miércoles, 9 de marzo de 2016

Cháderton, el chasquido de un tránsfuga transbesti.

Cháderton, el chasquido de un tránsfuga transbesti.
Edgard J. González.-

Me encanta cada vez que Cháderton interviene para sumar una nueva torpeza a la montaña de traspiés verbales que ya tiene acumulada, pues él, mejor que muchos de los que ocupan espacio y tiempo en los medios, demuestra la incoherencia de esa consigna idiota que repiten con frecuencia los chavistas (que cada vez son menos, valga la indicación), aquellas dos simples palabras con las cuales pretenden conjurar la temida reivindicación de los copeyanos y adecos a quienes se refieren cuando corean “NO VOLVERÁN”. Es obvio que a finales de 1998 ninguna caravana de platillos voladores o naves tipo Enterprise hizo escala en nuestro planeta, y más concretamente en territorio venezolano, para dejar acá una buena cantidad de seres distintos,  que se organizarían con rapidez, para inscribirse en el Registro Electoral y Votar por el golpista del 92, llevándolo a la presidencia, desde donde comenzaría su sistemática labor de destrucción del país, la Economía, las Instituciones, la Convivencia democrática y los niveles de Civilización que -con cierto esfuerzo, tras las dos previas dictaduras militares del siglo 20- había logrado alcanzar buena parte del pueblo que habita estos 916.425 kilómetros cuadrados.

No provenían de Marte, ni de cualquier otro de los planetas del Sistema Solar, los que votaron por Chávez en el 98. Mucho menos llegaron de otra porción de la Galaxia Vía Láctea. Simple y llanamente, para escarnio de los que colocan ese NO VOLVERÁN como amuleto contra cualquier resurgimiento de AD y COPEI, ocurrió el reacomodo oportunista y sinvergüenzón a que está habituada una parte grande de los venezolanos, esa que ha sido gomecista, adeca, perezjimenista, adeca otra vez, copeyana, y cuando vieron que esa dupleta no iba a ganar, se pasaron al bando rojo rojito, con la misma mano extendida con la que pidieron y recibieron las dádivas, que los gobiernos anteriores a éste, también repartieron. Esa tendencia parasitaria no nació en 1998, ya forma parte del ADN de muchos mal habituados a que papá Estado venga en su auxilio y se ocupe de las vivezas, los folklorismos y atavismos que han sido cultivados por los politiqueros desde que en Roma se hicieron populares el pan y el circo.

Pero la mayoría de los chavistas se mantiene en el más lúgubre de los anonimatos, lo que les ayuda a aparentar que han sido revolucionarios desde que comenzaron a gatear, nadie los conoce ni va a perder tiempo indagando los antecedentes de tantos vendevotos, que fueron patriaomuerte de Betancourt, de Caldera, de CAP -dos veces cada uno-, de Marcos Evangelista, de Leoni, de Luis Herrera, de Lusinchi, y hasta se le guindaron a Ramón jota, aunque su lapso fue más corto, y la adulación es directamente proporcional a la duración del período durante el cual cada presidente va a disponer de parte del presupuesto para complacer a esa veleidosa muchedumbre, ese pueblo de gustos similares a los de las jovencitas que se empatan con viejos, que imprescindiblemente deben tener mucho dinero. Yo no he visto jamás a una chica del brazo de un indigente, ni siquiera uno joven. Millonarios, con andadera, mascando el agua y con una mujer despampanante como su formal amante, todos hemos visto parejas así.

Por si todavía no lo entienden, los adecos y los copeyanos NO VOLVERÁN porque jamás se han ido del espacio que rodea a quienes manejan el poder y los billetes. Los chavistas de hoy son el chiripero que saltó las talanqueras blanca y verde, cuando la infinita ambición de Caldera lo llevó a clavarle su aguijón de escorpión a su propio partido, en aras de volver a desperdiciar una ocasión de cinco años en Miraflores. Y antes de disfrazarse de chiripas, fueron adecos y copeyanos. O sea, que nunca se han ido, apenas se cambiaron la franela y las consignas, pero siguen siendo los mismos oportunistas de siempre. NO VOLVERÁN, PORQUE SE QUEDARON.

Pero con Cháderton es diferente. Cháderton no es un desconocido, alguien proveniente del más intenso anonimato en que se resguardan los que siempre han estado con quien sea el que ocupe ese puesto del chivo que más mea, en esta provincia de ultramar, que ya desde tiempos de Miranda tratando de contagiarnos esa fiebre libertaria que vivió en las revoluciones de Francia y Estados Unidos de América, le mostró al ilustre precursor el primitivismo de que está hecha esa porción que respalda ciegamente a los peores caudillos, a cambio de mendrugos y discursos preñados de falsedades y adulteraciones. Quien todo lo dio por liberar a Venezuela, y recibió en pago la traición que lo llevó a una mazmorra y su solitaria muerte, nos dejó la mejor descripción del rasgo que identifica a esos venezolanos en negativo: “Bochinche, bochinche”. Relajo, desorden, demagogia, populismo, patrioterismo y vamos pa’tras.

Este régimen absurdo y pretencioso, que se bautiza a sí mismo como quinta república, humanista, socialista del siglo 21, revolucionario, despotrica de los 40 años previos al ascenso del Führer de Sabaneta, adultera aquella realidad negando sus realizaciones y avances, para sostener que antes y después del chavismo, hubo y habrá el diluvio. Hablan pestes de todos los que gobernaron del 59 al 98, mientras mayor haya sido la figuración del personero más grande el insulto y el reclamo plañidero contra su gestión y los agravios que causaron al país -según afirman los rojos-, que jamás disfrutó de la añorada independencia, hasta que llegó el comacate y mandó a parar. Pero sucede que Cháderton, el exquisito, el diplomático, el refinado, no tenía ocho añitos cuando el Charlatán Eterno comenzó a darnos la patria que nos negaron adecos y copeyanos, ni era virgen e impoluto cuando se arrimó sibilinamente a la montonera del 4F y las alianzas con los peores despotismos del planeta. Cháderton formó parte de eso que llaman los chavistas “el cogollo” gobernante, durante toda la mal llamada cuarta república estuvo en las alturas del poder, como decía el fundador de su partido COPEI: rolo a rolo y tolete a tolete. Y no sólo era copeyano de uña en rabo, sino que para más señas era el sucio que hacía dueto con la uña -de acuerdo al refrán-, el Canciller Calvani, de quien era sombra permanente. No se sabe cuánto cariaquito morado tuvo que echarle a la bañera, cuando se exorcisó lo verde y quedó más comecandela que Elías Jaua y Darío Vivas, juntos y bien revueltos. Así como toda moneda tiene dos caras, Cháderton es como el Ché Guevara, pero del otro lado.

A pesar de las siempre incoherentes declaraciones de guerrillero de la Fifth Avenue, con lenta dicción y soporífero estilo, ha hecho grandes esfuerzos por decir durante estos 16 años todo lo contrario de lo que sostenía durante los 40 años anteriores. Pero aunque declarara a diario, no hay forma de que, quienes tienen memoria y decencia, dejen de asociar al bufón rojo de hoy con el bufón verde de ayer y de antier. Es un tránsfuga clásico, pero su salto de talanquera, por sus antecedentes cuartorepublicanos de larga duración, fue el equivalente a un triple salto mortal, con red de dólares y desvergüenza. Sin embargo, el costosísimo valet al que mantenemos con lujos en Nueva York, se superó a sí mismo en cinismo, caradurismo y fascismo, al declarar por VTV (el canal del Estado, que monopoliza el PSUV y puede trasladar a toda su audiencia en diez autobuses) la siguiente barbaridad:

“Los francotiradores apuntan a cabezas, pero llega un momento en que una cabeza escuálida no se diferencia de una cabeza chavista, salvo en el contenido. El sonido que produce una bala en una cabeza escuálida es mucho menor, es como un chasquido, porque la bóveda craneana es hueca, entonces pasa rápido, pero eso se sabe después que pasa el proyectil”.

Además de tránsfuga, es mucho más que un travesti político, pues trasciende el simple cambio de ropaje -de verde a rojo- característico de aquellos que cambian de bando como quien cambia de traje. Su inaceptable definición en base a asesinatos reales con disparos a la cabeza (que él afirma vacía en los opositores a su régimen) es genéricamente insultante, y un escupitajo sobre la memoria de las víctimas de la represión brutal ordenada desde La Habana. La barbaridad lo hace un transbesti, pues con esa afirmación que acaba de proferir, tan nazi, tan de oficial encargado de un campo de concentración, tan hutu-ruandés, el gran Roy trasciende los límites de la bestialidad, y no sólo insulta a los opositores que permanecemos enfrentados a este bodrio pletórico de corrupción, anacronismo, incapacidad y ridiculez, sino que ofendió a todos los que han sido asesinados por las bandas armadas, uniformadas, motorizadas, encapuchadas, con las que el régimen militar refuerza su sistemática política de Terrorismo de Estado. Ya quisiera Roy tener en su bóveda craneal el uno por ciento de los principios, las convicciones, la verticalidad y la valentía que contenían las cabezas de Bassil, Robert, Génesis y Geraldine, víctimas de la franquicia castrista del siglo 21, como otras decenas de jóvenes brutalmente asesinados por la necesidad de atornillarse en el poder, que tienen los jefes de Cháderton, cada día más solos y desesperados, hundidos en sus fábulas, sus golpes y magnicidios, inventando confabulaciones organizadas en Washington, Madrid y Bogotá, mientras se arrastran ante la Nomenklatura cubana, y persisten en la destrucción de lo que aún queda en Venezuela.  


Es probable que en su loca búsqueda de justificación para su obvia falta de sindéresis, el empleadillo de Calvani que ahora le sirve a Delsy, crea conveniente definirse como Iconoclasta, para darle ribetes de rebeldía y aventura al vulgar oportunismo que marca su patético salto de copeyano araguato a chavista empalagoso e insensible, pero le aclaro que más adecuado es el término iconoplasta. Otra cosa; Alejandro Magno, Miguel Ángel Buonarroti, Leonardo Da Vinci, Óscar Wilde, Roger Casement, Ricky Martin, Elton John, Ángel Sánchez, Piotr Tchaikovsky, Alan Turing, lograron niveles de excelencia en sus respectivos oficios, y la Humanidad les agradece por sus realizaciones, no tienen reclamos pendientes. Con Cháderton es todo lo contrario. Su biografía va a ser más falsa que un billete de 13 dólares respaldado por el Banco de Zimbawe.

18 03 2015

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