por la
mitad de sus gastos de campaña.
Hillary Diane
Rodham Clinton, 69 años, es abogada egresada
de Yale en 1973, ha sido Asistente
parlamentaria, Senadora dos períodos,
Primera Dama del Estado de Arkansas
y del país entero (Bill fue Gobernador y Presidente), Secretaria de Estado 2009-2013, todas son posiciones donde adquirió
valiosas experiencias, y será la Primera
Mujer que alcance la presidencia, un reto pendiente para EEUU, otro avance
equiparable a la elección de Obama en 2008, el primer mulato que ocupa la oficina oval, sobre las cicatrices de la
terrible esclavitud y la remanente discriminación racial, de la cual
quedan reducidas y repudiables expresiones.
Hillary no es la candidata perfecta, pero comparada con Trump sin dudas es
la mejor opción. Trump, 70 años, no tiene preparación para el cargo al
que aspira, su Currículum muestra sólo su condición de heredero de un elevado patrimonio inmobiliario, que él ha
aumentado, aunque valiéndose de todo tipo de artimañas poco éticas. Mantiene
oculto lo que le descalifica. Pero -en caso de ganar Trump, lo que veo poco
probable, pero no imposible del todo (todavía me asombro al recordar que el
joven y tímido Ocariz le ganó a uno
de los jerarcas del golpismo chavista, y
en Petare, espacio que el chavismo consideraba propio, con carácter
vitalicio). Hay una mínima probabilidad de que el electorado conservador,
prejuicioso, atado a los esquemas del pasado, seducido por las demagógicas y muy populistas ofertas de
Trump, sea mayoría, pero las malacrianzas y terquedad del magnate se
toparían con los factores que no se pueden modificar a la usanza latinoamericana, con arbitrariedades apoyadas en las
armas - no podría doblegar la rígida estructura establecida desde 1776 que
mantiene y protege a la Democracia estadounidense. En EEUU los poderes son genuinamente independientes
y no hay manera de que los cargos decisorios en materia de Justicia, Legislativa o Electoral sean ocupados por oportunistas
sin preparación, al servicio de una facción. Tuvieron un presidente inepto, el más incapaz que haya debido sufrir EEUU, Bush hijo, no pudo hacer mucho daño, el
propio sistema lo impide, tiene sus anticuerpos muy eficientes. La retrechería
y los abusos que hemos soportado en el tercer mundo, a manos de gorilas de diversas cepas, no pueden
ocurrir en los países verdaderamente desarrollados y civilizados. Esas lacras son monopolio nuestro.
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