Mis deudas con mis otros hogares.
A la Pfsra. Duilia Govea de
Carpio.
Mi primera deuda fuera
del hogar familiar, la adquirí con las monjas de la Casa Cuna, que me enseñaron
a leer y escribir siendo un niño de cinco años. ¡ Qué ironía ! Lo que ellas me
dieron fue imborrable, me ha acompañado permanentemente durante 61 años, pero
era tan joven que no puedo recordarlas individualmente. Sin embargo, les
agradezco muy honestamente su dedicación y eficiencia, como a cada Maestro y
Profesor que dejó su huella académica en mí, en nuestros segundos hogares,
desde la Escuela hasta la Universidad. Escribir y leer han sido una maravillosa
adicción, fueron mis herramientas para aprender y pasar de grado en grado, me
ayudaron a seguir aprendiendo mientras ejercía la Docencia, y ya jubilado,
siguen contribuyendo con el interminable proceso de crecer y madurar, que para,
sólo cuando bajamos el telón.
Al escribir soy
absolutamente responsable del contenido de cada uno de mis artículos, puesto
que en ellos expreso mis opiniones. Escribo a partir de mis recuerdos,
vivencias, emociones y particulares apreciaciones. Asumo los aciertos y las
fallas, los méritos y los olvidos, aunque otros pudieran sentirse interpretados
por alguna porción o la totalidad de lo que, como lectores, encuentren en mis
escritos, y hacerlos suyos.
En agosto de 1964, hacen
casi 48 años, varios cientos de Maestros y Bachilleres, la mayoría muy jóvenes
y por ende inmaduros, presentamos durante cuatro días, las pruebas de admisión
para ingresar al Instituto Pedagógico de Caracas. Exámenes que indagaban el
nivel de preparación que la primaria y la secundaria hubieran dejado en cada
uno de nosotros, las inclinaciones vocacionales y el estado de salud general.
Creo recordar que la mitad obtuvo su inscripción, pero de esa cantidad apenas
una quinta parte logró culminar los cuatro años de estudios que acreditaban el
título de Profesor, en nuestro caso, de Geografía e Historia.
Como en las Escuelas y
Liceos, comenzábamos en septiembre y culminábamos a finales de julio, la
continuidad de aquellos años lectivos sólo era interrumpida por los asuetos de
diciembre, carnaval y semana santa, pero indudablemente que se aprovechaba más
el tiempo que con el esquema semestral, que no tiene períodos de actividad
docente equivalentes a medio año, es susceptible a sufrir más interrupciones, y
con frecuencia puede ocurrir que a lo largo de los 365 días de un año -una
traslación del planeta que habitamos alrededor del Sol-, sólo se desarrolle un
semestre accidentado, sin haber cubierto lo previsto para cada asignatura ni
cumplido los otros objetivos, propios de una Institución educativa. Fuimos
favorecidos por ese período anual, nos permitió compenetrarnos más con el
Pensum, con las orientaciones pedagógicas, con nuestros profesores y con
nuestros compañeros.
El jardín de infancia o
Kinder, la Escuela, el Liceo, La Universidad, son hogares temporales y
complementarios, donde gradualmente nos dan las herramientas para incorporarnos
al mundo grande, más allá de la familia. Aprendemos a canalizar el espíritu
gregario con disciplina y tolerancia, y nos capacitan para ejercer un oficio,
con el cual podamos simultáneamente ser útiles a la Sociedad y productivos,
ganarnos el pan. Son variados los factores que conllevan al feliz desenlace en
esa relación del individuo con la Educación formal, que puede ser prolongada o
efímera, provechosa o dañina, positiva o castradora, pero en todos los casos el
Maestro es esencial, para bien o para mal.
Fui muy afortunado tanto
en el hogar familiar como en los complementarios, y en el balance que hacemos
en retrospectiva, encontramos que son más los recuerdos alegres que los
tristes, que pesan más los momentos positivos que los negativos, que ocurren en
la vida de todo ser humano eventos hermosos y eventos horribles, pero si los
adultos encargados de tu formación, familiares y amigos, maestros y profesores,
fueron lo suficientemente responsables, necesariamente han de ser
satisfactorios los resultados.
Son muchas las personas
e instituciones a las cuales debemos expresar sincero agradecimiento, pero
vamos a circunscribirnos a la etapa universitaria, esos cuatro años en el
recordado y querido Instituto Pedagógico de Caracas, donde la adolescencia de
la mayoría de nosotros, los integrantes de la Promoción Juan Bautista Plaza,
encontró el adecuado cauce para irse sosegando, depender menos de lo hormonal y
cada vez más del esfuerzo académico y la disciplina profesional, que nos fueron
inculcando, dentro y fuera del salón de clases, ese grupo de docentes que nos
tuvo a su cargo, entre quienes destaco a; Duilia Govea de Carpio, Ramón A.
Tovar, Felipe Bezara, Miguel Hurtado Leña, Ignacio Burk, J. R. Guillent Pérez,
Pedro Felipe Ledezma, Martín Díaz Peraza, Antonio Anderson, Edmundo Marcano,
Evangelina García Prince, Tula Núñez de la Torre, Maruja Cedeño de Taborda,
Carlos Arturo Rivas, Mirna Mota. El Profesor Luis Carpio Castillo, aunque no le
dio clases a mi sección, también colaboró con nuestra formación, sus amables e
interesantes interrupciones a las clases regulares, nos informaban acerca de
asuntos trascendentales que estuvieran ocurriendo a escala internacional, su
especialidad.
El recordado Sr.
Uzcátegui, el Bedel hacendoso que siempre hallaba tiempo para nosotros, en el
simple esquema de lo que llamábamos “El Pueblito”, la estructura donde
convivíamos los de Sociales y los de Filosofía, a cierta distancia del hermoso
edificio central que servía de sede a los otros departamentos.
Fuimos bienvenidos con
un Monólogo dirigido por el Profesor Salomón, y la sabrosura de las poesías
recitadas por el gran Balbino Blanco Sánchez (por coincidencia, también me
deleitó a mi ingreso al recordado Liceo Andrés Bello), en el viejo auditorio,
sacrificado en 1965 para dar paso a La Araña. El Mapa del norte de Venezuela,
custodiaba el trayecto que separaba al pueblito del edificio central, y se nos
iba grabando en la mente, lo que luego sería de gran utilidad para quienes
ejercerían como educadores en Geografía e Historia.
En el Liceo de Aplicación
hicimos las Pasantías de tercer año, ya con traje, corbata y mucho nerviosismo,
ensayando en serio el quehacer docente. Había en julio examen final, con nota
previa, jurado de tres y posibilidad de perder el año, Genuinas exigencias por
Calidad Académica, si hubo quienes no las aprovecharon, eso escapa a la
responsabilidad del Pedagógico. En esto de la formación personal, mucho depende
del individuo, a todos les dan un carnet que les acredita como alumnos de la
Institución, pero no todos son Estudiantes.
Cuando han transcurrido
varias décadas, el tiempo y las travesuras que nos hace la memoria, nos impiden
recordar todo cuanto hemos venido almacenando desde la más tierna infancia.
Nuestro disco duro biológico también tiene sus limitaciones. Con cierta pena, a
menudo debemos reconocer que hemos olvidado un nombre, un suceso, inclusive
términos que usábamos en nuestro diario trajinar con la tiza y el borrador. Si
a un alumno le cuesta recordar a todos los que fueron sus maestros y
profesores, que sólo fueron algunas docenas, a un docente no se le puede exigir
que recuerde a los miles de jóvenes que tuvo a su cargo, durante una labor de
décadas.
Pero puedo apostar a que
unos cuantos profesores como usted, Profesora Duilia, no han sido olvidados por
ninguno de sus alumnos: La impronta que dejaron en nosotros hace imposible que
el olvido desplace la obligatoria asociación de su imagen con ciertos términos
cuyos conceptos usted nos enseñó. En lo personal la recuerdo, cuando veo un
Drenaje Dendrítico, una Falla, un Cono de Deyección. Una parte de ustedes
estaba presente a la hora de preparar y dar una clase, repasar un tema, dar
explicaciones en un trabajo de campo, evaluar con honestidad, exigir en la
medida en que uno se exige a sí mismo.
Egresé de 22 años y ya
los he cumplido otras dos veces más. Gracias a ustedes, Profesores del
Pedagógico, muchos de nosotros podemos afirmar que la madera natural que éramos
cuando ingresamos al IPC, no se pudrió a la intemperie, ni se volvió cenizas
luego de una fugaz utilidad como leña. Ustedes, artesanos de la Enseñanza,
gradualmente nos convirtieron en sólidos, resistentes, útiles y duraderos
muebles, que alguna contribución hicimos al país, con las informaciones y los
ejemplos, el método y la sensibilidad que aprendimos de ustedes.
Como las rocas,
atravesamos en la vida por tres etapas bien diferenciadas; Al inicio somos
ígneos, infancia y juventud, inexperiencia y superficialidad, más hiperactivos
que productivos. Luego metamórficos, vamos gradualmente transformándonos y
madurando, además de las responsabilidades profesionales enfrentamos las de
levantar un hogar propio, nos ocupamos de los hijos, y de los alumnos, que son
hijos ajenos que encuentran un hogar temporal frente al pizarrón y junto a sus
hermanos de pupitre. En la última etapa somos
sedimentarios, ya nos dedicamos a ordenar todas las experiencias como estratos
en secuencia, andamos a paso menos firme pero con convicciones más fuertes. Con
el retiro meditamos a ratos y también nos podemos dedicar, los que tengan ese eslabón
ya alcanzado, al abuelazgo, a consentir de la forma más irresponsable y
cariñosa, a esas criaturas que nos muestran lo que fuimos, antes de comenzar a
tener conciencia y asumir tareas.
Travesuras de la
dinámica humana me pusieron a 350 kilómetros de distancia, en Barquisimeto y en
otro Pedagógico, hermano menor del que está en El Paraíso. No me ha permitido
la distancia mantener la normal relación que habría ocurrido de seguir viviendo
en Caracas, tanto con los compañeros de estudios y promoción, como con los
profesores que nos formaron. No puede faltar en este texto la melancólica
inclusión de quienes se nos adelantaron, amigos, colegas, por quienes
expresamos, más que un minuto de silencio, un pensamiento alegre y solidario,
al evocar los momentos que juntos disfrutamos del 64 al 68. ¡ Están Presentes
en nuestros corazones !
A los profesores que
siguen con nosotros, les reitero, muy probablemente esto lo compartan todos los
integrantes de la Promoción Juan Bautista Plaza, que seguimos siendo sus alumnos,
que tenerlos de profesores ha sido un privilegio, y que sentimos por ustedes
Respeto, Admiración y Agradecimiento. Sinceramente.
*Fotos tomadas por EJG.
* Publicado en los portales Analítica y Noticiero Digital, el 12 de julio del 2012, en ocasión de rendir un merecido homenaje a la Pfsra. Duilia Govea de Carpio, en el Auditorio del nuevo edificio del IPC.
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